Capítulo 6

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Habían pasado ya meses desde aquel día. El momento en el que todo lo que pudo haber sido se dio por finalizado, incluso antes de empezar.
Durante unos cuantos meses comencé a tener citas, salí con varios chicos que, por desgracia, lo único que deseaban de mí era.. bueno, lo que cualquier adolescente buscaba en una chica y yo estaba de acuerdo en besarles, pero aún no era capaz de entregar mi virginidad a un cerdo que tan solo buscaba sexo.
Más tarde, empecé a ir con algunas amigas a goukones. Despues de todos esos fraudes no buscaba un novio precisamente pero tampoco podía cerrar las puertas al amor, y así fue como encontré a mi primer novio serio.

En uno de esos goukones conocí a un chico llamado Michael. Su vida parecía interesante, el era un cuarto japonés, es decir, su abuela era japonesa. Hablaba perfectamente nuestro idioma y conocía todas nuestras costumbres. Amaba Japón y había venido a casa de su abuela hacía poco tiempo.

El curso estudiantil había terminado por completo en América, al contrario que aquí que terminaba en abril ¿por qué tenía que durar un estúpido año el curso lectivo? Suspiré y observé hacia un lateral, otra vez llegaba tarde a la cita ¿qué le pasaba a este chico?

Después de tres meses como novios oficiales mi chico de ojos verdes y pelo negro finalmente iba a ser presentado a mis familiares. No es que el pareciera demasiado ilusionado pero tenía que hacerlo a fin de cuentas él ya me había presentado a sus abuelos un día que, casualmente, nos vieron juntos.

Levanté la vista del suelo y finalmente vi cruzar la esquina a mi chico americano, era realmente guapo, aunque no tanto como..., suspiré, él llegaría hoy para cenar; tal vez ya estuviera en casa. Suspiré y miré hacia el cielo esperando la llegada de Mike, mierda tenía que dejarlo ya de una vez.

—Hola —saludó como si nada.

—Mike llegas media hora tarde —fruncí el ceño y él me devolvió la mirada— Se que estás nervioso y eso pero...

—Yo no estoy nervioso —rodó los ojos intentando ocultarlo. Honestamente solo se mentía a si mismo. Era obvio que lo estaba.

— ¿Pasa algo? —Negó con la cabeza y cogió mi mano— Seguro que te caen bien, ellos son muy buenos. Los quiero muchísimo.

— ¿Si no les gusto me dejaras? —Le observé extrañada. Ahí estaba su comportamiento neurohistérico. Siempre pensaba que le dejaría por cualquier cosa— Sakura te he hecho una pregunta.

— ¿Puedes parar con ese humor? Se supone que tenemos que estar alegres —Murmuré, a veces se ponía muy pesado— Te digo que eso no importa. Ellos te aceptarán.

El siguió caminando sin parar, daba grandes zancadas. Demasiado grandes bajo mi punto de vista pero sinceramente cuando estaba de morros era mejor no decirle nada. Lo aprendí aquel día en el que me dio voces en la calle porque se enfadó por una tontería. Fue realmente bochornoso.

Pedimos un taxi que nos llevó hasta casa, finalmente todos podrían conocerle, mis hermanos verían que ya no era necesaria su protección y que además era realmente feliz.

Durante el trayecto ninguno de los dos habló, ¿por qué justo hoy tenía que levantarse de mal humor? Vaya mierda, joder, que mala suerte tenía.

Al llegar a casa ambos salimos del transporte y pagué al conductor sus honorarios. Caminamos juntos hasta la puerta de entrada y abrí con las llaves la puerta de el gran hogar de los Uchiha. Bueno y el mío.

Pasamos hasta la sala donde vimos a un azabache en pantalón corto de deporte y camiseta de algodón espatarrado en el sofá. Si, definitivamente ese tonto había venido y encima se había quedado dormido. Solté una pequeña risita y Mike apretó mi mano fuertemente, le miré y sonreí esperando ver una sonrisa hermosa en su rostro. Oh por Dios ¿en serio? Suspiré, que se le iba a hacer el chico tenía el día tonto.

Yo no soy tu hermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora