Yo no soy tu hermana

Capítulo 8

Después de dos semanas sin saber de él, por fin mi chico de ojos verdosos decidió volver a hablarme.
Nunca me di cuenta de lo resentido que podía llegar a ser.
Sabía que no contestar a ninguna de esas trece llamadas no había estado bien, pero tampoco podía culparme por ello.
No me arrepentía de dejar en el aire esas llamadas, porque en esos momentos tenía algo más importante que hacer, que decirle lo que me había ocurrido en la media hora en la que habíamos estado separados. Suspiré.

Michael prometió llevarme al parque este sábado por la noche, es decir, dentro de unos diez minutos.
Hoy había una feria en el parque central de la ciudad.
Las casetas estarían colocadas bajo los cerezos, que lamentablemente por ser invierno no estaban en flor. Suspiré, me encantaba pasear por ese lugar en primavera.
Después de mirar las casetas y comer unos dangos veríamos los fuegos artificiales y mas tarde la hermosa lluvia de estrellas sobre la que la televisión llevaba hablando las últimas semanas. Definitivamente esta noche sería una de las más hermosas de mi vida.

Para la ocasión me vestí con un vestido de cuadros verdes y grises corto y una chaqueta de color gris. A juego llevaba las calcetas, que me llegaban hasta las rodillas y del mismo color abundante en el vestido, es decir, el verde. Como complementos llevaba una boina de lana en mi cabeza, un bolso de color gris cruzado y botas altas de tacón por debajo de la rodilla. He de reconocer que iba de lo más mona con esa ropa.

Me agaché a coger el bolso y miré que nada faltara, resultaría algo horrible que algo importante se me olvidara en casa. Una persona silbó tras de mí asustándome y consiguiendo que mi cara se sonrojara ¿hace cuanto que estaba ahí?

— ¿Cuánto tiempo llevas ahí? —pregunté bastante avergonzada, oh por Dios.

— ¿No cogerás frío ahí abajo? —preguntó mi hermano mediano burlón. Me llevé las manos a la falda e intenté sin suerte bajarla mas ¿cómo iba a hacerlo si era mini?— Estás completamente colorada y solo soy yo quien te mira —comenzó a reír— ¿Qué pasará cuando él te vea?

—No te importa —respondí mogona a sus palabras— ¿Por qué siempre te ríes de mi? Soy una señorita, es normal que lleve vestidos cortos y tacones.

—No he dicho lo contrario pequeña —apreté los puños ¿pequeña? Y el gilipollas— Estás muy guapa, serás la envidia de todas —me sonrió y mis mejillas se tiñeron de rojo— Tienes rojas las orejas —comenzó a reír.

—Siempre con lo mismo —colgué mi bolso cruzado y di un fuerte suspiro— ¿Tu que harás?

—Eso no importa demasiado, preocúpate por tu cita y pásalo genial ¿de acuerdo? —Asentí y miré fijamente a Sasuke— Perdona por lo de las dos últimas semanas, yo fui el culpable de todo —me acerqué a él y coloqué mi mano en su mejilla derecha— Pareces tú la hermanita mayor.

—Bueno no puedo evitar preocuparme por un hermano tan desastroso como tú —sonreí y lo abracé— No fue tu culpa, me necesitabas a tu lado y mi deber era estar allí contigo.

Sentí su mirada fija en mí, parecía... ¿sorprendido? No sabía si era esa exactamente la palabra pero desde luego no era el Sasuke que había entrado hace unos minutos en el cuarto ¿qué le pasaba?, ¿a qué venía esa expresión? Nunca entendería a Sasuke.

—Vete y dame un respiro ¿de acuerdo? —dijo tras un resoplido, arrugué la frente, sin duda mi hermano era lo más extraño del universo.

—Nos vemos más tarde —besé su mejilla y corrí hacia la calle puesto que mi novio acababa de darme un toque al móvil.

Subí en el coche y besé los labios de Mike, quien me sonrió al ver lo feliz que estaba al saber que ya no se encontraba de un humor de perros.

Mi maravilloso estadounidense comenzó a conducir mientras que yo le observaba de reojo ¿no iba a decirme lo guapa que estaba? Cualquiera se fijaría en una chica que ha tardado tanto en arreglarse para verse sexy, suspiré y me miró por el rabillo del ojo.