Capítulo 3

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Capítulo 3

El despertó por la alarma, sintiendo sus ojos hinchados y ardiendo, su cabeza se sentía dilatada y dolorida, bien, estaba comprobado que llorar en la noche era una muy mala idea.

Personalmente odia llorar, porque una vez empieza es como un grifo abierto y encima con la tubería quebrada, no puede detenerse, no tiene pare, algo lo hace llorar y entonces el lloraría por cada cosa que normalmente lo hace sentirse mal pero que se aguantaría y lo peor es que una vez empieza tarda demasiado tiempo para que termine porque su cuerpo se niega a que deje de salir agua y solo se detiene el flujo cuando cae rendido entre sus almohadas, agotado y dolorido, con la nariz tupida y el rostro muy rojo, sin poder derramar una lágrima más.

Cuando sus ojos luego de una lucha lograron abrirse y silenciar por fin su celular llegó otra de las razones por las que odia llorar, siempre que lo hace a su cuerpo le cuesta mucho salir del mundo de sueños en el que al parecer se siente protegido y ahora estaba tocando una de esas tantas alarmas que pone cada 5 minutos para asegurar despertarse, lo irónico es que ha escuchado la última y está más que atrasado.

Cuando salió de su habitación con el propósito de recorrer el pequeño tramo que lo separaba del baño alarmas se activaron en su sistema como una sirena de incendios.

Olía a huevos, un poco quemados pero olía a huevos y eso solo podía significar dos cosas:

Su madre había despertado.

Ella había hecho el desayuno cuando el solía dejarlo hecho o simplemente no desayunar.

Y eso junto solo lleva a una palabra, peligro.

Su madre usualmente parece hervir de odio por él, teniendo presente que estaba enfurruñada desde la noche anterior porque según ella su padre se había enojado por su culpa y que mientras lloraba no escuchó al hombre llegar entonces puede asumir que su madre estaría más “sensible” de lo normal y si no actuaba rápido y salía de ahí la tomaría con él, como siempre.

Joder, era la peor situación para quedarse dormido y toparse con su progenitora y sin embargo ahí estaba.

El corrió al baño, el encuentro con su madre era inevitable pero aún así tenía que procurar arreglárselas para llegar al colegio antes de que cerraran el portón.

Mierda, quedarse fuera por su impuntualidad solo empeoraría las cosas.

El se duchó tan rápido como fue humanamente posible y salió del cuarto de baño con el cabello mojado, la camisa del uniforme a medio abotonar y la corbata colgando en su cuello, era la definición del apuro y la desesperación y aún así su madre lo detuvo a medio camino a tomar su mochila del suelo junto a la puerta, donde había quedado anoche.

Jimin estaba paralizado frente a ella, mientras era observado como un pequeño insecto.

─Ven a la mesa─ ordenó como si nada, pasando frente a él sin darle una segunda mirada, tan relajada que Jimin sintió un escalofrío subir por su columna dorsal.

Ella tenía algo en mente.

Asustado y frustrado consigo mismo obedeció, caminó tranquilamente hasta tomar asiento junto a su madre que ya lo estaba esperando ahí mientras servía el desayuno en los platos.

Ella dejó uno frente a cada uno, dejando el de Jimin con un poco más de fuerza de la necesaria sobre la mesa, él trago observando como ella comenzaba a comer con una expresión neutra, si no la conociera pensaría que solo se preocupa porque no vaya a la escuela con el estómago vacío, como si su madre llegara a sentir una pizca de preocupación por él, simplemente ridículo.

Hellsky | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora