Capitulo 24

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Ambos se levantaron de la mesa en silencio, Cristóbal miró a Isabel para que se encargara de Victoria.  Como todo un caballero deja que vaya delante, pero aprovecha para agarra su cintura para pegarla a su cuerpo y susurrarle al oido.

–Te quiero–

–Yo también te quiero Cristóbal –dice en un tono de seriedad.

–Estás muy seria conmigo –comenta. Pasaron frente a la escalera encontrando un sobre tirado en el piso. Cristóbal se acerco lo agarra. –¿Que será?–se pregunto. Lo observo dandole vuelta para encontrar un remitente.

–¡Ábrelo!–pide Carolina.

–Sí, en mi oficina –dice mirando la carta. Le coloca la mano en la cintura para que siga por el pasillo para llegar a la oficina de la casa. Carolina no tiene la paciencia para esperar por Cristóbal para que le abra la puerta, y con brusquedad la abre dejando a Cristóbal incomodo.

–Cristóbal, espero que seas sincero conmigo. No pretendo juzgarte, sino todo lo contrario apoyarte y ayudarte si esta en mis manos. Si no eres sincero conmigo cómo entenderte –vocifera. Carolina se queda mirando por la ventana, mientras escucha como Cristóbal cierra la puerta de la oficina privada.

–¿Qué quieres saber Carolina? –indaga.

–¿Por que regreso la madre de Victoria? ¿Por qué te abandono? ¿Qué hiciste para que se fuera? –cuestiona, al escuchar esa última pregunta a Cristóbal se le encendió el mechero.

–Yo no hice nada. –hace una pausa– al contrario le di todo lo que una mujer puede esperar de un hombre como yo –expresa. Carolina se le queda mirando esperando que continue con su discurso, al ver que pasan los segundo y no dice nada.

–¿Qué le diste? –pregunta. Carolina tiene una idea de lo que representan esas palabras, pero quiere escucharlas de la boca de Cristóbal.

–Le di estabilidad, amor, comodidad, todo lo que ella quería se lo daba sin ningún reparo –responde tajante.

–Si le diste todo, ¿por qué te abandono? ¿Por qué dejo a Victoria? –cuestiona.

–Por egoísta, una mujer que piensa solo en ella. No le importo su hija ni su matrimonio. No me dolió que se fuera, lo que sí me dolió fue que dejara su hija como si fuera un cachorro –dice molesto cerca de la cara de Carolina.

–Okey... entiendo. ¿Qué hizo? ¿Por qué se fue? – indago, sabiendo que Cristóbal esta llegando a su limite. Lo vio respirar profundo, buscando la paciencia que esta perdiendo por la confrontación con Carolina.

–Éramos muy jóvenes, ella era muy joven tiene 27 años, en ese momento tenía 24 años y yo recién 30 años. Victoria tenia apenas unos meses. A ella le encanta viajar, llevar una vida de lujos y le daba todo, pero yo tenia que trabajar. –Carolina se le acerca colocando la mano en la mejilla de Cristóbal– En ese entonces era la mano derecha de Altagracia, ya sabía que iba asumir la presidencia. Ella quería que viajáramos mucho, casi cada tres meses y de vez en cuando quedarnos en un hotel –se separo de ella caminando hacia la ventana–. Mientras no estuvo Victoria la complacía mucho, pero al llegar mi hija era muy chiquita para llevárnosla, ella siempre quería dejarla con Isabel –resopla. Ella se le coloca en la espalda colocando su mejilla.

–Si la complacías según me dices, ¿Por qué te dejo? –indago. Cristóbal se voltea para agarrar las mejillas de Carolina y dejar un casto beso. 

–La encontré con mi mejor amigo en mi propia cama –suspira– Isabel fue con la pequeña al supermercado. Yo tuve que venir por unos documentos que se me quedaron. Cuando vi el auto de mi mejor amigo, y no lo encuentro en la parte de abajo subo las escaleras y voy directo a mi habitación –sonríe sarcástico– Cuando entre me lleve tremendo balde de agua fría. Él era mi confidente le contaba mis problemas con Rebeca –expresa.

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