Capítulo 11

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Se sentó de golpe en la cama al escuchar el despertador. No quiere llegar al trabajo. No sabe cómo lo va a mirar a la cara después de ella haber salido corriendo con el beso que le dio. Qué explicación le va a dar o ella a Cristobal por salir como toda una cobarde. Salió de la cama directo al baño, su vejiga va a explotar.

Al salir del baño aseada casi vestida porque le faltaba los zapatos color negro. Maquillarse. Arreglarse el pelo. Miro el reloj tiene tiempo hasta para desayunar tranquila. Decide hacerse un cola de caballo para olvidarse de su pelo. Al terminar de arreglarse agarro su cartera y el celular para salir de su habitación. Al bajar las escaleras se encontró con una Irina levantada.

–Ese milagro –exclamo.

–No puedo dormir de la preocupación –comenta.

–Tranquila, solo se tú y sobre todo honesta con ese hombre –le acaricia el hombro– sino se hace cargo, aquí estamos los tres para ayudarte en todo –informa.

–Lo sé, es la mejor familia que pude tener –dijo dandole un abrazo.

–Ve a dormir un rato –mira su reloj– todavía puedes dormir tres horas –expresa.

Le da un beso, se va directo a la cocina. Al entrar el olor del desayuno le revuelca el estomago. Se sienta en la butaca con un desayuno servido.

–Para mí, o ¿tiene nombre? –indaga.

–Era para Irina, pero al servírselo, le dio nauseas por lo que e fue para su habitación –explica.

–Pues todo mío –dice agarrando el tenedor para empezar a comer los huevos revueltos. Se concentro en su desayuno para no pensar en lo que se avecina en su trabajo. Miro su teléfono varias veces para ver las redes sociales.

–¿Tan callada? –pregunta Carmen.

–Yo, para nada –responde pero sigue en su desayuno.

–¿Que te pasa? Y no me digas nada porque no te voy a creer –expone.

–Bueno... –niega con la cabeza– olvídalo –pide.

–Nada de olvidado –hace un gesto con la mano– empieza hablar –presiona.

–Si un hombre te besa a la fuerza –hace una mueca–, pero a ti te gusto. ¿Esta mal? Fue sin mi consentimiento –suspira, pero continua–. Entiendo que no esta bien, pero no se debe forzar a nadie. Tengo un enredo en la cabeza de Dios padre –comenta.

–Estas enamorada –notifica.

–Claro que no –replica.

–Claro que sí, te brillan los ojos al hablar de ese hombre y eso que no haz dicho su nombre –comenta.

–Mejor me voy –dice, mientras se levanta con el desayuno casi terminado–Gracias por el desayuno y el almuerzo –agarra el bulto con la comida. Sale como una cobarde por la sala hasta llegar a la puerta principal para salir a buscar su auto. Al encontrarlo le quita la alarma para poder montarse y encender el auto.

Prefirió mantener la emisora apagada no quiere que nada le recuerde al beso, va a intentar pensar que no paso nada, es lo mejor se dijo. No paso mucho tiempo cuando le llego esa imagen a su cabeza. –Como le hubiera en cantado que fuera de otra forma,–pensó. Al estar casi frente a la empresa vio el estacionamiento, su respiración se acelero nada más pensar que va a ver a Cristobal.

–Tienes que controlarte Carolina –exige.

Entro al multi-piso para estacionar su auto. Se percato que la plaza de Cristobal esta ocupada, no era el auto habitual de su uso. Se estaciono con la esperanza que el auto fuera de otra persona. Agarro sus cosas para salir, al cerrar la puerta coloco la alarma.

Corazon de PiedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora