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—☁️—



             El dolor no era cosa nueva en su vida, pero estaba segura de que nunca había sentido uno parecido al que oprimía su pecho esa noche. Lo peor es que ya lo veía venir y aún así la sensación era horrible.



Todas esas veces en las que Bruce le dijo que era su chica, en las que le hizo sentir como si fuera su mundo entero pasaban por su cabeza como una canción en repeat cuando detuvo la mirada en esa pequeña nota que formaba parte de su rutina al levantarse. Respiró hondo cerrando los ojos para después tomar la chaqueta del respaldo de la silla junto a la mochila del piso.




La noche anterior le parecía borrosa y si era honesta, todo lo era desde que Bruce apartó su vista de la suya. No se detuvo a desayunar ni a saludar a su madre que se preparaba para salir, fue directo al auto que parecía odiarla pues al encenderlo, cierta banda comenzó a sonar por las bocinas. La mezcla que Bruce le hizo estaba reproduciéndose.



Sintiendo las lágrimas nublar su mirar, cambió a la radio con rapidez. Esta era la parte que más odiaba de la situación, esa que quería evitar pero que olvidó teniendo la sonrisa de su amor al lado. Ahora no podía escuchar Nirvana sin pensar en él, no podía ver el atardecer sin recordar su primer beso y no podía estar bajo el cielo estrellado sin esperarle, sin extrañarlo.



Cuando menos se dio cuenta ya estaba entrando a la habitación de Alfred cuyo rostro se iluminó al instante. Aún parecía cansado pero esa gentileza en él no se la arrebataba nadie.



—Hola, Alf—le saludó quitándose los audífonos con música alta para evitar perderse en sus pensamientos.



—Señorita Walker—respondió sonriendo—me alegra verla. ¿Sucede algo?



—No, nada—trató de sonreír pero estaba segura de que lo que hizo era de todo menos una sonrisa—sólo quería pasar a verte antes de ir a clases.



—Oh, no debió. No quiero interferir en su rutina.



—Pero quería—se encogió de hombros deteniéndose al pie de la cama—así como también te quiero a ti. ¡Y mírate! Ninguna bomba es rival del grandioso Alfie Pennyworth.



—No, supongo que no—reía pese a que todo le dolía al hacerlo—¿sabes cómo está Bruce? Me dijeron que anoche estuvo aquí, con usted.




Beth bajó la mirada cambiando por completo su postura, cosa que Alfred notó pero prefirió no hacer preguntas.




—Si, él está bien. De seguro vendrá en un rato más así que es mejor que me vaya—metió las manos en los bolsillos de su chamarra de mezclilla—trataré de regresar hoy, si no, te veo mañana.



Asintió sonriéndole como siempre, con cariño. Ella le devolvió el gesto antes de darse media vuelta y salir.



Hace mucho tiempo que no se sentía de esa manera: tan desubicada, tan distante. No recordaba una sola palabra que le fue dirigida durante el día e incluso se fue sin despedirse de sus amigos. Sabía que tenía que reponerse al menos para el evento de elección pero le resultaba tan difícil no pensar en Bruce cuando estaba en todo lo que hacía y lo odiaba con todas sus fuerzas.



La puerta de su habitación se abrió cuando descansaba sentada en el suelo a un costado de su cama con la computadora sobre su regazo.



—¿Beth?—preguntó su madre, ella levantó la mano para que pudiera verla—hablan de Bruce en la televisión.



—Qué novedad.



—¿Entonces ya sabes que el Acertijo quiere ir tras él?



Detuvo sus dedos a escasos milímetros de las teclas. La corriente eléctrica característica de la ansiedad le recorrió haciéndole dejar de lado lo que hacía para ir directo a la televisión de abajo.



Una cosa era que el Acertijo tuviera esa enfermiza obsesión con Batman y otra totalmente diferente que quisiera herir a Bruce publicando un video sobre los antecedentes de su familia. Nunca había pensado mucho el pasado de Thomas y Martha porque sabía que Bruce no tenía la culpa de sus errores. Ojalá el asesino pensara lo mismo.



—Espero que estés escuchando Bruce Wayne, este también es tu legado—decía su escalofriante voz—y Gótica necesita que respondas por los pecados de tu padre. Adiós.



Metió la mano a su bolsillo tocando el celular que descansaba dentro. Estaba segura de que mucho de lo visto también era información nueva para él y quería llamarle para saber cómo estaba, quería ir a la Torre y sostener su mano hasta que fuera suficiente.



Pero no hizo nada de eso. Se limitó a aguantar el nudo en su garganta regresando a su habitación para continuar con la introducción del reportaje de mañana. No muy alejado de ello, Bruce regresaba del Iceberg Lounge tras hablar con Falcone respecto a su padre. Pese a que lo que escuchó sonaba muy convincente, también sabía que ese hombre no era de fiar así que decidió esperar a que Alfred se recuperar un poco antes de cuestionarle en búsqueda de más información. Pero lo único que terminó entendiendo es que así como pudo haber sido Maroni, pudo hacerlo Falcone o un simple ladrón.



—Tú siempre te has culpado, eras un niño pequeño, Bruce—el mencionado bajó la mirada ante las palabras de Alfred—veía todo ese miedo en tus ojos y no sabía cómo ayudarte. Podía enseñarte a pelear pero no estaba capacitado para cuidarte. Necesitabas un padre pero sólo me tuviste a mí. Lo lamento.

—No lo lamentes, Alfred—se encontró con sus ojos cansados por un momento antes de buscar la manera de decir lo siguiente—jamás creí que sentiría esa clase de miedo, creí que lo había dominado—hizo una pausa—la verdad no me asusta morir. Ahora entiendo qué hay algo que no he superado y es el miedo de volver a vivir eso de nuevo...perder a alguien que me importa.



El hombre de la camilla le sonrió amablemente ofreciéndole su mano, la cual tomó sin pensarlo. Un simple gesto que le mostraba el apoyo y cariño que le tenía.



—Es por eso que alejó a la señorita Walker ¿no es así?—él le miró confundido—vino esta mañana y pude verlo en sus ojos.



—No podía ponerla en riesgo—murmuró.



—Esa no es una decisión que te corresponda hacer. Los riesgos siempre estarán presentes, por eso es importante saber cuáles valen la pena tomar—ladeó un poco la cabeza, escuchándole atento—el que ella se haya quedado pese a saber que llevas una doble vida significa que eligió permanecer a su lado sin importarle lo demás. Estoy seguro de que si hablan todo se resolverá. Ya verás.



Permaneció en silencio analizando lo dicho por Alfred, no lo había pensado así. A Beth nunca le importó si tenía dinero o si usaba su tiempo en hacer nuevos gadgets, incluso le daba ideas para nuevos proyectos. Suspiró dándole la razón. Entonces al levantar la vista pudo verla en el cielo: su señal. Gordon le necesitaba.

afterglow     ⸺     bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora