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—☁️—

               

                  Beth amaba ver las decoraciones navideñas pasar por la ventanilla del auto, había algo fascinante en las luces de colores y el ambiente tan hogareño que daban. En la radio sonaba una canción aleatoria tranquila a la cual no le prestaba mucha atención, entonces, se dio cuenta del silencio.




Frunciendo el ceño algo confundida considerando que hace un par de minutos escuchaba esa alegre vocecita platicar. Miró por su hombro hacia el asiento trasero sólo para encontrar a Dick durmiendo plácidamente con el rostro recargado en la puerta del auto.




—¿Qué pasa?—preguntó Bruce.




—Dickie se quedó dormido.




—Bueno, por lo menos ya sabemos que sólo se necesita un par de rebanadas de pastel, una malteada de tu abuela y correr como loco en el patio con Evan—bromeó haciéndole sonreír.





—¿Nada más?—dijo mirando a su novio en el asiento del conductor.




Él soltó una risita negando. Un mechón de cabello castaño caía sobre su frente y la chaqueta negra le cubría del frío que se colaba al auto. Cuánto amaba su perfil despreocupado y las luces de la ciudad reflejándose en sus ojos.




—¿Cuándo fue la última vez que salimos?—preguntó cambiando de tema—me refiero a sólo tú y yo, sin tener que pasar a McDonalds por una cajita feliz antes de regresar a casa.




—Amas ir a McDonalds—respondió divertida.




—Un poco, si—admitió mirándole por un momento—pero pensaba en que quizá podríamos salir como antes de que estuviera Dick. Ya sabes, esas citas donde no hacemos nada más que escuchar tus playlists y platicar de cualquier cosa que tengamos en mente...¿qué tal el fin de semana?




—Sabes que contigo cuando sea a donde sea—la sonrisa de Bruce creció—y podemos aprovechar la propuesta de Evan al querer ser el tío cool que le enseña a jugar videojuegos y le deja dormir tarde.




—No sé si debería alegrarme o aterrarme con eso.




—Buen punto—le dio la razón sin dejar de mirarle.




No mucho después, se encontraba cerrando con cuidado la puerta de la habitación de Dick evitando a toda costa hacer ruido, Bruce lo llevó directo a la cama donde ella le arropó como de costumbre. Debía admitir que algo dentro suyo se derritió al verle teniéndolo en brazos, al notar lo cómodo que lucía Dick.




—Ni cuando le cobijé soltó su juguete nuevo—le comentó en voz baja a Bruce, quien esperaba en el pasillo—mi abuela sí que sabía lo que hacía al regalarle ese peluche.




—Toda tu familia ha sido muy amable con él—ambos comenzaron a caminar en dirección a las escaleras, mismas que bajaban tranquilamente—recibiéndole gustosos y dándole regalos.




—Sorprendente ¿no?—soltó una risita pisando el último escalón—sé que no soy muy importante para ellos pero el ver que Dick sí, es más que suficiente.




Bruce se detuvo enfrente suyo y a su propio ritmo, acarició su cabello suelto con delicadeza. Como respuesta, ella le miraba con atención.




—¿Qué?—preguntó confundida, llevando una mano al pecho de Bruce aún cubierto por la chaqueta negra.




—Nada. Sólo me gustas mucho.




—Que bueno porque soy tu novia—él sonrió.




—La suerte que tengo—la joven desvío la mirada sonrojada, probablemente nunca se acostumbraría a ese tipo de trato—y hey, sobre los regalos...aún no terminan.




Beth ladeó la cabeza con cierta curiosidad. Los dos se daban pequeños detalles tan seguido que a fechas como estas no le daban mucho énfasis. Él le tomó de la mano para guiarle hasta el sofá cerca de la chimenea, siendo de uno de los tantos libros apilados que tomó una caja arreglada torpemente con papel de regalo navideño y un gran moño verde.




—Bruce, no era necesario. Digo, ya me tienes viviendo más que bien.




—Esto es especial—le extendió el objeto—por favor...




Apretó los labios para luego tomarla de su agarre. No recibía regalos en esta fecha desde los 12 años por lo que parte suya estaba emocionada por saber qué había dentro, esa sensación en su estómago crecía y crecía con cada trozo de papel que quitaba hasta que finalmente llegó a lo que parecía una caja de zapatos.




—¿Stinky?—dijo en voz baja con los ojos muy abiertos de la sorpresa.




Imaginaba de todo menos ver al juguete de su infancia una vez más. Dejó caer la caja en el sofá para sostenerlo con ambas manos, como temiendo que le fuese arrebatado de nuevo.




—La vez que lo mencionaste pude ver en tu rostro que lo extrañabas. Así que entré al ático de tus padres a buscarlo hace unas semanas. Estaba roto...—metió las manos en los bolsillos de sus jeans oscuros—hice mi mejor esfuerzo para arreglarlo. Espero no te moleste.





Sonrió viendo el peluche, con lágrimas a nada de salir, en una mezcla de nostalgia y alegría. Se lanzó a sus brazos rodeándole por el cuello con fuerza. Era hasta poética la manera en que Beth veía la situación: sus padres le arrebataron eso que simbolizaba su felicidad y confianza de pequeña, pero Bruce lo arregló y devolvió años más tarde.




Él sonrió un poco recibiéndole con el mismo afecto. Suspirando, se separó para limpiar sus mejillas húmedas con las mangas de su suéter tejido.




—Espera un momento—frunció el ceño pensando de nuevo en las palabras dichas segundos antes—¿entraste al ático de mis padres? ¿en qué momento pasó eso?




—Bueno, fácil no fue. Tu mamá tiene el sueño muy ligero. Pero tampoco es la primera vez que entro a escondidas ¿recuerdas?




—Ay, Dios. Lo hiciste por la madrugada y usando tu traje—bajó la mirada sin decir nada—Bruce Wayne, te amo como no tienes idea.




Sin soltar al perro rosado, se acercó a él para besarle siendo una sorpresa para Bruce pues pensaba que se molestaría, pasando todo lo contrario. Obviamente no se negó al gesto y le correspondió tomándole por la cintura como de costumbre.





—Ahora iré a prepararte un té caliente para que puedas llevarte mientras lloro en silencio porque no te merezco—sonrió depositando otro corto beso en su mejilla.

afterglow     ⸺     bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora