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Si Beth permanecía dentro, la ansiedad de no hablar con Bruce le terminaría matando, es por eso que decidió salir a caminar. Ir al kiosko de revistas doblando la esquina fue la mejor idea que se le pudo ocurrir así que tomando su amada sudadera negra, algo de dinero y celular con audífonos emprendió su camino.



El aire movió su cabello con suavidad en cuanto puso un pie fuera del edificio. Miró al cielo que permanecía gris, suponiendo que una llovizna se aproximaba. Hacía frío, algo típico por las fechas y estación del año. Para ser relativamente temprano, notó mucha gente caminando a su alrededor en dirección a los locales cercanos pues faltaban casi tres semanas para navidad y varias tiendas aprovechaban para sacar promociones engañosas durante todo el mes.



Se detuvo al borde de la acera esperando el alto del tráfico con las manos en los bolsillos y Phoebe Bridgers cantándole a los oídos. En realidad no pensaba en nada en específico, más bien mantenía la ruta a su destino en repetición como era de costumbre gracias a su TOC. Al cruzar la calle su mirada encontró una escena que le hizo viajar muy lejos pese a estar inmóvil: una niña junto a su padre jugando en los charcos que la noche anterior dejó.



Ambos se veían tan felices de compartir tiempo con el otro ¿porqué no pudo tener ella lo mismo? ¿qué hizo mal para perderlo? Quizá algunas personas simplemente no estaban diseñadas para tener ese lazo. Suspiró volviendo a caminar visualizando el pequeño establecimiento en la esquina del parque.



Habían muchas opciones exhibidas pero su atención se fue a aquellas revistas sobre chismes de estrellas, dinosaurios y temas paranormales. Si buscaba distracción definitivamente la obtendría en esas opciones. Tomó una de cada una y pagó para después emprender su camino de vuelta a la Torre llevándolas abrazadas hacia su pecho.



Cuando menos se dio cuenta ya estaba recorriendo los pasillos de su actual hogar. Saludó a Dory encontrándosela en la cocina de donde sacó una buena provisión surtida de dulces —cuyas bolsas Bruce y ella mantenían escondidas de Alfred—, terminando por fin refugiándose en la biblioteca.



Allí tenía vista a la ciudad gracias al largo ventanal que tanto le gustaba. Se deshizo de la sudadera quedando en una playera de manga larga así como de sus botas para recostarse en el sofá en forma de "L", estirando sus pies cómodamente y recargando su espalda en el ancho cojín.



No supo cuánto tiempo pasó pero llevaba dos revistas y más de seis envolturas en la mesita continua cuando sintió la presencia de alguien más en la habitación. Sin despegar la atención de su artículo sobre fósiles pudo ver por el rabillo del ojo a Bruce quien se sentó a medio metro de distancia.



—Tu nueva idea—habló observando la revista sin mucha atención—sobre cazadores. ¿Eso no va en contra de todo lo que llevas escribiendo hace años?



—Quizá—respondió girando la cabeza para verle, encontrándose con sus ojos cansados. Una leve ola de felicidad le invadió al escuchar que no fue ignorada pese a la actitud que tuvo—pero creo que es mil veces mejor que el cliché en que me enfocaba. Ahora tengo a dos hermanos que han pasado toda su vida siguiendo el legado de su padre cazando, hasta que se dan cuenta que no todo es como él se los pintaba.



—Es una idea muy interesante.



—¿Lo dices como novio, mejor amigo o potencial lector?—bajó por completo la revista.



—Uh...los tres.



Ella sonrió ante su respuesta y levantó una mano para acomodar parte de su cabello fuera de su rostro. Le alegraba interactuar con él luego de una mañana difícil. Sólo necesitaba algo de tiempo.



—¿Puedo quedarme un rato?—preguntó—contigo.



—Por supuesto que si—buscó con la mirada más allá de él uno de los cojines pequeños que usualmente eran decoración y dejando la revista de lado se estiró para tomar uno, poniéndolo sobre su regazo—ven aquí.



Beth sabía exactamente lo que Bruce necesitaba en aquel momento aunque no lo expresara lo suficiente y eso era porque había pasado por lo mismo cientas de veces. La diferencia era que ahora había alguien que sabía interpretar sus necesidades. Y viceversa.



Sin pensarlo dos veces puso su cabeza sobre el cojín con mirada al cristal de enfrente, ella descansó su mano sobre su hombro.



—Las cuerdas no se rompieron solas, alguien las cortó por la manera en que los hilos se separaron—comenzó a pensar en voz alta como usualmente lo hacía cuando requería su ayuda—pero no hay indicios de conflictos entre los empleados del circo. Son como una familia y se conocen desde hace años. Debió ser alguien fuera del círculo.



—¿Algún miembro nuevo?



—Ese fue mi primer pensamiento, pero no hay nadie que haya entrado en los últimos cinco años.



—Bueno, es seguro que nada es mera coincidencia en Gótica. ¿Qué tal si hay un maniaco que disfruta hacer ese tipo de crimen en lugares públicos? Leí que la función estaba llena.



—Revisé los expedientes de todos los posibles responsables con esas características...debe haber algo que se me pasó por algo, quizá debería revisar de nuevo las carpetas.



—Si, quizá. Pero que sea después de dormir un rato.



—No necesito dormir.



—Por supuesto que sí. Descansar un poco no te hará daño y tu mente podrá funcionar como de costumbre otra vez.



—Buen punto...pero sólo diez minutos. Eso será más que suficiente.



Beth soltó una risita negando ante su terquedad. Pasaba seguido y era un cuento de nunca acabar; se negaba a dormir para continuar trabajando, su mente se cansaba por el agotamiento acumulado así que le convencía de dormir aunque fuesen esos dichosos diez minutos y cuatro horas después despertaba como nuevo olvidando que sólo lo haría por ese corto tiempo.



—Esperemos que si—respondió comenzando a pasar los dedos suavemente sobre su lacio cabello.



Notó que finalmente estaba descansando no mucho después al sentir su respiración tranquila y constante.




Se había leído todo lo que la prensa tenía al respecto del caso Grayson y pese a sonar algo sencillo sabía que en una ciudad como Gótica tardaría el doble de lo normal resolverlo. Puede que no que lo haya dicho pero lo conocía lo suficiente para saber el porqué estaba tan enfocado en los hechos y es que entre más lo pensaba menos creía que era coincidencia empezando porque parecía repetirse la historia que le rompió a los diez años. A excepción que esta vez sí existía alguien que se interesara lo suficiente por brindar justicia y desde luego, por el único sobreviviente de la tragedia.

afterglow     ⸺     bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora