Dejalo Salir

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Junio.

Lunes.

Eran casi las 7 de la mañana y Alex llevaba más de tres horas al piano, con el paso de los días sus pesadillas se volvían cada vez peor y menos podía dormir, también sumándole la manera más adecuada de ayudar a Phoebe. Ella no esta inocente como sus padres piensan, es astuta y perspicaz, siempre pendiente a los pequeños detalles, si no cuidaba lo que le decía, se daría cuenta, tenía que ser precavida.

Esa semana tenía muchos compromisos, su antigua asistente además de ser desordenada en cuanto a la oficina también lo era en la agenda de Alex, la semana la tiene repleta de presentaciones y ensayos con varios cantantes y agrupaciones, si sus pesadillas seguían así, no resistiria la semana.

El cuerpo de Alex es muy voluble, su cuerpo quema las calorías mucho más rápidos que otros, además de que también su sistema inmune es muy débil, Alex debe pasar por un constante chequeo médico, sus glóbulos blancos consumen todo su cuerpo. En sus primero años sufrió de desnutrición severa y no recibió los cuidados necesarios en ese entonces, ahora debía vivir con las consecuencias de eso.

En la casa de Christina y Ana, su pequeña estaba igual que antes, apenas si tocó su desayunos y en la noche ni siquiera ceno, no sabían qué decirle para que lo hiciera.

Phoebe por otra parte, se sentía triste y cansada, lloro hasta que se durmió sin darse cuenta, no ceno la noche anterior, se estaba moría de hambre, pero se negó a comer, como debería hacerlo, no lo hizo, tenía miedo que las palabras de su prima se hicieran realidad, también tuvo que ocultar las marcas moradas, a cada lado de sus mejillas, ella tenía la piel de su madre, la cual era muy sensible.

Al llegar a la fundación fue directo a la oficina de Alex, se tomó un poco extraño no encontrarla al llegar, Alex siempre llegaba temprano. Comenzó a ponerse al día con lo que tenían que hacer, Alex tenía práctica con las bailarinas de Justin Bieber, para un nuevo concierto y después un tango con unos bailarines de argentina, todo eso era en la tarde. Aun no entendía como Alex podía con todo.

Estaba distraída guardando los últimos informes del piso de electronica, esos chicos quemaban muchos cable, cuando la alerta de un nuevo mensaje la distrajo.

Es un hecho, tus días están contados sobras, te iras de la familia, en todo caso, nunca diste la talla para ser parte de ella, gorda estupida.

No fue necesario ver el remitente, sabía muy bien quien lo escribio. Sus ojos se llenaron de lágrimas al volver a leer la parte de que sus días estaban contados. Que había hecho mal?, como lo arreglaria y evitará que la manden quien sabe a donde, no se quería ir, quería seguir con sus padres, sus abuelos, la fundación, Alex, en una semana se había encariñado mucho con ella, le había tomado la palabra, la sentía como una hermana. Poco a poco se fue dejando caer en el suelo, mientras las lágrimas bajaban por sus mejillas.

Alex había llegado a la hora de siempre a la fundación, pero no pudo subir directo a su oficina, Caled la entretuvo unos minutos, el piso se estaba quedando sin espacio, cada vez eran más chicos los que se añadían, junto con los equipos no se estaba volviendo un lugar seguro. Alex le dijo que buscaría una solución al problema, la seguridad de los chicos era muy importante para ella.

Otra cosa más que hacer en la semana─ pensó recostada en el ascensor.

Tenía mucho trabajo, demasiado, no sabía como lo terminaría y lo peor es que su cuerpo ya se sentía débil, podía manipular cualquier cosa de las indicaciones de su médico, menos sus horas de sueño, minimo debia dormir por seis horas y apenas llegaba a cuatro, sus malditas pesadillas no la dejaban tranquila, debía descansar en la noche, pero no lograba hacerlo aunque lo deseara mucho. Pero todos esos pensamientos se fueron a segundo plano al encontrar a Phoebe llorando el en piso.

La Otra Hija De Anastasia Y Christian GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora