Desde que nació, Shoto siempre ha sido un dormilón.
Solía acostarse en las piernas de su hermana Fuyumi, quien lo tapaba con una manta. Sus hermanos mayores adoraban verlo descansar tan tranquilo con esa burbuja de moco saliendo de su narizita. Incluso siendo ya un muchacho, a menudo sigue haciendo lo mismo.
Cuando va de viaje (ya sea escolar o en familia) duerme profundamente hasta llegar a su destino. Si no lo despiertan, por él mismo nunca despertaría.
Es un milagro de verdad que en clases no lo haga, si no, se llevaría un buen regaño de los profesores.
Cuando iba en preescolar, deseaba ser uno de los perros callejeros que veía dormidos en la calle.
En fin, Shoto siempre ha tenido sueño.
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