Hacía poco tiempo que Shoto y tú empezaban a salir. A pesar de estar en grupos diferentes, la chispa del amor se había encendido entre los dos.
Llevaban un mes de ser novios y casi nunca se veían. Eso los ponía tristes; la necesidad de estar uno al lado del otro aumentaba cada día más y más.
Por fin tuvieron más tiempo libre. Estaban en la época invernal, pasearon juntos por un parque cercano a la escuela, en donde la gente solía pasear a sus perros, los niños jugaban y las parejas y amigos pasaban ahí el rato.
Se sentaron en una banca y él, bajó tu bufanda y te plantó un beso. Poco a poco la intensidad de los besos subía hasta llegar al punto de que te sentó en sus piernas y llegó a besar tu cuello en dos ocasiones.
Pero eso no fue todo, también te tocó el busto de manera leve y discreta. Amabas que fuera romántico, dulce y sensual a la vez contigo. Parecía ser un chico inexpresivo pero contigo se había atrevido a mostrarse tal y como era. No por nada era mitad frío y mitad caliente.
Se dieron un abrazo para despedirse.
-Te amo. Nunca me iré de tu lado -te susurró.
-Yo también te amo.
Cada quien siguió su camino. Tuviste la necesidad de ir al baño porque tanto amor te había mojado la ropa.
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