Así es, detestabas tanto alejarte de las personas que amabas, sobre todo cuando ni siquiera podían despedirse.
Muchas veces habías pasado por eso, y te juraste a tí misma que jamás te guardarías de nuevo aquellos sentimientos que querías expresar.
En la escuela, te enamoraste de Shoto. Perdidamente pensabas en él día y noche, sin embargo, dudabas sobre declararle tu amor. Día tras día, te sentías feliz por hablar con él, adorabas mucho que te saludara con la mano, sentir su piel con la tuya, era una sensación inefable.
Cada vez que había problemas en los enfrentamientos, te sentías protegida por él. Era tu fuerza, tu escudo, el motivo por el que te levantabas cada mañana.
Pensabas que, dentro de poco, le confesarías tu amor. Pero eso no sucedió como tenías planeado. Una gran legión de villanos atacaron la UA de sorpresa. Los profesores apartaron a los estudiantes del conflicto; muy pocos de tercer año quisieron pelear. Los de primero, deseaban mucho ayudar aunque su inexperiencia se los impidió.
Al final lograron derrotarlos. Había muchos lesionados y la infraestructura resultó casi destruida.
-Seguro que no volveremos a clases en mucho tiempo -escuchaste entre murmullos.
Esperabas que todo eso fuera mentira. Claro, no podías ignorar la verdad.
Shoto, unos cuantos amigos y tú se quedaron un rato charlando sobre la situación. Pasadas tres horas, llegó el momento de irse a casa.
-Bueno, ya me voy- dijo el heterocromático- nos vemos la siguiente semana, con suerte.
-Sí, cuídate -respondiste.
Sus manos, a propósito o no, tardaron en separarse de las tuyas. Miraste por última vez aquellas hermosas esferas sin brillo. Sus ojos te encantaban a pesar de que fueran casi inexpresivos.
Y se fue. Te quedaste admirando su espalda, tu amor se alejaba y no sabías cuándo lo volverías a ver. No era lo mismo hablar en persona que chatear de vez en cuando.
Finalmente desapareció entre la multitud. Sentías que el mundo se caía a pedazos, que la vida ya no valía la pena. Pero lo peor era que desperdiciste tu última oportunidad para confesarte.
Había sucedido de nuevo. A pesar de toda esa tristeza y culpa, el amanecer de aquel día fue simplemente espectacular.
Fin
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