XXII. Íntimo

2.8K 303 9
                                    

Estuve largo rato en silencio, asimilando lo que acababa de decir.

—Como te lo había dicho antes; me gustas mucho, Esmeralda. Quiero intentarlo, aunque sea una sola vez. Quiero tener una oportunidad para amar, pero solo lo podría intentar a tu lado, porque eres tú la única mujer que se ha adueñaron de mi mente y mi corazón — creí que me estaba mirando muy fijamente, pues sus ojos se quedaron por un instante en mí—. Sé que es muy pronto y aún nos hace falta conocernos, pero realmente quiero estar contigo.

—Dios mío, no creí que podía llegar a escuchar decir esas palabras algún día de tu boca — mis lágrimas ya brotaban de mis ojos sin control.

—¿Quieres ser mi novia, meloncito? — su pregunta terminó por volarme la cabeza.

—Sí, sí quiero ser tu novia...

—No sabes lo feliz que me haces al aceptarme — sonrió grande.

—La que se está muriendo de felicidad y emoción soy yo. No puedo creer que sientas lo mismo que yo siento por ti.

—Ah, ¿sí? ¿Y qué es eso que sientes por mí? — se acercó un poco más a mi rostro, ensanchando la sonrisa.

—Desde hace mucho vivo enamorada e ilusionada contigo, pero, en especial, con los bellos ojos que tienes.

No sé qué me pasa hoy, pero me levanté sin temores algunos que me hagan dudar de mí. Me he recalcado lo suficiente que soy una  persona que merece ser feliz sin importar qué. Y, aunque aún tengo muchas inseguridades, Yulek me hace sentir muy diferente.

—¿Por qué? Si solo están en mi rostro como un adorno — sonó tan dolido que me quemó incluso por dentro.

—No digas eso nunca más — deposité muchos besos sobre sus ojos mientras me rodeaba por la cintura y me pegaba aún más a su cuerpo—. Son mi cielo, mi paz y mi calma. Tus ojos me tienen hasta los huesos de ternura y amor.

—Estoy sintiendo celos ahora mismo de mis ojos — me atrapó en un abrazo, dejándome encima de su cuerpo, y sonreí—. ¿Dónde se supone que quedo yo?

—Eres un paquete completo que me brinda calma con tan solo tu presencia, pero debo confesarte que me enamoré desde la primera vez que los vi en el incidente que tuvimos aquella tarde.

—Si estamos haciendo confesiones; te confieso que me enamoré de tus meloncitos no tan chiquitos desde que los tomé entre mis manos por accidente.

—¡Yulek! — mi rostro se quería caer de la vergüenza, aunque no debería ser así, pues ya los había emocionado antes.

—¿Qué? Si fue desde que caíste encima de mí que no puedo sacarte de mi cabeza — recorrió mi espalda con extrema suavidad—. Eres tan tierna y suave, mi meloncito.

Sentí hasta las orejas calientes con sus palabras. ¿Desde cuándo se volvió tan directo? Es decir, siempre lo ha sido a su manera, pero no me acostumbro que sea de esta forma conmigo.

—¿Te gustaría quedarte esta noche conmigo? — preguntó de repente.

—No podemos hacer eso.

—¿Qué cosa?

—Ay, Yulek, es vergonzoso decirlo. Tú sabes a lo que me refiero — su carcajada me terminó de hundir en el pozo de la vergüenza—. No te burles de mí.

—Es que eres tan tierna — siguió burlándose.

A pesar de sentirme muy avergonzada, verlo así de contento me pone como pavo real. No puedo describir la emoción que me causa ser el motivo de su alegría.

Una oportunidad para amar[✓]EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora