XXXI. Amor

2.2K 247 7
                                    

La vida nos da muchas oportunidades a lo largo del camino, pero son muy pocas las que verdaderamente usamos para ser feliz. En mi caso, no solo por mis temores, mis inseguridades y mis marcas que, con el pasar del tiempo y mucho trabajo terapéutico, he ido liberando y sanando poco a poco, que tenía solo una para amar. Y, es que, entre millones de personas, solo una es capaz de hacerme reventar de felicidad con tan solo su presencia.

Yulek apareció en mi vida exactamente hace un año para darle un giro a esta y hacerme ver el camino de la misma forma en la que él lo ha hace. Llegó para marcar mi piel y mi alma con la dulzura de sus besos y la abundancia de su amor. Sé que no somos seres perfectos, pues es natural fallar y tener errores, pero para mí él es el hombre más divino y perfecto que pueda existir. Su corazón guarda un amor hermoso, y que solo yo tengo el gusto de palpar cada segundo del día y la noche entre mis manos.

Es sorprendente que ya haya pasado un largo y hermoso año a su lado. Hemos tenido una relación que a ojos del mundo es perfecta y maravillosa, pero nadie más que nosotros sabemos lo difícil que ha sido caminar tomados de las manos por senderos oscuros, pero ruidosos. Y no porque hayamos tenido dificultades o peleas que se consideren fuertes, sino por toda la cuestión de mis episodios de ansiedad y depresión. Fue gracias a él y a su ayuda permanente que tomé la decisión de asistir a terapia una vez más.

Con lo que llevo de terapia, he estado aprendiendo a sanar y fortalecer mis puntos más vulnerables desde el interior. Soy como una cicatriz, que por fuera luce cerrada y satisfactoriamente curada, pero por dentro esa herida se encuentra abierta, zurrando dolor por cada parte de mi alma. Y esa herida interna abierta, se ha ido cerrando a paso lento, pero de una manera que, estoy segura que no quedará cicatriz alguna. Después de todo, los recuerdos son eso; momentos de la vida que nos traen alegrías y tristezas, pero sin importar qué, siempre nos dejará una enseñanza.

En el ahora, aunque aún me haga falta de sobremanera la presencia de mis padres, soy feliz. Tengo a mis abuelos siempre a mi lado, un hombre que me ama por encima de todo y me ve a su modo como su mundo entero, y personas que me han brindado una amistad y un cariño sincero. No necesito nada más en la vida que no sea lo que ya tengo haciéndome una mujer plena.

Mi trabajo en la academia sigue siendo el mismo. Ser profesora de canto de esos hermosos niños que se han ganado mi corazón con su ternura, es todo lo que había soñado. Yulek sigue siendo el profesor que toca el violín, la guitarra y el piano a la perfección, siempre tan dedicado como siempre a su trabajo. Su padre sigue viniendo con frecuencia a la academia, con la excusa de asegurarse de que todo marche bien, aunque en el fondo todos sabemos que le es difícil soltar a su hijo luego de toda la vida de ser su principal bastón.

Ana, aunque con sus quebrantos de salud frecuentes, sigue alegrando nuestros días en la academia. Ella es un sol radiante que ilumina con gran intensidad. Ser su amiga es lo más bello que me ha podido pasar desde que la conocí. Con ella puedo ser yo, puedo liberar cargas y contar con su incondicional apoyo. A veces es tan maternal, pero eso es lo de menos, siendo así me hace quererla incluso más. 

Según salí de mi terapia, me acerqué a Yulek sin pensarlo de veces y estampé mis labios sobre los suyos sin darle tiempo a nada más. Estoy demasiado feliz, y en vista de que esa parte tímida se ha ido con el pasar del tiempo, es usual que lo bese cuando menos se lo espera. 

—¿A qué se debe ese beso? — sonrió. 

—Me encanta besarte — lo tomé de la mano y la guie fuera del consultorio—. ¿Quieres pasear un poco, mi cielo? 

—Por supuesto. 

Caminamos en silencio por las calles, el invierno está haciendo de las suyas y es cada vez más fuerte. El frío está brutal, pero he descubierto lo mucho que me gusta caminar en este clima tomada de su mano.

—¿Hay alguna respuesta del consulado?

—Suelen tardar aún más cuando se trata de la residencia permanente. Hay que ser pacientes, meloncito. 

—Lo sé, es solo que ya quiero que mis abuelos estén conmigo.

—Verás que, cuando menos te lo esperes, ellos estarán viviendo con nosotros. 

Últimamente he estado muy ansiosa por la respuesta que vayan a darnos de la residencia de mis abuelos. Muero porque ya estén conmigo. Ha sido un largo año en el que solo nos hemos visto por videollamadas, y entre más pasan los días, más anhelo tenerlos a mi lado. Como fala tan poco para que sea diciembre, me gustaría compartir estas fechas tan importantes y familiares con ellos. Desde hace meses lo tengo todo listo para su llegada, lo único que nos hace falta es que les otorguen la visa de residencia. 

Las siguientes semanas se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Me encontraba terminando de decorar el árbol de navidad, cuando Yulek recibió una llamada que lo hizo sonreír. Hace cinco meses vivimos juntos en su apartamento, pero nos hemos puesto de acuerdo en que es muy pequeño para los dos, así que hemos visto varias casas a lo largo de estos días, pero ninguna se ha ajustado a lo que estamos buscando. Sé que vamos rápido, siempre ha sido así entre los dos; sin embargo, tenemos muy en claro que queremos estar juntos, si es posible para siempre. 

—¿Qué ocurre? — inquirí. 

—Mis padres quieren que vayamos este fin de semana a Wilmington. Ya sabes, a pasar lo que resta de festividades allá. ¿Qué te parece?

—Sabes lo mucho que me gusta ir allá, aunque en esta época del año no pueda ir a la playa como tanto me gusta. 

—Pero podemos hacer otras cosas mucho mejores — sonrió malicioso, estrechándome entre sus brazos. 

—Ah, ¿sí?

—Sí, además de que no me gusta el frío. 

—Eso son solo excusas para mantenerme todo el día en la cama. 

—En parte, pero tampoco te quejas de estar conmigo en la cama completamente desnuda — escondió el rostro en mi cuello y depositó un suave beso en mi piel, activando esos temblores que tanto me enloquecen—. Es más, ahora mismo muero de frío. 

—Estamos ocupados, cielo — trataba de resistirme, pero sus besos son candela pura por mi piel.

—No vamos a estar en casa, no sé por qué tenemos que decorarla — descendió sus besos por mi pecho y, sin ningún tipo de vergüenza, liberó uno de mis senos y se pegó a este como si de un tierno bebé se tratase. 

—Yulek — gemí, totalmente entregada a esas corrientes que provocan sus deliciosas mordidas. 

—Dime, princesa — me presionó contra su pecho, sacudiendo el rostro entre mis senos, y reí—. Me encantan mis meloncitos.

—Te amo — sonreí, jugando con los botones de su camisa—. Muero porque me ames intensamente ahora mismo —confesé, liberando un suspiro tras sus dedos acariciar mi intimidad por encima del pantalón. 

Es increíble todo lo que hemos aprendido y experimentado juntos a lo largo de este año. Nuestro amor cada vez más se vuelve más sólido y apasionante. Entre los dos ya no existe ningún tipo de pudor, y eso hace que nuestros sentimientos se intensifiquen, que nos amemos con locura y nos entreguemos por completo a los brazos del otro. Que nos amemos en palabra, cuerpo y alma, es cada día revitalizante y hermoso de vivir.  




Una oportunidad para amar[✓]EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora