XXI. Mi mujer

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Me quedé sentada a la orilla de la cama de Yulek, sintiéndome en una nube. No puedo creer que en realidad esté compartiendo su mismo espacio. Su habitación es muy cálida, nada oscura ni fría como lo había imaginado. Tiene muchos más libros y un pequeño televisor al costado de su escritorio. Su violín está siempre consigo, me he dado cuenta que es su instrumento predilecto. La cama se siente muy suave y blanda. En las dos mesitas que están a cada lado hay dos lámparas muy bonitas.

Me levanté de la cama y fui hasta la puerta de la habitación. Observé el pasillo por un momento, asegurándome que aún se encontraba en la cocina. Regresé al interior de la habitación y me dediqué a recorrer cada rincón de esta. Encerrado en estas cuatro paredes el aroma de su perfume está envuelto en el aire. Incluso en las almohadas que descansan sobre su cama está ese olor tan varonil y delicioso que siempre desprende su cuerpo.

—La mesa ya está servida — quedé recta tras escuchar su voz a mi espalda.

—¿Tan pronto? — dejé las almohadas en su lugar, sintiéndome muy avergonzada.

—Sí, ven conmigo — me extendió su mano y, sin pensarlo dos veces, me acerqué a él y caminamos el corto recorrido hasta la cocina tomados de la mano.

Sobre la barra estaban los dos platos de pasta, unas cuantas tajadas de pan tostado y dos copas de vino tinto. Él me ayudó a tomar asiento como todo un caballero, y luego de sentarse a mi lado, empezamos a comer. La salsa de la pasta estaba muy rica. Hace mucho no comía algo tan delicioso y preparado en casa. Me he acostumbrado a comer enlatados desde que llegué aquí, por eso lo fresco del plato me estaba derritiendo por dentro. Aunque nunca he bebido vino con las comidas, se me hizo aún más delicioso con la pasta. Los sabores se unificaron maravillosamente.

—¿Dónde aprendiste a cocinar así de bien? Quedó muy deliciosa la pasta.

—Me alegra mucho que te haya gustado. ¿Sabes? Vivir solo me ha enseñado muchas cosas a lo largo de los años. Aunque no voy a mentir, mamá me ha ayudado mucho.

—Me sorprenden cada una de tus capacidades y habilidades.

—Créeme, meloncito, no hay nada sorprendente en mí. Soy como cualquier otro hombre.

—Pues para mí eres alguien maravilloso e inigualable — solté.

—Si me sigues halagando de esa forma, terminaré por creer que lo haces a propósito para hacerme sentir importante.

—Es que eres importante para mí, para todos los que te rodeamos — corregí con los nervios a flor de piel.

—Estás bastante sincera, ¿eh? — su sonrisa grande y radiante es muy hermosa—. ¿Dónde quedó el meloncito tímido?

—Lo digo en serio, Yulek — quería mirarlo a los ojos, pero sus gafas me lo impedían—. Eres alguien muy valioso.

—¿Para quién? — ladeó el rostro hacia mí, curioso.

—Para mí...

—Haces que todo funcione demasiado rápido, meloncito — agarró la copa de vino y se bebió el contenido de un solo trago—. ¿Quieres un poco más?

—No, así estoy muy bien, gracias — tomé los dos platos vacíos y los llevé al fregadero.

—Deja eso ahí — lo sentí detrás de mí.

—Lo menos que puedo hacer es ayudarte a lavar los platos — empecé a lavarlos, pero me detuvo, rodeando mi cuerpo con sus brazos—. No tardaré ni dos minutos.

—Dos minutos que no estarás conmigo — el roce de su nariz en mi cuello me hizo estremecer—. Así que aquí es tu punto sensible, ¿eh?

—Yulek...

—Tienes una voz tan linda — mordió mi cuello con una suavidad avasallante.

Fui soltando suspiros a medida que sus besos se volvían más húmedos y prolongados sobre mi piel y su respiración me acariciaba tentativamente. Mi cuerpo se siente caliente, pero me encuentro temblando como si estuviera haciendo mucho frío.

Me giró en sus brazos y me besó sin siquiera buscar mis labios, pues parece que su boca se uniera a la mía por instinto y sin necesidad de buscarla como la primera vez sí lo hizo. Su beso me dejó sin aire, era muy difícil seguirle el ritmo, más cuando usa la lengua y juega tan libremente con ella. La intensidad con la que me besa es abrumadora.

—¿Podría volver a verte? — me preguntó con la voz entrecortada.

—Siempre que quieras — le respondí.

Me tomó de la mano sin decir nada y nos trajo a su habitación. Cerró la puerta detrás de sí y me guio a su cama, sentándome con delicadeza en el borde de la misma. Seguidamente se arrodilló a mis pies y posó las manos sobre mis brazos. Los latidos de mi corazón iban cada segundo en aumento, y las manos no me dejaban de temblar. Me encontraba ansiosa por sentir una vez más las dulces caricias de sus dedos.

—Quítate la chaqueta, hace calor — pidió.

—La verdad tengo bastante frío.

—¿Quieres que encienda la calefacción? ¿O si quieres puedo abrazarte y darte mi calor?

—No... no quiero incomodar.

—No incómodas para nada. Ven aquí — se tiró en la cama y no tardó en hacerme acostar a su lado.

Me quedé viendo sus labios y cada parte de su rostro, pero sus gafas me estaban arruinando la vista de mi cielo. Le quité las gafas y sonreí tras ver una vez más ese azul tan puro y hermoso. Sus ojos me tienen hechizada.

—Es un poco incómodo estar sin mis gafas — cerró los ojos con fuerza.

—¿Por qué? Si son realmente preciosos.

—¿Eso crees?

—Son los ojos más bonitos que alguna vez haya visto — los volvió a abrir, pero no enfocó ningún punto en particular.

—Daría la misma vida por poder verte, aunque sea una sola vez — hizo un fino recorrido desde mi cadera, mi cintura, el contorno de mis senos hasta llegar a mi cuello y perder sus dedos por mi cabello, electrificando todo mi ser a su paso—. Quiero perderme en la belleza que mis manos tienen el gusto de apreciar.

—Puedes verme sin necesidad de usar tus ojos y lo sabes.

—Lo sé, pero no es lo mismo — acarició mi mejilla—. Quiero sentirte, escucharte y verte a una misma vez. Quiero que todos mis sentidos se llenen de tu esencia.

—¿Y eso qué significa con exactitud, Yulek?

—Que deseo probar todo contigo; desde un primer beso, aunque ya no lo dimos, hasta amarnos sin reparos. Quiero explorar todos los caminos contigo.

—¿Como amigos, como jefe y empleada, o como qué?

—Como mi mujer, Esmeralda — mi corazón se detuvo por un momento—. Cómo la única mujer que quiero amar siempre.

Una oportunidad para amar[✓]EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora