XXIII. Vacaciones

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Yulek

El tiempo se fue escurriendo de mis manos a gran velocidad. Han sido semanas largas en las que no he dejado de demostrarle a Esme todo lo que he guardado en mi corazón para ella. Las invitaciones a salir, aunque sea a dar un pequeño paseo por el parque, son el perfecto efecto para que me sienta dichoso a su lado. Las atenciones de su parte, esos besos que cada día se han vuelto más salvajes y la manera en la que me abraza por horas y sin un atisbo de dejarme ir, me tienen por las nubes. No puedo ver ese cielo que tanto menciona ella cada que dejo ver mis ojos, pero ahora mismo me siento flotando en las nubes, rodeado de un magnífico y extraordinario manto de pureza.

Me enamoro cada segundo y cada día más de todo aquello que me brinda genuinamente. El amor es la pizca de surgimiento que le hacía falta a mi vida. Conocer el goce de la primera revolución en manos de esa persona especial no es más que un canto agudo que hace explotar los sentidos. Saborear los besos tiernos y amorosos, pero tan llenos de deseo de su boca son tocar las notas más difíciles y excitantes de mi violín. Ir tomado de su mano sin tener miedos es algo de lo que me he ido acostumbrando demasiado rápido. Ese gusto por ella se ha transformado en ese amor que tanto soñé y que creí que nunca iba a llegar a mi vida. Pero llegó, y estoy seguro que lo hizo para quedarse hasta en la eternidad. 

Sonriendo, entré a su salón de clases y me quedé por un segundo en la puerta, deleitando mis sentidos con las tonalidades de su dulce voz. Ella es mi ángel personal; delicada al tacto como sus alas y cantarina e inocente sin ninguna maldad en su alma. Tener el privilegio de escuchar su voz es lo mejor que me ha podido pasar en la vida. Solo ella puede lograr que mis cuerdas vibren cada que su voz se adueña de este humilde instrumento que ha sido creado solo para su disfrute. 

Hace unos días atrás me confesó que quería viajar a su país y compartir con sus padres, que realmente son sus abuelos, así sea por unas cuantas semanas. Esme es un libro muy difícil de leer, a pesar de que he descubierto el significado de su alma, hay muchas lecturas que esconde y no me permite conocer con el fino tacto de mis dedos. Tampoco es como que esté queriendo llegar al siguiente nivel con ella, soy consciente que no podemos acelerar el curso de las cosas, pero cada día mi resistencia se está haciendo añicos. Nada más con el roce de sus labios, la muralla crece y me consume entre su suavidad y sus tiernos movimientos que se han ido acoplando más a los míos.  

—¿Estás lista para salir? — pregunté una vez dejó de cantar. 

—Sí, pero tengo una duda, Sr. Graham — escuché sus pasos de un lado al otro—. ¿A dónde planeas llevarme?

—Si te digo deja de ser sorpresa, meloncito. 

—Ay, que tiernos son — Ana se entrometió, suspirando dramáticamente—. Deja eso ahí y ve con tu novio, Esme — le anima. 

—Sí, claro... 

Salimos en un taxi rumbo al restaurante más lujoso de la ciudad. Nunca había venido, porque no había tenido el gusto de invitar a la persona indicada en un lugar tan elegante y de ambiente romántico porque aún en mi vida no existía. Según las palabras de Ana, llevarla a un lugar como esos la hará sentirse más libre conmigo. Mas quise dejar de lado mi apartamento y traerla a cenar como tanto lo merece, además, tengo una propuesta, casi sorpresa, que estoy seguro que le encantará. 

—Yulek. 

—¿Sí, meloncito?

—¿Dónde estamos? 

 —¿Ya llegamos a Bargello? 

—Sí — asegura. 

—Entonces estamos en el lugar correcto — me bajé del taxi y extendí mi mano para ayudarla a bajar. 

Caminamos tomados de la mano hasta la recepción y, una vez confirmaron mi reservación, nos guiaron hasta nuestra mesa. La noche se percibía bastante húmeda y calurosa, pues aún estamos en verano. Sentados en nuestra mesa, nos trajeron la botella de vino y dos copas mientras preparaban nuestras órdenes. Ana fue la que me recomendó este lugar, ella fue la que se encargó de hacer las reservaciones y pedir esos platillos tan deliciosos que me comentó un par de días atrás.

—Este restaurante es muy bonito y elegante, Yulek. Si me hubieses dicho que me traerías a un lugar como este, por lo menos me hubiera puesto algo decente...

—Así como estés, estás perfecta — sonreí—. Siempre estás bella, princesa.

No me respondió nada, pero pude sentir que su estado de ánimo cambió tras dejar un dulce y breve beso en mi mejilla. Debo tener la expresión más tonta en el mundo en este momento. Esmeralda tiene la facilidad de atontar mis sentidos con tan solo su presencia.

La cena no se hizo esperar, y así como lo comentó Ana, la comida estuvo realmente deliciosa. Nunca había probado un platillo más fresco y bien sazonado en mi vida. Cenamos entre risas, besos robados y dos botellas de vino que fluyeron como agua por nuestras gargantas.

—Tengo que hacerte una propuesta.

—¿Si? ¿Cuál es? — la emoción en su voz era muy notoria.

—¿Qué te parece si tomamos unas pequeñas vacaciones?

—¿Vacaciones?

—Sí — sonreí de oreja a oreja—, y Colombia será el lugar que nos espera para dentro de una semana —saqué de mi saco los dos pasajes pagos y los extendí sobre la mesa—. Tus abuelos estarán muy felices de verte luego tantos meses, mi amor.

Una oportunidad para amar[✓]EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora