XXXV. Epílogo

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A lo largo de los años he superado miedos, inseguridades y muchos acontecimientos que han marcado mi vida y me han hecho decaer en depresiones que, para muy a mis adentros, pensé que nunca podría salir de esos sentimientos tan angustiantes y sofocantes. No fue nada sencillo volver a ser yo, pero poco a poco fui recuperando la confianza en mí misma hasta creer en mí. Mi esposo, mis abuelos y las personas que me rodean siempre me han ayudado en todo, más cuando esas crisis aparecían de la nada y me atacaban cuando menos me lo esperaba.

El tiempo es nuestro principal enemigo, sobretodo cuando dejamos perder oportunidades que nos trae cambios a nuestras vidas. Perdí mucho tiempo cuando me encontraba presa de las ansiedades, las depresiones y mis constantes miedos, por lo que, al momento de salir de ellas, disfrutar la vida al máximo junto a mis seres queridos ha sido lo más maravilloso de todo el proceso de mi terapia. Puede que aún queden algunas repercusiones en mi cabeza, y a veces suelo dejarme llevar por la ansiedad, pero no son de esos ataques que me hacían casi morir en vida.

Mi vida de casada ha sido llena de bendiciones y grandes obstáculos. Si Yulek siendo novio era detallista y amoroso, ahora desde que nos casamos, es el doble. Desde hace cinco años, durante cada día, no ha dejado de amarme ni un solo instante. Agradezco a la vida y a Dios por haberme dado un hombre tan maravilloso como lo es él. Aunque a veces solemos tener nuestras diferencias, como en todo matrimonio las debe haber, siempre logramos llegar a una solución y ser justos con lo que no estemos de acuerdo. Además, no puedo vivir ni un solo segundo pelada con él, es demasiado bello y puro como para enojarme con mi único cielo.

Hace dos años, cuando ya me encontraba plenamente para dar ese paso que tanto anhelamos, tuvimos la bendición y oportunidad más bella con la llegada de nuestra primera hija; Marlen, pues ella llegó a nuestro hogar para fortalecerlo y hacerlo más luminoso de lo que de por sí ya era. Marlen es una niña preciosa, muy parecida a su padre, de cabello castaño claro, mejillas regordetas y rosadas, e incluso heredó el hermoso y bello color puro de sus ojos celestes. Y al igual que él, nació sin brillo alguno en su mirar, pero para mí no deja de ser un cielo precioso y lleno de vida. No ha sido nada fácil acostumbrarme a sus cuidados, pero con la ayuda de Yulek todo parece mucho más sencillo. Es un padre tan dedicado a su pequeña, tan preocupado por su bienestar y tan temeroso por su condición, que no es capaz de dejarla sola ni un solo segundo del día. Además, el vínculo que han creado los dos, a pesar de Mabel ser tan pequeña, es excepcional y hermoso.

Mis abuelos viven en el que era el antiguo apartamento de Yulek; primero, porque es un lugar amplio y cómodo para ellos dos; y, segundo, porque puedo ir a visitarlos cada tarde luego de salir de la academia. Muy pocas veces han viajado a Colombia, solo van por cortos meses para asegurarse de que su casa sigue en óptimas condiciones en manos de mi tía Clara, pero al igual que me pasa a mi, Estados Unidos ya se convirtió en su lugar en el mundo. Ellos no pueden estar lejos de mí ni mucho menos de Mabel. Esa pequeña de ojos celestes y risueña es la adoración de todos.

Los padres de Yulek decidieron desligarse por completo de las labores en la biblioteca hace algún tiempo, y en el ahora viven tranquilamente en Wilmington. Solemos ir los fines de semana a pasar días completos con ellos, pues descubrimos hace poco lo mucho que a Marlen le gusta la playa y el sonido de las olas al chocar entre sí.

Al igual que su padre, a nuestra pequeña le encanta la música, y la siente como si fuera una parte vital para ella. Le gusta cuando canto solo para ellos dos o cuando Yulek toca el violín o el piano para nosotras.

Ana dejó de trabajar en la academia desde hace un tiempo atrás, más por el hecho de que Matty necesita mucha más atención ahora en su adolescencia, pues su autismo no le permite mucho tiempo libre. Solemos hablar todo el tiempo, ya sea por mensajes o en nuestros encuentros de día de chicas una vez por semana. La considero como una madre más que una amiga.

—¿Ya está dormida? — me preguntó mi esposo, abrazándome por la cintura y besando intermitentemente mi cuello y mi hombro.

—No... aún sigue tomando de su biberón — bromeé, disfrutando de esos labios que tan bien saben besar.

—¿En serio?

—Sí... — me giré en sus brazos y lo rodee por el cuello—. ¿Para qué quieres saber si Marlen ya se durmió o no?

—Quiero hacerte el amor — se sincero, rozando sus labios muy sensual con los míos—. Necesito de mi hermosa esposa.

—Tu siempre necesitas de tu hermosa esposa.

—Desde luego, te necesito tanto como el mismo aire — descendió sus besos por mi cuello sin dejar de masajear mi cintura—. Hay que trabajar un poco más duro en el pequeño, mi meloncito.

—Ah, ya veo por dónde va la cosa — mordí su labio inferior, jugando a la vez con el cuello de su camisa—. Aunque, el que debe hacer el trabajo más duro eres tú, no yo.

—Entonces no perdamos tiempo.... — entre suaves risitas traviesas nos encaminamos a nuestra habitación, dispuestos a seguir amándonos hasta saciarnos por todo lo que nos resta de vida juntos.

Cada día me convenzo más de que no pude haberme estrellado con alguien mejor en el mundo. Si en la vida siguiente me pusieran una vez en su mismo sendero, no dudaría en dejarme atrapar por ese hermoso cielo que, a pesar de estar rodeado de oscuridad, puedo distinguir un brillo radiante que es exclusivamente para mí.

Una oportunidad para amar[✓]EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora