XXX. Fe

2.2K 244 3
                                    

Estuvimos la mayor parte del día paseando y disfrutando de las cosas simples que se aprecian en la ciudad y creando momentos que durarán de por vida. Cómo ya era de noche cuando regresamos a la casa de Estela, dejamos la partida a mi pueblo a la mañana siguiente. Yulek y yo no dejamos de demostrarnos lo mucho que nos amamos ni un solo segundo.

A la mañana siguiente Estela nos llevó a la terminal de buses para dirigirnos a Monguí; mi pueblo natal y, entre emocionada y nostálgica, no dejé de hablar sobre mis abuelos y todo lo que alguna vez hice para sobrevivir allí y ahorrar para poder irme a otro país a rehacer mi vida. Este viaje nos ha servido mucho para conocernos más, y eso que hasta ahora estamos iniciándolo.

Al llegar a casa, mis abuelos nos recibieron con los brazos abiertos. Respirar el aroma del campo y de los animales me recordó lo mucho que añoraba mi hogar, que por más lejos que estuviera de casa, este siempre sería mi lugar en el mundo.

Mi abuelo se llevó a Yulek a conocer los alrededores de la casa, aunque ya sabía que lo hacía con otra intención. Mi abuelo fácilmente puede entablar una conversación con él sin mayor problema, puesto que fue él mismo el que me enseñó inglés desde que era muy pequeña. Me quedé con mi abuela en la ventana, y ella se acercó a darme un fuerte abrazo que respondí envuelta en lágrimas.

—Es un muchacho encantador, incluso más de lo que habías mencionado por teléfono.

—Lo es, y mucho — solté una risita nerviosa.

—¿Cómo estás, mi amor?

Desvié la mirada, sabiendo a la perfección a lo que se refería.

—En un principio fue muy difícil, tuve muchas noches en las que la ansiedad y la depresión me estaba matando, pero apareció un ángel de la nada y desde entonces me ha ayudado a salir de esa soledad y tristeza — confesé—. Yulek me ha hecho sanar e ir olvidando poco a poco lo que realmente me hiere. No sé si eso esté bien o no, abuela.

—¿Qué cosa? — frunció el ceño—. ¿Enamorarse?

—No quiero volver a sufrir. A veces pienso que todo es una ilusión y que él no está a mi lado en realidad — su pellizco en mi brazo me sacó un fuerte grito-. ¡Abuela!

—Si sentiste dolor es porque no estamos en un sueño o en una ilusión. Sé que tienes muchos miedos, pero debes entender que el amor es así; llega cuando menos se espera para ayudarnos a sanar. Me siento muy feliz de verte así de enamorada como lo estás. Ese muchacho se nota que te quiere mucho más de lo que había pensando.

—Estoy muy enamorada, abue — admití—. Por eso mismo son mis temores. Amar solo me traído tristeza...

—No siempre mi niña. No pienses en cosas tristes ahora. Al lado de ese muchacho tienes una oportunidad para amar, una oportunidad de entregar ese hermoso corazón que posees y una  oportunidad para ser feliz. Además, sabes que nosotros estamos aún aquí solo para ti.

Me acurruque en su pecho como hace mucho no lo hacía y exploté en llanto, pero sus caricias en mi cabello y los latidos de su corazón fueron más que la cura. Mi abuela siempre ha tenido ese poder sobre mí. Tan solo con una dulce caricia, siento que el mundo vuelve a reconstruirse en una fracción de segundo. Los extrañaba mucho, ahora es cuando empiezo a sopesar la idea de no irme nunca más de lo de ellos.

Las dos semanas que nos tomamos de vacaciones se fueron demasiado rápido para nuestro gusto. En el fondo no quería que el día de marcharnos llegara tan pronto, pero comprendo que nuestra vida ya nos espera para seguir en ella. Aún así me quedo con un enorme vacío en el pecho. Mis abuelos me harán el doble de falta, y no sé hasta cuándo pueda volver a verlos.

Mis abuelos se llevaron muy bien con Yulek, entre ellos se formó una relación muy bonita y agradable. Y nuestro amor se fortaleció un poco más si es que eso era posible. Ya no me cabe duda de que él es el hombre con el que deseo compartirlo todo, incluso hasta el último suspiro.

—Los voy a extrañar mucho — me aferré de mis abuelos, sin tener ninguna intención de soltarlos—. Prometo que muy pronto los llevaré conmigo.

—No te presiones, mi amor. Cuando se dé el mismo momento, será — me tranquilizó mi abuelo.

—No quiero estar por más tiempo lejos de los dos.

—Nosotros tampoco, pero entendemos que irnos no se logra de la noche a la mañana. Tu abuelo tiene razón; cuando se dé le momento, será.

—Cuídense mucho, por favor. Si necesitan algo no duden a avisarnos. Nosotros estaremos encantados en ayudarlos — les aseguró Yulek—. Fue un placer conocerlos. Muchas gracias por su cálido hospedaje y su buen corazón.

—Para nosotros fue un gusto haberlos tenido por aquí. Pueden volver cuando deseen.

Yulek se despidió de mis abuelos y, con el corazón deshaciéndose en mi pecho, nos subimos al taxi y nos marchamos del lugar que me vio nacer, dejando tristezas y recuerdos guardados en un baúl que solo yo tengo acceso. El viaje también me ayudó a cerrar heridas que guardaba con tanto recelo en el corazón y, aunque aún tengo mucho por sanar y fortalecer internamente, sé que de la mano que me sostiene fuerte y la de mis abuelos, podré hacerlo. Todo va en la fe que le pones a tus deseos.

Una oportunidad para amar[✓]EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora