11. Ambedo

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El fuego iluminaba el rostro de Felix, tenía una taza de té en sus manos que le recordaba sabores de su infancia.

La tormenta fuera aún no amainaba, y le sería imposible volver a su hogar con las condiciones en las  que se encontraban los caminos. Le molestaba tener que visitar a su abuelo en su “refugio” en medio de la nada y no en su casa en la campiña, pero aquel viaje fue necesario para conseguir aquello que tanto ansiaba.

-Aqui esta- la voz cansada del hombre lo trajo de vuelta de sus divagaciones sobre el clima- esperaba que vinieras por esto en cualquier momento- se sentó en el sofá, colocando la pequeña caja sobre la mesa de cafe.

-Desde que la conocí, supongo- bromeo Felix, recordando sus primeros encuentros con su, esperaba, prometida

-Desde que yo la conocí, en realidad- el anciano bromeo, viendo como su nieto rodaba los ojos, aún sonriendo

-Gracias- dijo tomando el anillo que había dejado sobre la mesa- Pareciera que desde un inicio fuera para ella…- dijo mirando el anillo, de oro rosa y pequeñas incrustaciones de gemas azules- ¿me podrías contar la historia tras la joya?- Félix preguntó, esperando volver a escuchar aquellas historias de un amor imposible, el anhelo y el amor que profesaba su abuelo a quien fuera, en sus palabras, su alma gemela siempre fue algo que Felix no comprendió, no hasta que conoció a Marinette. Pero a diferencia de su abuelo, él logró sobrepasar los problemas e iniciar una relación con la mujer de su vida.

Él la ama y,  mientras escucha las palabras de su abuelo sobre conseguir la joya aun cuando sabía que ella jamás la podría usar, cierra los ojos, sintiendo el calor de las llamas danzantes, y el sonido de la lluvia golpeando los cristales, imaginando el día en que él propondrá.

Su mente le dio una hermosa imagen de la mujer, con su rostro sonrosado y la sonrisa más grande que jamás había visto, Felix también sonrió en su trance, imaginando como ella saltaría a sus brazos, él daría vueltas con ella, mientras besa su rostro.

Volvió a abrir los ojos, contemplando aquel anillo que su abuelo le heredó.

La hermosa joya que Felix le dió, en esta misma playa, en este mismo día ya hace varios años.

Marinette cerró los ojos, recordando.

No fue el día perfecto que él planeó, no estaba soleado ni cálido, el oleaje estaba bravo y la reservación de la cabaña había sido cancelada.

Pero a ella no le importó, no cuando en su enojo él reveló su plan.

Marinette comenzó a reír sintiendo el viento, el mismo que alboroto el cabello de Felix cuando se arrodilló frente a ella con el anillo en sus manos. Ella le había insistido en que siguiera su plan, que el día sería perfecto siempre y cuando ellos estuvieran juntos, que no le importaba la propuesta perfecta, solo importaba que esta viniera de él.

Ella recordó haberse abalanzado sobre él, sin dejarlo terminar su hermoso discurso, mismo que dijo entre besos mientras se besaban dentro del auto cuando no encontraron ningún lugar en donde quedarse.

Marinette abrió los ojos, lágrimas silenciosas caían por sus mejillas mientras miraba la fogata, aquella que había hecho en honor a él,  ninguno de los dos había acampado antes, pero pensaron que era una buena idea, lo fue, hasta que la lluvia cayó.

-Feliz aniversario- Marinette susurro al viento, sintiendo una gota de lluvia caer.

“Feliz aniversario Marinette”

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Semana 2, día 4

"Ambedo"

No sé si cumplí con la palabra, espero que sí.

Sometimes, You and MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora