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Rápidamente busque algo cómodo para ponerle a Jimin, mi ropa seguro le quedaría demasiado grande pero la de mi hermano serviría.

Mi pequeño hermanito
Hasta este momento la pérdida me invadió,  no había tiempo para llorarlo y definitivamente no podía hacerlo en este momento.

Necesitaba sentrarme en lo que sí podía resolver en este momento. Escuche unos golpes viniendo del sótano.

Me apresuré a llegar a la habitación toque con delicadeza tres veces hasta que una mano temblorosa y uno ojitos asustados se asomaron en el marco de la puerta.

Unos minutos después Jimin se quedó profundamente dormido.

Llegué a la sala y observé el pasillo que llevaba al sótano quizás no debería volver a lo que era antes, pero en este momento era justo lo que necesitaba. Por el bien de todos.

Estaba por abrir la puerta cuando una pequeña mano me jalo el pantalón.

— ¿Paso algo pequeña? —una adormilada Hannie, restregaba su ojo derecho y me observaba curiosa con el izquierdo.

—Es que no podía dormir, y yo solo quería con muchas,  muchas ganas  un vaso de leche con cacaroco.

Me agache frunciendo el ceño ¿Qué rayos era cacaroco?

—Vamos pequeña

La tomé de la mano, llegando a la cocina la senté en el desayunador. Vertiendo leche en un  vaso de plástico se lo ofrecí, ella observo el vaso y frunció el ceño, levantó la vista.

—Falta el cacaroco—dijo con una mirada divertida

¿Qué coños era cacaroco? 

—No sé qué es eso, pequeña— la pequeña me miro con una mirada suspicaz.

—el cacaroco es un polvito café que le pones a la leche para cambiar su sabor—explicó la niña moviendo sus manitos, entonces lo entendí.

Abrí la boca asintiendo, me di la vuelta y empecé a buscar en las alacenas, debería haber uno o dos botes de la maldita cosa por aquí. 

Y justo en la última al fondo, ahí estaba el maldito cacao en polvo riéndose de mí.

Dejando que la pequeña Hannie se terminara su vaso de leche con cacao, la llevé con un asustado Tae que caminaba de un lado al otro tocándose las manos.

Bajé de nuevo a mi destino ese hijo de perra se arrepentiría de tocar a mi Jimin.

La lámpara en el techo del sótano se movía de un lado al otro, mire alrededor Jungkook estaba sentado en una silla con las manos ensangrentadas, respirando con dificultad.
Levanto la mirada, se encogió de hombros con observe la silla caída con el hombre atado.

—Tenía que hacerlo— susurro pasándose las manos por el pelo.

—Entiendo, sal de aquí, ahora me encargo yo. — claro que entendía ese bastardo lastimo a su hermano de nuevo.

Mire la duda en sus ojos, sabía que no se quería quedar fuera de esto. Pero no podía, no debía quitarle la inocencia, dejaría de ser el Jungkook que todos conocían, dejaría de ser él. N podía hacerle eso a Jimin ni al propio Jungkook.

—pero, hyung…

—vete Kook yo me encargo—el pelirrojo se negó a moverse, levantando la barbilla con insolencia.

El suspiro surgió de mi garganta pero me negué a que formara parte de esto. No le  haría esto.

Me acerque y le acaricie le cabello que era idéntico al de Jimin.

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⏰ Última actualización: Oct 09, 2022 ⏰

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