Capítulo II: Sospechas

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Algo me huele extraño, y no lo digo solamente por el conjunto de adolescentes pubertos que se cambian y secan alrededor mío. Es una sensación, supongo que nacida de la lógica de que una simple humana como ella no puede haberme alcanzado tan fácilmente.

No a mí. Soy rápida, fuerte. Estoy bien equipada y me esfuerzo por sobrepasar mis límites. Nado contra corriente en el río para mejorar mi resistencia. Corro en el bosque durante la noche para aumentar mis reflejos y velocidad. Ni siquiera mis hermanos y hermanas han podido ganarme. ¿Quién es ella? ¿Cómo pudo conseguirlo?

La busco entre las demás chicas y rastreo su aroma entre el cloro, la humedad y los fluidos corporales. Me mareo un poco. Sacudo la cabeza y trato de enfocarme.

Era un saco de nervios. Su corazón latía acelerado y podía oler su inquietud. Sin embargo, sus ojos permanecían templados. Eran unos ojos tranquilos y brillantes, llenos de vida. Creo que verdes o de un azul amarillento. La veo de nuevo, sí. Se trata de un rostro inolvidable. Tiene un lunar en el lado derecho de la nariz, justo por debajo del ojo. Sonríe solo por un par de segundos, pero ese simple gesto me revela su personalidad mejor que cualquier palabra. No hablamos mucho, pero me pareció agradable.

Lástima que desconfíe de ella. De nuevo miro por sobre mi hombro. Busco a una chica menuda, el cabello largo, castaño y brillante que cae en oleadas por su espalda y sus hombros. ¿Qué será? No una Slint Vain. Si fuera el caso, yo lo sabría. ¿Un hada, tal vez? Son muy raras, y suelen quedarse en los límites del mundo oculto. Un metamorfo, eso podría ser. Los mérmidos no se alejan tanto del mar; a menos que sea una comunidad de agua dulce, pero el lago no es lo suficientemente espacioso como para albergarlos. Además, el aspecto de un mérmido es inconfundible. Suelen delatarlos sus ojos, que casi no tienen iris por el tamaño de la pupila. 

No quiero creer que es una hechicera, pero la humanomorfia conjugada con un desempeño físico como tal no me permiten descartar esa opción. Escuché de un aumento en los enjambres de oscuros en el Bosque Rojo. No puedo dejarme engañar por su aspecto inocente; por esa belleza distraída y el misterio que la rodea. Si es un oscuro, deberá correr la misma suerte que el resto.

- Lily, ¿en qué estás pensando? - me pregunta mi mejor amiga, Brizila.

Levanto los ojos hacia ella. Seguramente me lo pregunta por la expresión y el silencio que he mantenido durante los últimos minutos. Quizás hasta me haya hablado. Briz es muy perceptiva y sé a ciencia cierta que no puedo mentirle, pero ¿cómo responderle para que su frágil entendimiento humano no salga herido?

- Una chica- digo con simpleza, sonriéndole.

Los ojos de Briz se iluminan. Esta excusa me ha servido muchas veces con ella, desde que le confesé mi atracción particular que a los humanos hay que explicar de antemano. Con los míos no solamente hay una mayor aceptación que evita eso de andar "explicando" algo tan natural como que se va a comer o dormir, sino que el olfato nos permite distinguir los gustos de unos y de otros. Como si estuviésemos equipados con nuestro propio "gaydar".

- ¡Ya me parecía! Por supuesto que sí, ¡es esa nadadora local! La que casi te patea el trasero... - ladea la cabeza-. ¡Era linda, sí que sí! ¿Le pediste su número?

Me río y guardo mis cosas.

- No sé si es para tanto, Briz.

- ¡Pero qué tímida me saliste! Anda, o se lo pido yo.

La miro con las cejas en alto.

- ¡Vamos, Lily! ¿Hace cuánto que no tienes un crush? - sigue-. Déjate llevar un poco.

- ¿Y para qué? Estamos cerca de los exámenes, y con el entrenamiento y todo lo demás...

Briz abre la boca con teatral sorpresa.

El lado oscuro de la luna- Rebeca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora