Capítulo VII: Trucos de magia

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Mientras copio la consigna de la profesora de lengua, pienso en algo que es evidente: no puedo comprobar, realmente, que Oczy tuvo la intención crear un hechizo tan amplio y catastrófico capaz de provocar tantas muertes alrededor del mundo. Cuando le pregunté al respecto, estaba demasiado desconcertada, y no era mero actuar de su parte. Soy buena para juzgar esas cosas.

La escrutinio al otro lado del salón. Tiene el cabello, que lleva suelto, recogido detrás de la oreja, le queda muy bien. Su atención está al frente. Su perfil es muy particular, tiene un algo que me impide dejar de mirarla. Está distinta, aunque no sé de qué manera. Es más una impresión de su actitud que de su aspecto, o puede que sean las dos cosas. Antes parecía inmadura y torpe; ahora, de a ratos, la veo más segura y concisa. Sí, algo tuvo que haber cambiado, pero no sé qué.

O puede que yo haya cambiado. Durante estos meses han pasado muchas cosas. No solamente he tenido que lidiar con mi culpa y con la rabia de los jefes del consejo local al haber perdido a sus hijos, sino que he tenido que guardar un secreto infernal a todos mis compañeros de manada, a mi familia y a los Altos de los Slint Vain. A todos los he traicionado en una u otra medida. Nadie sabe que el conjuro fue lanzado por una hechicera de luna creciente, ni que yo le permití, a través de mi concesión, llevarlo a cabo. La mayoría de las especulaciones se dirigen a un ardid conjunto de un gran número de hechiceros, que es lo más lógico. Muchas muertes de esa noche se dieron por mano de los suyos en el campo de batalla. Cuando, durante el combate, los lobos se vieron indefensos, fueron masacrados.

Se trató de algo nunca antes visto. No se tienen registros de un hechizo tan abarcativo. Se encendieron las alertas en toda la comunidad mágica; nadie sabe cuándo se concretará el siguiente terremoto, pero han hecho lo posible por incrementar sus defensas de todas las formas imaginables.

Al principio no estuve convencida -y todavía no lo estoy- de que fuese Oczy la causante. Sé, porque no soy tonta, que hay méritos e imposibilidades, y esto forma parte del segundo grupo. No importa lo mucho que pueda incrementarse el poder de una hechicera durante la luna llena: no es una diosa; no tiene tanto alcance. ¿O sí?

Mi indagación acerca de ella - la que me propongo hacer discretamente- se basa en un interés general y en uno personal. Quiero averiguar lo que pueda para poder, en efecto, creer que tuvo plena responsabilidad en el cataclismo. Pero también quiero descubrir qué ha hecho estos últimos meses colándose en mis sueños.

Sí, así es. Su presencia fantasmal aún reside en mi conciencia cuando me despierto, pero no recuerdo jamás lo que hace allí, ni lo que sucedió en las situaciones de las que sin duda formó parte. Un vacío en el pecho y en el estómago, un dolor punzante, me acaparan cada vez que abro los ojos. Como si perdiese a un ser querido una, y otra y otra vez. Hubo un tiempo en el que detestaba irme a dormir, porque sabía que al amanecer esa sensación terrible volvería. Salía a correr durante las noches y visitaba el sitio donde nos enfrentamos, donde la embosqué y donde murieron mis colegas. Son lugares muy cargados de energías de toda clase. Solía agacharme, tocar el suelo y la tierra y sentir el olor de la muerte, del desconcierto y de las sensaciones que aún prevalecen, como flotando, en el aire frío.

Es como visitar un viejo campo de batalla sabiendo que, bajo tierra, residen los huesos de generaciones sucumbidas en el anonimato. Oigo voces y gritos, rugidos y dolor. Corazones que se rompen y silencios eternos. Lloré. Varias veces me senté y dejé que mis ojos se vaciaran pensando en que yo tendría que haber estado bajo tierra; no Peny, y tampoco Banlo o Masa o Amatista. Yo los encaminé hacia el olvido de forma inconsciente y egoísta, y tendré que seguir adelante sabiéndolo.

Soy tan débil... En mi casta, la de los Slint Arc Vain, uno de los valores fundamentales, por no decir que el que más, es el estoicismo. Nadie llora a la muerte, que es el común denominador más natural de todos los mundos. El dolor lo resistimos, la sangre de los demás la respetamos y a los hundidos los enterramos. Es un decir que se remonta a los tiempos de Dinahia, madre de todas las castas; diosa de los Slint Vain que una vez caminó entre los demás dioses, padres y madres de las razas. Le he rezado rogándole por ser fuerte como el resto; fría, determinada.

El lado oscuro de la luna- Rebeca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora