Puedo sentir algo muy extraño en el pecho, y creo que ya no se trata de la visión. Comenzó tan pronto como me alejé unas cuadras de mi casa y se vuelve cada vez más intenso.
Trato de respirar y mantener la calma. Hoy mis habilidades me están traicionando, se me escapan de las manos; no hay nada más peligroso que eso, el desconocer la esencia de uno mismo más allá de lo que resulta adecuado.
Debo enfocarme. El trayecto hacia la cabaña es silencioso. El bosque atrae mi mirada hacia las grandes copas y las aves que se lanzan de unas a otras. Respiro el aire cargado de humedad y pienso que Eileen ya debe estar esperándome. Mantengo el oído siempre atento a cualquier eventualidad que justifique mi inquietud.
Me detengo en un claro donde algo llama mi atención. Camino hasta el centro. Es una flor blanca y brillante, bañada de gotas carmesí, cargada de pétalos diminutos. Me acerco alucinada; no reconozco el ejemplar, y puedo decir que sé de memoria todos los nombres, especies y familias que crecen en esta zona.
Me agacho junto a la flor. No es su aspecto exótico lo único que me desconcierta, sino el brillo que despide. A pleno día, emite una luminiscencia blanca continua. Es bellísima... Y mágica, de eso no cabe duda. No ha nacido de la naturaleza.
Entonces miro alrededor y reconozco el claro donde peleé con Eileen, donde aparecieron nuestros hermanos y hermanas y donde solté la maldición. Los árboles tienen marcas de garras, y puedo ver sangre seca en el suelo.
Le hago un conjuro de protección a la flor y la fotografío para preguntar a mis tutores acerca de ella. Luego sigo mi camino entre un sendero cargado de muertes que me invaden el ánimo. Aprieto el paso y utilizo algunas palabras para protegerme de lo negativo que prevalece sembrado en el lugar. No existe nada más desagradable que el sabor de la tragedia en el paladar.
Al llegar busco a Eileen en la cabaña, pero la veo después sentada al final del muelle, con los pies en el agua. Parece cabizbaja. Quizás este realmente no haya sido el mejor lugar de reunión. Debí insistir con tomar otra decisión.
Camino por los tablones roídos tratando de no pensar en aquella noche, en el cambio repentino en Eileen, en la situación, en todo el panorama. Resulta demencial cómo se puede pasar de la belleza a la oscuridad en un solo parpadeo. En cómo tu fe en una persona puede venirse abajo de forma tan brusca. Me estremezco.
Ella sabe que estoy aquí, pero no se levanta.
- Eileen... ¿Qué sucede?
La sensación que cargaba conmigo reflorece, se hace más pesada. Es como tener un saco de plomo colgado del pecho.
- No lo sé - me contesta -. Quizás tú puedas darme algunas respuestas.
No suena bien. Afirmo los pies donde están, sin avanzar hacia ella como pensaba hacer antes de sentirla tan rara. No es cualquier persona; los Slint Vain, así de tensos, dan la sensación de ser una bomba de tiempo. O eso es de lo que me doy cuenta en este momento, no es que haya visto a muchos, a decir verdad.
- Hay hechiceros oscuros haciendo rituales y matando a integrantes del mundo oculto en estos bosques. ¿Sabes algo al respecto?
De acuerdo. O esta información es nueva, o me trajo aquí porque pretendía tenderme una nueva emboscada. ¿Pero desde cuándo? ¿Esta mañana? ¿Estas semanas? Me enojo de veras por ser tan ingenua. Eileen parece olerlo porque se pone en pie de un salto
- ¿Esto es una confirmación? - inquiere.
Con un cuerno de Clausóforin, me está envenenando. No recuerdo otra vez que se me haya subido tan rápido la sangre a la cabeza. No deseo responderle, solo darle un guantazo. Lo hago. Lo ataja con facilidad y esquiva el que le doy con la otra mano. Con el rodillazo no tiene tanta suerte.
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El lado oscuro de la luna- Rebeca.
FantasyLa luna es hermosa, ¿no te parece? Mírala un poco mejor. Es tan vieja como todos nosotros; más que el tiempo medido hasta ahora. ¿Cuántas historias nos podría contar? ¿Cuántas vidas ha presenciado? Cuántas muertes... Te encandila, pero no apartes...