Capítulo IX: Visiones

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¿Alguna vez han hecho algo como si estuviesen metidos en un trance? No me refiero solo a lo instintivo; más, en realidad, a verse afectado por algún  hechizo que impide apreciar con claridad todo el panorama. 

Así me siento ahora. Creo que otra vez no lo pensé muy bien... Estoy llevando a una Slint Vain a mi casa... ¡A mi casa! Y si siquiera tengo que considerar la posibilidad de que la descubran; estoy confiando en que Eileen dejará a un lado sus costumbres y creencias y no atacará a mi familia. ¿Por qué lo hago? Quizás, al menos, tendría que haberme resistido un poco más. Me ofreció acompañarme y no puse peros, como si creyese en su buena voluntad a pesar de todo lo que hemos pasado.

Pero es que eso, su buena voluntad de hacerse cargo de su error y la sinceridad en sus ojos, fueron suficientes para bloquear mi sentido común. Ahora que lo veo en retrospectiva, temo que siga teniendo en mí la influencia del inicio.

No, maduré bastante desde entonces. Y sin embargo, alguna clase de influencia habrá de tener... Con lo que me hizo frente a mis amigos, de otra forma, ya  tendría que haberla bloqueado.

Tendré cuidado.

- Estás nerviosa - observa ella de pronto.- ¿Es por mi compañía? ¿Estás reconsiderando haber aceptado mi ayuda?

Hay una sonrisa de suficiencia en su rostro, y una mirada analítica. Sostengo sus ojos como puedo. Su confianza me hace dudar aún más. 

- Hay veces que eres muy perceptiva- comento -. Como si leyeras mi mente. 

Se ríe. 

- Hay veces que tengo la impresión de que tú sí puedes leer mi mente - responde. 

Hago un gesto con los labios. La ruta ante nosotras se extiende hasta el bosque, humedecida y cercada por la niebla. No puedo leer su mente, pero puedo notar alteraciones sin llegar siempre a identificarlas, a menos que sean muy intensas. No le diré eso; mejor guardarme algo. 

- Cuando formas parte de una manada, te vuelves perceptivo por la fuerza - sigue Eileen, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta -. Las necesidades, los sentimientos, la alegría y el dolor de los demás te alcanzan como si fuesen tuyos. Está escrito, en las leyendas más antiguas,  que cuando una manada funciona a la perfección, sus integrantes pueden cambiar de cuerpo entre sí. Se les dice "espíritus viajeros", o Slint Eticus Vain.  

En su semblante está presente lo que me transmite su voz. Paz, comunión, certeza. ¿Cómo será estar en una manada? 

- Es un caos - me responde cuando se lo pregunto -. Muchas veces no sabes si te estás rascando porque la pulga te picó a ti, o al Slint Vain a tu derecha. 

Suelto una carcajada. 

- ¿De verdad es tan así? - Eileen asiente -. Vaya - digo -. ¿Pero siempre es tu familia la que forma parte de tu manada?  

- No, no siempre - me sonríe -. Hay compañeros de manada que te da la vida. Solíamos tener a... - Suspira -. A Penny. 

Hago una mueca de entendimiento. El Hada que murió. 

- Pero ella no era una Slint Vain - saco a relucir. 

- No. No tiene por qué serlo - me responde. 

Asiento y seguimos caminando. Hay mucho dándome vueltas en la cabeza, pero no quiero parecer una preguntona. Eileen parece estar pensando. A veces su piel se tensa y aprieta los dientes. Está recordando algo doloroso. No quiero ver su fuego eterno; prefiero no ser invasiva a menos que la cosa sea de vida o muerte. 

- Debes prometerme que no harás nada estúpido como convertirte y saltarle encima a mi tatarabuela-  comento.

El cielo caliginoso parece estático, y aunque la humedad es palpable en el aire y el frío se adhiere a los huesos, creo que por primera vez en unos días no va a llover. 

El lado oscuro de la luna- Rebeca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora