𝕊𝕚𝕟 𝕥𝕚𝕖𝕞𝕡𝕠 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕝𝕒𝕞𝕖𝕟𝕥𝕠𝕤

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Pasaba ya la media noche, y todo iba de mal en peor con el padre de Zemo, pues la situación no parecía ser prometedora, hasta ahora solo se conocía que los médicos hacían todo lo posible por salvarle la vida.

Helmut se encontraba quieto en la sala de espera, el temblor en su rodilla no era muy notorio pero ahí estaba, se encontraba ansioso, nervioso pero sobretodo preocupado, era la vida de su padre.

James lo observaba en silencio desde la esquina, ha estado ahí de pie desde que llegaron, no confiaba en el perímetro "seguro" que había alrededor de todo el hospital. Solo quería asegurarse de que nada le pasaría al hijo de Heinrich.

Por menos importante que sea ahora para el joven Barón, después de el hombre que ahora se debate entre la vida y la muerte, por decisión un anime será que el quedé a cargo de Sokovia. Ha sucedido cientos de veces en todos lados, y está no puede ser la excepción, pensó Barnes. Está noche podía caer en el joven Zemo una carga muy grande en sus hombros.

A pesar de estar imaginando diferentes escenarios en su cabeza, también una parte de él se sentía mal por todo lo que el joven Zemo trataba de ocultar, como lo eran las lágrimas, el cadete no sabe cuantas veces lo ha visto limpiarse el leve lagrimeo antes de que empiecen a resbalar por sus mejillas, mismas que hasta ahora ya llevan un tono carmesí.

También la mirada insistente que cada determinados segundos se dirige a la puerta, donde hace más de una hora, médicos llevaban a su padre en la camilla. Barnes sabía por el informe que se le dió al comienzo de su encomienda, que su madre había fallecido hace ya varios años, y que eso significo alejarse de su progenitor, pero a pesar de lo que decía el informe, era muy claro que le importaba su padre, lo podía observar ahora mismo.

Entendía el porque ahora le costaba mostrarse débil ante la situación, el menor trataba de suprimir las emociones, el soldado estaba seguro de que si hubiera alcohol en la sala, ya no quedaría nada de él, Buchanan sabía muy bien acerca de eso.

Puede imaginar cómo se siente, pero, ¿Qué podría hacer?, Él solo es su guardaespaldas, no su psicólogo, tal y como todos lo habían notado antes, el orgullo es lo único que les impedía decirse cuanto se quieren padre e hijo.

–Barnes– La inconfundible voz de Sharon Carter se escuchó detrás de él, giró hacía ella y fue cuando notó el envase que le estaba ofreciendo– No puedo Sharon, estoy en servicio, sabes que...– La voz del mismo Helmut lo interrumpió–

–Solo tómalo– Fue lo que dijo, notó la desesperación y tristeza en la voz, y es por eso que terminó tomando el contenedor de café ofrecido por la rubia–

Recibió una asentimiento de su parte, luego tomó asiento junto a Helmut, e hizo la misma acción y ofreció el té a su amigo, que para su sorpresa lo tomó sin rechistar. Carter sabía que lo hacía solo por compromiso y por no empezar una pelea del porque debe comer o beber algo mientras esperan.

–Él va estar bien Zemo, no debes preocuparte – Dijo mientras pasaba un mano por su espalda–

–Sharon, por favor, no hagas esto...–

–Tú no, nos hagas esto a nosotros Helmut, no te des por vencido tan fácil, el va a estar bien–

–¿Igual qué cómo lo está mi madre?– La miró incrédulo y si el mismo James no se engaña, hasta con un poco de rabia contenida– Me dijiste exactamente lo mismo ese día, y por más que supliqué y rogué que ella saliera con vida, eso no pasó... así que no me pidas que mantenga una esperanza que claramente hace mucho ya perdí–

–Zemo yo...–

–Ya no digas nada más, Sharon– Está vez su voz fue apenas un susurro al aire, y la nombrada solo pudo bajar la mirada y tomar su propio café–

GUARDAESPALDAS - BARONWINTER/ WINTERBARONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora