ℕ𝕒𝕕𝕒 𝕖𝕤𝕥𝕒́ 𝕓𝕚𝕖𝕟

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Llegada la noche fue el momento que ella consideró más indicado para marcharse de Sokovia, Barnes le daría esa noche algo con que estar ocupada a Valentina, sabían que en cuanto sus planes se vieran comprometidos la buscaría solo para no hundirse sola.

Bajó las escaleras de forma rápida, tenía todo listo para irse, todos los papeles, sus cosas, que no eran prácticamente más que una maleta pequeña, la información que necesitaba, todo en orden hasta que al salir al pórtico vio otra vez esa maldita cabellera negra y esos ojos de color que eran tan hipnotizantes como el día en que la conoció.

— ¿No deberías ya estar fuera del país? — Fue lo primero que le dijo la joven mientras estaba recargada en el auto color negro que utilizaría la rubia —

— Parece que el golpe que te di en la cabeza si hizo efecto, ¿Qué acaso no ves la maldita maleta? — Dijo con desgano, mientras avanzaba hasta el auto y metía su bolso en la parte trasera —

— ¿De verdad cargas todo lo que necesitas en esa cosa diminuta? —

— Soy una asesina — Cerró la puerta con fuerza — No necesito mucho — Caminó hasta la joven – ¿Qué quieres?, no sé si lo notas, Kate, pero tengo prisa —

— Sabes no tienes que ser tan grosera siempre, te recuerdo que si sigues viva es porque le pedí a mi mamá que no te matará —

— ¿Y qué quieres? ¿Un maldito beso de agradecimiento? — Bromeó Yelena, aunque no evitó sorprenderse del sonrojo que apareció en el rostro de la menor —

— Vaya que sigues siendo una niña —

— Esta niña te pateó el trasero — Dijo molesta, más roja que antes —

Ante tal comentario alzó una ceja burlona, acercándose unos pasos hacia ella quien retrocedió por reflejo.

— Mira si yo hubiera querido acabar contigo ya no estarías aquí, y tu madre me tendría encerrada en una maldita prisión — Hubo un cambio en el rostro de la menor, algo que notó a la perfección — Sabes ni siquiera debería estar hablando contigo — Se dirigió a la puerta del conductor —...tú madre-

— Mi madre dijo que no te quería cerca mío, si yo también estaba cuando te liberó, ¿Sabes? —

— Sabes a qué me refiero, mocosa.

— Lo sé, el punto es que mi madre no puede hacerte nada ahora, está en el hospital.

Eso detuvo las acciones de la rubia.

— ¿Qué?

— Le dispararon hoy en la tarde, recién vengo del hospital.

— ¿Y piensas que fui yo o por qué estás aquí? — Dijo cerrando la puerta de nuevo de mala forma —

— Sé que no fuiste tú, pero sé quién si, y te necesito — Está vez su tono voz fue demasiado bajo, realmente había decaído mucho su semblante —

Pero Yelena...era obstinada, no sabía manejar las emociones ajenas, menos de alguien que rondaba tanto su cabeza en esos días, y eso le molestaba.

— No me hagas reír, niña.

— No es una broma, en serio te necesito...no hay muchas personas en quien mi madre confíe y yo mucho menos.

— Y vaya que una asesina prófuga es de gran confianza, ¿no?

— Habló en serio...

— Yo también, esto no es un juego y si tú mamá ya salió afectada no falta mucho para que tú también estés en una cama de hospital —Por alguna razón esa última línea le dió un amargo sabor de boca—

GUARDAESPALDAS - BARONWINTER/ WINTERBARONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora