Cuestión de generación.

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Primera generación.

— Tus hijos tendrán hijos y sus hijos tendrán más hijos. Es tu deber mantener nuestro linaje. — La ojiazul asintió a sus palabras, con los años pasando en ella fue su turno de aconsejar.

Segunda generación.

— Mantén el linaje. Eres un omega, así que debes cumplir tu deber.

— ¿Cuál es mi deber mamá? — Preguntó con inocencia su pequeño hijo de ojos azules como ella.

— Eres un omega, tienes que estar con un alfa y darle los hijos que deseé, debes hacer todo lo que te pidan, es tu deber a cumplir.

— ¿Así es cómo debe ser?

— Así es como debe ser.

Tercera generación.

— Los omegas solo sirven para complacer y procrear. — El ojiazul miró a su hija, la pequeña sonreía, aun cuando su padre alfa parecía molestó, el ojiazul susurro.

— Ser un omega es igual a un cuento sin final, no importa lo que hagas, siempre terminará en dolor.

— ¿Papi?

— Porque así es cómo funciona este mundo, dónde los omegas no somos más que objetos desechables, por eso debes casarte con alguien que te ayude a tener poder y prestigió.

Cuarta generación.

— Los omegas solo sirven para darnos hijos y divertirnos con ellos. — El pequeño omega de ojos azules se levantó de la mesa, desafiando con la mirada a su padre alfa, mientras su madre omega le miraba sorprendida.

— En este mundo piensan que los omegas somos fáciles, existiendo solamente para satisfacer al género superior, pero no es así. — Retó, aun sabiendo las consecuencias violentas que le generaría.

Quinta generación.

— Que nadie se entere de tus estúpidos e ineptos pensamientos, mantén tú boca cerrada y tú cabeza baja. No voy a permitir que arruines lo que tanto me costó crear. — Retó a su hija, el azul de ambas chocaba de manera agresiva.

— Pero el abuelo dice. — La menor fue interrumpida por su madre.

— Tu abuelo es un viejo loco que solamente género problemas, por su terquedad yo sufrí, así que cállate. Eres una omega, debes ser sumisa y obedecer a tu alfa es lo único que debes hacer.

— ¿No importa lo que diga el abuelo?

— No importa, debes cumplir tu deber, esperó que al fin puedas dar un alfa a esta familia.

Sexta generación.

— Es un cuento sin final, tus sueños, ilusiones y todo lo demás, eso se desmorona a cada paso que das.

— Mamá. — Llamó su hijo. — ¿Los omegas somos el género débil? — La mujer acarició los castaños cabellos de su hijo.

— Sí, pero sabes. — El menor miraba a la mujer. — No necesitas un alfa para ser feliz, no importa que digan los demás.

Séptima generación.

— Los omegas gustan de hacerse las víctimas. — El hombre mayor miraba a su hija y a su nieta, las palabras de ese alfa los habían incomodado.

— Trabajamos día y noche para salir adelante, pero siempre terminamos dependiendo de un alfa. — Murmuró la adulta mientras veía al padre de su cachorro enfrentar a ese alfa.

— Termina y vuelve a empezar, así es este ciclo. — Habló el omega mayor, sus castaños cabellos se alborotaron por la brisa.

— ¿Así debe ser abuelo? — Cuestionó la pelinegra de ojos azules, la menor de todos.

Octava generación.

— Los omegas.

— ¿Qué dijiste? — Cuestionó.

— Nada, no dije nada. — Aquél hombre bajó la vista ante su jefa. — Ya todo lo que solicito está en su oficina.

— Está bien, pueden seguir trabajando y dejen de holgazanear, son unos alfas ineptos. — Les reprendió. Con un suspiro y una mirada sería entro a su oficina, ahí lo vio con sus audífonos y un videojuego portátil. — ¿Continuarás jugando con tus pulgares?

— Hola mamá. — Saludó su hijo mientras se quitaba los audífonos y le dedicaba una sonrisa. El azul de sus ojos choco.

— ¿Cómo te fue en tú sesión? — El menor formó una mueca.

— Todo estaba bien, hasta que descubrió que tengo un papá y una mamá omega, empezó a decir muchas cosas extrañas. — La mujer frunció el entrecejo.

— ¿Discriminación a los omegas y el estúpido estereotipo de que por ser alfa debes ser fuerte y líder? — El pequeño alfa asintió con la cabeza.

— Sí mamá. — Ella suspiro, trataba de controlarse.

— Tranquilo, mamá lo va a arreglar, irás con alguien que si sea profesional. — Asegurando eso caminó hasta su hijo. — Este ciclo va a terminar, ya verás Takemichi, mamá te lo promete.

Omega y alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora