El día inició bien, continuó mal y creyendo ella que acabaría mal, sorpresivamente acabó bien...La joven Matsumoto despertó dentro de una casita la cual no reconocía, ya que la suya había sido destruida por los mismos shinigamis que la ultrajaron. Eso la aterrorizó porque creyó que había sido raptada, y en vista que no veía a nadie, decidió darse a la fuga.
Tan pronto llegó a la puerta, se sobresaltó, al encontrarse con un joven como de su misma edad, quien se sorprendió también.
— ¿Estás bien? —preguntó él con curiosidad.
Matsumoto le miró con intriga, respondiendo con otra pregunta.
— ¿Quién eres tú?
—Gin, Ichimaru Gin —le sonrió alegremente—. Yo te traje a mi casa.
La chica mostró sorpresa una vez más, dejándose caer sobre sus propias piernas debido a la debilidad corporal que tenía.
Gin se apresuró a levantarla y llevarla de nuevo en brazos hasta la «cama».
—Lo mejor es que descanses, te traje de comer y de beber —decía el chico, acomodando a su huésped en la cama. Mientras tanto, ella le veía con lágrimas en sus ojos, eran lágrimas de agradecimiento.
—Te lo agradezco... Gin...
Él asintió siempre sonriente antes de sacar la comida que había dicho sería para ella.
Los chicos disfrutaron de la comida en silencio, y sólo hasta que terminaron, ella dijo con una pequeña sonrisa:
—Matsumoto Rangiku... Mucho gusto, Gin.
Ichimaru no dijo nada, sólo se sonrió, sacando de una de sus mangas el «postre». Eran caquis... Tiernos y jugosos.
—Mañana podrás ponerte en pie por ti sola, ya lo verás.
Ella asintió, poniendo su fe en las palabras de aquel desconocido que había salvado su vida.
Los días pasaron y la primera semana fue difícil para los ojiazules, ¿por qué?, porque Rangiku lloraba todas las noches y Gin no supo qué hacer o sí debía hacer algo por consolarla. De lo que sí estaba seguro, era sobre la meta que se trazó en aquella misma noche que vio al responsable de dañar a Matsumoto, y esa era la de convertirse en shinigami.
Llegada la segunda semana, Gin iba y venía a casa, a veces se iba todo el día o aparecía hasta el día siguiente. Por supuesto, él no dejaba olvidada a Matsumoto, ya que la despensa siempre la tenía asegurada.
No obstante, Matsumoto era mucho más feliz, estando con Gin que sola.🔸🔸🔸
— ¡Rangiku~! —le llamó él, en uno de esos días en que no se iba de casa.
Matsumoto que se encontraba haciendo la comida, en el interior de la casa, salió aprisa en busca de Gin.
Ichimaru estaba por llegar a la puerta, cuando Matsumoto le salió al encuentro muy feliz.
— ¿Qué sucede? Gin.
— ¿Quieres ir a comer al campo abierto? —preguntó tan feliz como ella—, llevemos la comida y regresemos al atardecer.
— ¡Sí, sí quiero! —exclamó muy feliz la rubia.
Ellos se pusieron en marcha tan pronto prepararon la comida. Caminaron cuesta arriba alrededor de 10 minutos, antes de llegar a un previo de verdes pastizales y a su vez colorido, a causa de las hermosas y diversas flores que ahí había. Ahí conversaron, bromearon, rieron, incluso jugaron a las adivinanzas.
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Otra Oportunidad Para Verte
FanfictionUna oportunidad se presenta ante la Teniente de la décima división, Matsumoto Rangiku; la cual le hará darle la espalda a sus amigos y compañeros, todo sea por ver a la persona que le robó el corazón. Pero, ¿valdrá la pena realmente traicionar a tod...