𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟕

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El Decreto de Enseñanza n.° 24

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── 𝕰𝖑 𝖋𝖎𝖓 𝖉𝖊 𝖘𝖊𝖒𝖆𝖓𝖆 𝕾𝖔𝖑 𝖞 𝕳𝖊𝖗𝖒𝖎𝖔𝖓𝖊 𝖍𝖆𝖇𝖎́𝖆𝖓 𝖊𝖘𝖙𝖆𝖉𝖔 hablando en el dormitorio como ya era costumbre, habían estado tan contentas ese fin de semana. Debido a Ron y Harry; que se ponían al día con sus deberes; pasaron gran parte del domingo fuera y se tumbaron a la sombra de un gran haya, junto al borde del lago, en lugar de que quedarse en las mesas de la sala común. Sol y Hermione, que como era lógico llevaban al día sus deberes, y aprovecharon para distraerse; Sol quien había adoptado la manía de leer libros sobre "El arte y la fabricación de las varitas" se había propuesto memorizar, he incluso había ido más allá cuando comenzó a estudiar los núcleos posibles para llevar a cabo la magia y siempre (que no le mandaban deberes) estaba metida de cabeza en los libros; Hermione cogió unos ovillos de lana y encantó sus agujas de tejer, que tintineaban y destellaban suspendidas en el aire delante de ella, mientras tejían gorros y bufandas sin parar.

Harry experimentaba un sentimiento de inmensa satisfacción cuando se acordaba de que estaban tomando medidas para oponer resistencia a la profesora Umbridge y al Ministerio, y que él era un elemento fundamental en la rebelión. No paraba de recordar la reunión del sábado: la gente que había acudido a él para aprender Defensa Contra las Artes Oscuras; la expresión de los rostros de los demás cuando escucharon algunas de las cosas que Harry había hecho; los elogios que Cho le dedicó, alabando su actuación en el Torneo de los tres magos... aunque aquello no era tan satisfactorio recordarlo en presencia de Sol; lo reponía al pensar que había tantos chicos y chicas que no lo consideraban un mentiroso ni un loco, sino alguien digno de admiración, le levantó tanto el ánimo que todavía estaba contento el lunes por la mañana, pese a la inminente perspectiva de las clases que menos le gustaban.

Ron y él bajaron del dormitorio hablando acerca de la idea que había tenido Angelina de trabajar en una nueva jugada, bautizada como «voltereta con derrape», en el entrenamiento de aquella noche, y hasta que llegaron al otro extremo de la iluminada sala común no se fijaron en un nuevo elemento que ya había atraído la atención de un pequeño grupo de estudiantes.

En el tablón de anuncios de Gryffindor habían colgado un enorme letrero, tan grande que tapaba casi todos los demás carteles: la lista de libros de hechizos de segunda mano que estaban a la venta, los habituales recordatorios de Argus Filch sobre las normas del colegio, el horario de entrenamiento del equipo de quidditch, las ofertas de intercambio de cromos de ranas de chocolate, los últimos anuncios de los Weasley para contratar cobayas, las fechas de las excursiones a Hogsmeade y las listas de objetos perdidos y encontrados. El nuevo letrero estaba escrito con grandes letras negras, y al final había un sello oficial junto a una pulcra firma cargada de florituras.

𝑮𝒓𝒚𝒇𝒇𝒊𝒏𝒅𝒐𝒓 ² [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora