XXII

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La lluvia desprendía de las esponjosas nubes del cielo completamente blanco, el aire era frío y oscuro, pero sus respiraciones y sus tactos eran cálidos y reservados como también callados con un código secreto.

El cabello dorado hacía cosquillas por la nuca de la joven entre sus brazos.

— Mmm — Soltó la castaña pero la mayor no se movió nada, parecía la bella durmiente. La joven lentamente salió de sus brazos para así irse a la habitación, habían estado durmiendo toda la noche en un sillón, eso explicaba porque tenía dolor de cuello como de cervical.

La joven se vistió con un jersey negro que le combinaba con unas converse del mismo color, tenía por debajo un jean de color café, su cabello corto de estilo " Wolf Cut " estaba brillante como sus ojos al ver a su amada. Salió de camino al centro de Paris, vio una cafetería, decidió entrar para comprarle un café a la joven con unos Croissants mientras que ella compró lo mismo para ella misma.
Caminaba por las calles húmedas, escuchaba el chispoteo de los techos como de sus converses chocar con el cemento, el aroma a flores cuando pasó por un jardín, se hizo bellísimo, habían margaritas, lavandas, claveles, tantos lindos tipos de flores que pensó en las cualidades de la joven.

Veía parejas tomadas de la mano o comprando un ramo de flores, las sonrisas no tardaban en aparecer al igual que el comienzo de sus corazones. Había tanta magia en esta ciudad, parecía un cuento de hadas para la mayoría de las personas, algunas veces eran sueños destruidos pero otras veces no. Personas encontradas con sus amadas parejas o con sus más grandes sueños.

Paro en una joyería, palabras francesas no tardaban en aparecer, había muchísima gente, el lugar se veía antiguo pero no del tanto, predominaba colores otoñales. Decidía a entrar, se topó con una gran cantidad de dijes, eran bellísimos, brillaban tanto con su resplandor que hasta a un adulto le llamaría la atención, deslizaba su dedo por las barreras cristalinas, algunos dijes tenían hadas, iniciales, corazones, animales, entre otras, una le llamó la atención, era una Luna y un Sol, eran pequeños y cerrados, como si el amor solo fuera entre esa pareja. La joven consultó por el dije, lo compró, este dije tenía una historia por detrás, la historia del Sol y la Luna, una historia bellísima que su abuela le había contado, la recuerda con tanto amor como a su abuela.

Estaba contentísima por las cadenitas, reflejaban algo más que el amor por su amada, por su chica, tantos sentimientos encontrados por ella, recuerda cuando se conocieron, cuando su historia empezó y cuando todos esos conflictos dieron frutos a algo nuevo y bello. Las miradas se asomaban en ella, tal vez por su maravillosa sonrisa deslumbrante en su rostro, tal vez por todos esos sentimientos que le estaba demostrando al mundo, todo ese más que amor les estaba demostrando, todo ese sentimiento en un solo por su amada, por su bella durmiente, por su rubia, por su Adora.

En camino a casa se hizo más rápido, quería ver la sonrisa en el rostro de la joven.

— Hey — Cerró la puerta, la suave madera hizo contacto con el mármol.

— Hey Kitty — Apareció la joven desde la cocina. Su cabello dorado atado en un chongo hacia que su rostro se vea mejor aunque con unos mechones al frente pero de todas formas para Catra se veía bellísima. Adora corrió hacia ella para abrazarla.

— Te he comprado algo, bueno, algunas cosas — Sonreía nerviosa. La joven rubia se sentó con los cojines sobre sus piernas. — Primero, toma — Le dio una bolsa de la cafetería, Adora sonreía, la conocía muy bien.

— Si que me conoces — Reía al ver el desayuno que ya tenía hecho.

— Y ten — Le entregó una cajita blanca.

La joven la abrió, encontrándose con las cadenas envueltas, sonreía como si nunca lo hubiera hecho, su risa iba siendo más nerviosa.

— Es muy bello, Catra — La miro. Sus orzuelos se marcaban sobre sus mejillas rosadas por el gesto de la joven enfrente suyo.

𝓈𝑜 𝓉𝒽𝒾𝓈 𝒾𝓈 𝓁𝑜𝓋𝑒... 𓂃 catradora  𓂃 finalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora