El sacrificio de nuestro amor.
Un gran tiempo atrás.
Frente al espejo de la angosta habitación permanecía de pie el mayor, observando cada detalle de su atuendo.
Desde el más pequeño hasta el más costoso.Vestía de elegante traje. Oscuro como la noche, y llamativo como su porte.
Incrustaciones de oro yacían decorando las mangas y los costados del esmoquin. Dándole una vista elegante y superior.
Tan costoso que alrededor de su cuello una fricción de asfixia se creaba, pero que a la vez su ego de dinero y poder alimentaba.Se sentía superior a todos. Y lo era. Pertenecía al mejor linaje de sangre, que de entre tantos, resaltaba por el poder económico y social.
Por sus venas corría el dinero, el poder, y la obsesión. Incluso la ambición.
Todo él brillaba.
Con dedicación ajustaba la corbata negra que a su cuello permanecía en un suave apretón.
Sus manos temblaban, creando movimientos torpes al tratar de acomodar su traje.
Los nervios que en ese día sentía, eran tan claros como las gotas de lluvia que a través de la ventana se podían observar.
"Que recuerdo."
De repente el sol se había escondido, y la lluvia se dejó caer en aquel patio decorado y libre, en el cual se llevaría a cabo un gran festejo.
Para la buena suerte del hogar, faltaban unos minutos para que el convivio diera inicio, lo cual daba el tiempo suficiente a que el llanto del cielo se redujera.
"Me veo bien, realmente bien"
En un torpe movimiento dejó caer la corbata al piso, maldiciendo bajo por lo mismo.
Nervioso la observó, sintiendo la ansiedad apoderarse de su cuerpo. Era cierto que detestaba la atención, y de antemano sabía que ese día debía aparentar y soportar ser el centro de atención, ya que a su buena o mala suerte, era el hijo menor de los Jongcheveevat. La primer famiia de entre tantos con el poder en la mano.
La dinastía más activa y poderosa de la generación en generación."Quiero despertar."
Con suavidad se agachó para sostener la corbata entre manos y poder levantarla, pero a su brazo una mano detuvo, deteniendo con ello su andar para prestar atención al otro hombre que de esmoquin también vestía, dándole un golpe en seco al haberse dado cuenta de lo hermoso que era y lo perfecto que se veía vestido así.
Incluso más que él, y eso le encantaba.
"Dum. Dum. Dum."
Su corazón latió ante el menor, transmitiendo las oleadas de emoción al verlo frente a él tan hermoso como siempre, y en segundos le sonrió, mostrando sus dientes y encías ante tan grande sonrisa.
Una sonrisa llena de amor.
Gulf, quien frente a él se posó, sotuvo en manos la corbata que Mew había dejado caer segundos atrás.
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A|| MewGulf
Losowe"-. No me importaría hacerlo a escondidas de mi esposa -. Susurró Mew, deslizando su lengua por el cuello de Gulf, erizando al instante la piel del contrario -. Mew -. Jadeo Kanawut, sintiendo el calor que sus cuerpos emanaban -. Nunca se enteraría...