Encuentro

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— WangJi. — Llamó el mayor a su hermano quien caminaba apresurado en uno de los tantos pasillos al interior del palacio, parecía escapar de algo, su hermano le seguía el paso. — No podemos dejar a nuestro tío solo por tanto tiempo. — Continuó el alfa mayor. Fue entonces que el menor se detiene.

— Hermano... no quiero. — Contesta WangJi volteando a verlo, XiChen esperó a que continuara hablando. — No quiero comprometerme. — La seriedad en su rostro saca un suspiro del hermano mayor.

— Lo sé... la verdad es que yo tampoco...— Inclina un poco su cabeza mirando con desgano el suelo de mármol. Ambos alfas, en buena posición social y con un físico más que perfecto, hombres y mujeres estaban a la orden del día y eso llegaba a hostigarlos.

— De los omegas que conozco... ninguno ha cautivado mi corazón... ni un poco. — Confiesa a su hermano quien permanecía en el mismo estado. — Pero WangJi, no te preocupes, quien tendrá que casarse primero seré yo, es lo que le importa a la familia. — Mostró una reconfortante sonrisa.

— Hermano. — Quiso intervenir el menor cambiando su postura y expresión, pero Xichen levanta la mano, solo cerró los ojos manteniendo aquella sonrisa.

— Esta bien... lo haré por nuestra nación, me enorgullece actuar por su bien. — Eso era cierto, pero el segundo alfa no podía evitar preocuparse por la felicidad de su hermano, con el destino que sufrieron sus padres, lo empeoraba. — Ven, puede ser que alguien saque de quicio a nuestro tío. — Toma de la mano a su estoico hermano resignado a volver con la multitud.

*

El castaño era guiado por mano de su padre nuevamente a uno de las tantas habitaciones dentro del palacio, tropezando constantemente con una alfombra interminable que forraba los suelos. Fue antes de la muerte de su madre que se había enterado que era un omega, nunca antes había sentido terror por ese hecho.

No obstante, no se negaba del todo. Si aceptaba podría tener una vida fuera de las calles asegurada, además, y si una familia reconocida lo aceptada, sería de lo mejor, aparentemente.

— Ahora, recuerda, recuerda esto bien. — Soltó a su hijo metiéndolo a una habitación preparada para los encuentros, Jin GuangShan se mantenía en la puerta apuntando al menor quien se notaba temeroso. — Tu deber como un omega Jin, como hijo mío es asegurar al heredero Lan. Ah, todo esto me ha provocado una jaqueca...— Dramatizó el hombre masajeando el contorno de su rostro. — Solo saldrás de aquí junto con el Lan, no hay otra opción, sedúcelo, lo que sea está bien. — Concluye con un ademán para después cerrar la puerta. En efecto, ordenar a un menor aquello, atetaba contra la ética, sin embargo, al emperador poco podría importarle seguir esas normas, era tan común que los consideraban listos para el matrimonio a los dieciséis.

Meng Yao apenas estaba procesando lo que estaba ocurriendo, bien sabía lo que tenía que hacer, pero nunca se podría estar preparado para el momento.

Estaba solo, eso lo puedo afirmar al rotar sobre sus pies. La decoración era ostentosa para su gusto, predominante en el color carmesí. Espejos grandes, un candelabro modesto sobre una mesa de madera pulida y floreros con lirios blancos, pero ante todo, y lo que se apoderó de la completa atención del menor fue un guqin pulcramente posicionado sobre una cama matrimonial.

Casi corre a donde estaba para caer de rodillas y recordar con claridad.

Su madre, en uno de sus tantos vestidos elegantes y sensuales con un maquillaje que resaltaba más su belleza, era una diosa ante los cojos de todos. Esa deidad tocaba las cuerdas con una destacable gracia en cada dedo, no por nada era una de las mujeres más cotizadas, por no decir la más cotizada, del burdel donde vivían. Encantaba desde el más exigente emperador hasta el más dulce niño.

Un amor imperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora