Tal fue tal la sorpresa para el omega que aflojó el agarre de su cuello, aunque se negaba en abrir los ojos. Gracias a los brazos de XiChen, el castaño no se había hundido. Claro, el alpha tuvo que recordar sostenerlo como un ramo de flores por su herida, sin interrumpir el beso. Ese mismo agarre los mantenía juntos tanto en cuerpo como en sus labios, pero los latidos del omega iban en aumento, así que tuvo que apartar su rostro y ocultarlo rápidamente en el cuello de su alpha.
Ninguno estaba precisamente incomodo, simplemente no sabían qué debían hacer, hasta que Meng Yao volvió a enfiarse. Su cuerpo tembló y XiChen aprovechó para volver a hablar, y si era necesario, olvidar lo sucedido.
— A-Yao… Es suficiente, podemos salir, pero…— Muerde su labio. — Deberás permanecer junto a mí, para mantener nuestro calor. — Aclaró el mayor mirando solamente el brazo del omega, que era lo único que alcanzaba a ver sin moverse al sostenerlo.
Meng Yao, no contestó, sin embargo, tras unos segundos de silencio asiente.
Lan XiChen abrazó a Meng Yao llevándolo a la orilla del estanque, el susodicho no tuvo el valor en encararlo después del beso.
Una vez que XiChen salió del agua, se arrodilla acomodando el cuerpo del omega entre sus piernas, no fue difícil sostenerlo con un solo brazo mientras el otro buscaba las telas para secarse. De estar secos, con sus túnicas externas, no sería tan difícil lidiar con la situación, en esa posición, la cadera del castaño rozaba con las ingles del alpha.
XiChen atento a su prometido fue consciente del tacto, solo rogaba porque su cuerpo no fuera débil.
Secó a Meng Yao con cuidado, presionando la tela contra su cabello y después envolvió las puntas para no mojar el cambio de ropa. Ahora era su turno. Se levanta habiendo colocado a su pareja en una roca sentado y le da la espalda, con su tela seca, rodea su propia cadera y comienza a retirarse la bata. Mientras tanto, Meng Yao detrás de él traga, peleaba contra su fuerza de voluntad, no pudo quitar la mirada de aquella espalda bien formada.
XiChen quizás no planeó tan bien las cosas, ya que no era correcto que la pareja se viera de manera inapropiada antes de la noche de la boda, y el beso… XiChen se detuvo al darse cuenta, levanta su diestra tocando sus propios labios, definitivamente incumplió un par de reglas, cayó en la tentación y debía ser castigado, pero no quería que sus discípulos se enterasen de lo sucedido.
— Ah… A-Huan. — Llama el castaño sacándolo del ensimismamiento. — ¿Esta… todo bien? — Si bien, Meng Yao estaba nervioso por la misma situación, con ver que XiChen se congeló por unos segundos, no pudo quedarse con la intriga.
— Oh, A-Yao… discúlpame. — Volteó XiChen formando esa clásica sonrisa terminando por vestirse. — Debemos volver, seguramente nos están esperando.
Meng Yao No respondió, solo cerro sus labios y asintió. Tenía muy poco de conocerlo pero sabía identificar cuando alguien ocultaba algo, su madre también sonreía desviando su pregunta. Prefirió caminar, pero ante la insistencia de XiChen aceptó ser cargado en sus brazos, en esta ocasión con un silencio mayormente incomodo, ya deseaba regresar, pero, si no era para estar con XiChen… ¿con quién? Su hermano seguramente estaría con YanLi. La doctora, podría estar ocupada con WuXian, y al pensar en este último abrió un poco más sus ojos, estando a punto de ingresar al hanshi. Realmente no había nadie esperándolo a él, pero sí a XiChen.
Solo encontraron a un par de discípulos cumpliendo con sus deberes, XiChen intentó cubrir más a Meng Yao, quien estaba en un estado bastante vulnerable.
— A-Yao, ordené que tuvieran un cambio de ropa, por favor, cámbiate y después, yo iré a reportarme con los mayores y regresaré por ti. — Fue lo que indicó XiChen estando dentro del hanshi, colocando a su omega en la cama. Nuevamente Meng Yao solo le quedaba asentir.
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Un amor imperial
FanfictionUn mundo omegaverse en edad moderna (dinastía Qing), nos adentraremos a un imperio arraigado a las tradiciones. El imperio del oriente, así se le denomina al territorio dividido en 5 naciones; los poderosos Wen, los codiciosos Jin, la disciplina de...