Reunión

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Otra carta iba en camino a Yunmeng, dirigida a la doncella YanLi, esa carta pasó a manos de los mensajeros quienes se adentraron a la propiedad de la familia Jiang.

— Mi señora, una carta de Lanling. — Notifica su llegada frente a su lideresa realizando una humilde presentación.

Ella se encontraba sola paseando por los jardines florados, su tiempo libre, con aquella imperturbable expresión. Al notar el origen de la carta asumió que era para su hija, aunque no era tan común recibirlas, Madam Jin tenía un sello diferente.

— Lo agradezco, lo entregaré personalmente a mi hija. Puedes retirarte. — Asintió el mensajero ante la indicación y acata la orden. Sin embargo, la dama miró por unos instantes la carta, cualquiera que la estuviese observando pensaría que tramaba algo, pero todo lo contrario, simplemente y para su tristeza, ella nunca recibió una carta de amor, lo que estrujó su solitario corazón.

Lo que le consolaba era que al menos su hija tuviese alguien que la quisiera genuinamente. Soltó un suspiro para después ir en busca de su hija.

De acuerdo al horario, debía estar estudiando en su habitación, pero para su sorpresa no se encontraba ahí. Frunció el ceño y llamó en voz alta al trabajador que estuviese más cerca. Acudió una joven un tanto nerviosa por el humor de la mujer mayor.

— Mi hija, ¿dónde se encuentra? — Preguntó autoritaria.

— L-la señorita Jiang fue vista en el muelle, junto a sus hermanos. — Respondió apresurada con la cabeza baja. Solo escuchó cómo la señora chasqueo su lengua y pasó de largo por su lado.

— "¿Hermanos?" debió ser ese insolente. — Murmuraba con fastidio mientras caminaba por los pasillos. Al voltear la vista a los ventanales, logró ver el muelle, donde, efectivamente, estaba su hija acompañada de su hermano y Wei WuXian.

— Oh vamos, A-Xian, no vas a poder. — Habló YanLi intentado convencer a su hermano en no meterse más al agua.

— Jaja, no sería la primera vez que lo hago. — Responde el joven subiendo el largo de su pantalón y arremangando la tela de sus brazos.

— Es por eso que todos te regañan, Wey WuXian. — Comenta Jiang Cheng con sus puños puestos en sus caderas, mirando con aparente soberbia a su hermano.

E ignorando a sus hermanos, Wei WuXian se adentró al estanque en busca de una presa, una carpa blanca.

— ¿¡Qué crees que estás haciendo!? — Alzó la voz aquella mujer, reflejando repugnancia ante el "intruso" en su familia. Los presentes voltearon atemorizados por su repentina presencia.

La joven YanLi sabía que estaba en problemas, pero no como WuXian, ella se levanta del muelle para acercarse a su iracunda madre para intentar apaciguarla.

— ¿¡Crees que nuestros estanques son chapoteaderos!? ¡Ja! No podía esperar menos de un indigente. Fuiste acogido aquí y nos faltas al respeto de esta forma. Si no puedes comportarte como una persona civilizada, lárgate de nuestro territorio. — Señaló la dama mientras se acercaba al joven, Jiang Cheng por su parte, también intentaba calmarla, evitando que se acercara a su hermano adoptivo.

— Madre, por favor, vas a... tienes algo en la mano. — Notó la hija mayor, también en un intento de distraer a su madre.

— Y tú, YanLi... ¿qué se supone que estás haciendo? — Voltea la mujer a la jovencita arqueando una ceja, definitivamente, apaciguar su furia era una tarea difícil.

— Yo... lo siento... quise tomar un descanso... así que vine a ver a los peces. — Confesó bajando sus orbes dorados, juntando sus delicadas manos. — Madre, encontré a mis hermanos en el camino, así que los invité para pasar un buen rato juntos. — Continuó explicando mientras WuXian salía del agua cabizbajo con ayuda de Jiang Cheng.

Un amor imperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora