20 | Lo que provocas.

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Una puerta cerrándose fue lo primero que los oídos de Armin captaron. Las voces de sus padres cruzando por el pasillo. El motor de un auto arrancando -probablemente de algún vecino-. Mascotas caninas despidiendo a sus compañeros humanos por el vecindario.

Abrió sus ojos con pesadez, notando el dolor en la espalda y el peso en su pecho. Llevó los dedos a sus párpados, tallando un poco, mirando hacia abajo.

Eren estaba sobre él, con la cabeza descansando en su pectoral, con un brazo rodeando su cintura. Una de las piernas del castaño también yacía sobre las suyas, abrazando su cuerpo como si de una almohada enorme se tratase.

La sonrisa en su rostro a causa de la felicidad creciendo fue lo único primordial, con sus manos acariciando la cabellera suelta y enmarañada del trigueño, buscando peinarla un poco.

Jaeger se removió con lentitud, terminando por tomar la mano que ahora tocaba su mejilla. Abrió uno de sus ojos con dificultad ante la luz que ya se colaba por la ventana, logrando encontrar el azul que tanto buscaba.

—Buenos días —murmuró ronco, besando la mano ajena, cerrando los ojos por un momento más.

El calor en el rostro del menor era notable. No era la primera vez que despertaba con Eren a su lado. Pese a todo, era la primera vez que sentía tan dulces las palabras y suave el tacto sobre sí.

—Uhm... —balbuceó, teniendo el pulso de su corazón muy presente. Aclaró la garganta, con los orbes verdes deteniéndose en él, haciéndolo regresar a la realidad—. Buenos días —farfulló.

Jaeger rió, volteándose boca abajo, dejando posar la quijada en el pecho del dueño del hogar, sin soltar su mano.

—Ya he escuchado tu voz al despertar, Armin, ¿por qué estás tan nervioso? —comentó, como si no estuviera sentándose a horcajadas sobre el pobre y rojo chico.

—Por nada en particular —se defendió, mirando al mayor con su cabello alborotado y esa sonrisa coqueta—, amor.

Eren volvió a reír, disimulando que los papeles se habían intercambiado, siendo él el nervioso. Llevó la mano a su rostro, restregando un poco, para terminar echándose el cabello hacia atrás.

—Te has acostumbrado fácil. —Se acercó, dejando besos en sus mofletes, tomándolo del rostro entre sus manos—. Qué lindo.

Armin apretaba los ojos, con una sonrisa puesta en su cara, sintiendo los labios ajenos en su piel, escuchando los tronidos que ocasionaba.

—¿No quiere mi novio bajar a desayunar? —preguntó con dificultad, soltando una risa.

—¿Puedo tomarte como postre después? —murmuró con las mejillas coloradas, llevando los besos al cuello del risueño rubio.

Sus acciones pararon, al percatarse de las manchas en la piel.

Se separó con levedad, logrando ver unos cuántos hematomas en el cuello. Se quedó sin palabras, sólo observando el color oscuro, sin percatarse de que su entrecejo se arrugaba.

—¿Se nota demasiado? —Armin se levantó, sentándose en el colchón, aún con Jaeger en su regazo. Llevó una de sus manos al cuello, rozando su piel—. ¿Te... te da asco? —se atrevió a cuestionar, evitando los ojos verdes que se plasmaron en su cara, con confusión.

—No, estaba pensando en que quizá te dolería si seguía haciendo eso. —Llevó su extremidad a la magullada piel, del lado contrario a donde Arlert se sostenía—. ¿Te duele?

Armin soltó un suspiro, aliviado, bajando su mano, dejando caer sus extremidades a los muslos del mayor. Negó con su cabeza, cerrando sus ojos, sintiendo las caricias que el otro le daba.

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⏰ Última actualización: Jun 26 ⏰

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