12 | Disimular no ayuda.

1K 105 48
                                    

—¡Ya vine! —gritó al cerrar la puerta, sonando sus llaves.

—Eren, conseguí más cajas para la mudanza. —Carla apareció por la cocina, con varios cartones en sus brazos, yendo hacia su hijo—. Toma.

El Jaeger menor se vio obligado a tomarlas, frunciendo su ceño ante el fastidio, con su madre regresando de donde salió.

—Mamá, vengo llegando del gimnasio —elevó la mochila que colgaba de su hombro, mostrándosela—, ¿no puedes esperar a que me duche al menos?

—Vas a sudar de todas formas, ¿de qué te quejas? —respondió, buscando algo en el refrigerador—. Anda a ayudar. —Sacudió su mano, echando al joven fuera de su vista.

El chico negó con su cabeza. Hace un tiempo que estaban rondando un departamento. A fin de cuentas, se cumplió el poder vivir solo si lograba ahorrar lo suficiente con el sueldo de su trabajo de fines de semana. Y así fue, con tal de llevarle la contraria a su madre cuando le dijo "ni siquiera podrás conseguir uno". No había mucho que decir, ese comentario por parte de la mujer, lo tomó como un reto.

Pasó de la sala de estar, siguiendo por el pasillo. Con la pequeña toalla que llevaba por sobre su mochila, limpió un poco más su frente. Llevó la tela a su nuca, secando para dejarla ahí cuando su mano llegó a la perilla de su habitación, abriendo.

La confusión en su rostro se asomó, al reconocer a sus amigos dentro del cuarto.

Mikasa se mantenía de espaldas a la puerta, sentada en el suelo, moviendo algunos plásticos. Armin estaba de cuclillas junto a una caja, estando frente a la azabache.

—¿Esto también? —preguntó el chico, haciendo rodar una pequeña pesa.

Ackerman asintió, tomándola y metiéndola en la caja—: Espera. Voy a ver si hay más papel de burbujas.

El ojiazul la miró levantarse, con sus pupilas desviándose al tipo parado en la puerta. Una diminuta sonrisa se asomó.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó, cuando la de cabellos cortos se giró, notándolo.

—Tu mamá nos llamó. Dijo que necesitaba ayuda con algo —respondió Ackerman, peinando el cabello que rozaba su nuca, con sus ojos fijos en el cartón en manos de su amigo—. Voy a traer el papel, ahora vuelvo. —Salió, con Jaeger haciéndose a un lado.

Armin acomodaba las cosas dentro de la caja frente a él, ocasionando un ligero sonido a cada movimiento.

—Creo que a mi mamá le urge que me vaya —murmuró Eren, tirando su mochila junto a la puerta, caminando hasta donde su amigo se encontraba.

Arlert soltó una risa en un soplido, levantando la mirada—: No es así. Sólo quiere que seas independiente, supongo.

El trigueño colocó las cajas en el suelo, parándose junto al ojiazul. Se inclinó y cuando el rubio subió su mirada, sus labios se encontraron con los ajenos.

Un sutil movimiento se daba entre sus bocas, con la mano del mayor posándose en la parte trasera de la cabeza de Armin y éste último permitiéndose cerrar sus ojos como el otro, disfrutando de las sensaciones que explotaban en su pecho.

No sabía cómo pero aquello, de alguna manera que desconoce, se había vuelto una costumbre que llevaba un par de días sucediendo. Un saludo con un beso.

No quería malinterpretar nada, sin embargo, no podía evitar pensar en una relación de noviazgo verdadera entre ellos, haciendo pintar sus mejillas, acelerando su pulso.

Eren cortó el beso de una manera lenta, dando diminutos picos en los labios del invitado.

A punto de levantarse, las manos de Arlert fueron hasta su cuello, tomando los extremos de la pequeña toalla en la nuca, jalando hacia abajo para impedir ese espacio entre ambos. Las pequeñas mordidas se empezaban a otorgar.

Party! || EreminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora