14 | Al gato y al ratón.

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Armin regresó a la habitación de su amigo, con la excusa de buscar su celular. Su móvil siempre estuvo en su mochila, así que una vez en el pasillo lo revisó, sin dejar sus pasos, con el álbum de fotografías bajo su brazo.

Notó las tres llamadas perdidas por parte de Jean. Un "está bien, mi niño" de su madre, al notificarle que se quedaría en casa de Eren. Ymir contándoles a Annie y a Historia su reunión en el departamento hace un rato atrás, en un grupo que tenía con las tres chicas. Y un último mensaje en el chat de Mikasa que decía que siempre sí había aceptado esa cita con la persona que conoció por redes sociales.

Llegó hasta la recámara, arrojando la mochila junto a una mesilla de noche, dejando el libro en ella. Dejándose caer en el colchón, con sus brazos extendidos hacia los lados, fijó su mirada en el techo, escuchando las voces de los invitados que discutían por poner música.

Había sido él quien le dijo al castaño que atendiera la puerta, que podrían continuar después, sin embargo, no podía hacer caso a esa parte, sólo a la voz que le gritaba en su cabeza lo caliente que estaba.

Demonios, quería follar.

Suspiró, colocando el celular sobre su rostro para ver la hora. Menos un cuarto para las siete. ¿Qué tanto se podía extender una reunión improvisada? Desvió sus ojos, rodando sus pupilas con lentitud, meditando. Sí, con sus amigos nunca se sabía, pero su experiencia le decía que no pasarían de media noche. Esperaba que no se les ocurriera quedarse a dormir.

Se sentó en la cama, dejando su móvil en la colcha. Miró la mochila, pensando en la cajilla que había comprado.

Se levantó de un salto, quitando su suéter de encima, observando la camisa que lo cubría. Volvió a tomar el celular, abriendo la cámara frontal para echarse una mirada rápida.

Peinó su flequillo, relamió sus labios y fue suficiente para tener una idea que le quitaría el aburrimiento. Su boca esbozó una sonrisa, cuando dejó el aparato en la mesa de noche y salió de la alcoba.

—Vamos a empezar a jugar, Armin, siéntate —habló Sasha, barajando las cartas.

Connie observaba el movimiento que la castaña hacía, Jean comía arándanos secos y Eren llevaba la botella de cerveza a sus labios.

Un comedor de cuatro sillas, ¿eh? Revisó la sala de estar con su vista. No, ninguna silla. ¿En la cocina? Tampoco. Se aproximó con un gesto neutral, sin que sus intenciones fueran percatadas.

"Está bien, empecemos", se atravesó en un destello de pensamiento, soportando la sonrisa.

Llegó hasta la mesa, al ver que Jaeger se mantenía sentado con sus piernas abiertas, con la silla corrida hacia atrás, algo alejado de la mesa. Se dejó caer en su regazo, sentándose encima.

Jean parpadeó un par de veces, algo sorprendido ante su acción, pero no tanto como el mismo Eren, quien regresó la botella a la mesa, tratando de acomodarse bien, disimulando la tos. Al otro par revisando las cartas, pareció no importarle en absoluto la repentina cercanía.

Armin se giró, mirándolo por sobre sus hombros. Sus pestañas revolotearon con inocencia al tener los iris verdosos sobre él.

—¿Qué? No había más sillas —se excusó, regresando su mirada a las cartas que le daban, colocando sus codos en la superficie.

Se acomodó mejor, pegándose más a la entrepierna del otro, removiéndose.

—N-no hay problema. —Eren apretaba los dientes, soportando el ligero vaivén que el menor hacía con su trasero. Sin darse cuenta, sus manos se aferraban a la cintura de Arlert, en un intento por detener esa fricción.

Party! || EreminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora