10 | Gritar y olvidar.

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El de cabellos recogidos lo sostuvo un momento en una de las paredes, con los brazos del menor aferrándose a su cuello.

Tomó asiento sobre la tapa del váter, con su amigo manteniéndose aún sobre él, dejándolo caer encima de sus piernas.

Los besos continuaban. Brutos, fuertes, escandalosos, como si no estuvieran en un baño público pensando en lo mucho que querían tocar al contrario. Los chasquidos salían y un suspiro se escapó por la boca de ambos, cuando el rubio dio un ligero salto en la entrepierna ajena.

—Hey, sé lo mucho que te gusta sentirme, no seas impaciente... —murmuró con su ronca voz, rozando sus labios en uno de los pómulos del rubio. Sus dedos se paseaban por la piel desnuda de la espalda baja, subiendo y bajando por la columna vertebral, con una de sus manos sobre el bonito trasero.

Los falanges de Armin se metieron entre el cabello de su mejor amigo, por la parte de su nuca, enterrándolos en la cabellera sujetada.

—Llevo toda la noche pensando en cuánto me gustaría apretarte —susurró el ojiazul en el oído del moreno, soltando un suspiro pesado al apretón que empezaba a ejercerse con fuerza en uno de sus glúteos—. Y sé que tú no estás mejor que yo. —Pasó su mano restante por el pectoral del mayor, acariciando con dos de sus dedos por sobre la camisa.

Eren se quedó estático, disfrutando de cómo el restante le daba ese suave toque que empezaba a hacerlo sudar a cada milímetro que se deslizaba.

La mano llegó a donde su pantalón se sujetaba, con Arlert escabullendo su índice y dedo medio por debajo de la camisa, para con suma lentitud, introducirlos en la mezclilla después de causarle escalofríos al trigueño.

—¿O miento cuando digo que quieres follarme como un estúpido adolescente cada que me ves? —volvió a hablar en un tono bajo, llegando a lo sensual. Su mano bajó más, desabotonando y bajando el cierre, hasta poder sentir el miembro erecto del otro bajo la tela de la ropa interior.

Jaeger se alejó del menor, tomándolo de la quijada para alejarlo de su cuello y verlo de frente. Los dedos en su cabello reaccionaron con la misma fuerza, cerrando en puño para sostenerse ante el abrupto alejamiento.

El de ojos verdes observó al rubio. Sus mejillas sonrojadas, sus ojos rogando por llegar más allá de algunos simples besos, pidiendo un violento desenlace en aquel tonto cubículo.

Quitó su mano restante del cuerpo de Arlert, llevándola tras su cabeza. Soltó la liguilla que sujetaba su cabello, tomando la muñeca ajena, logrando apartar la extremidad del ojiazul de sobre sí, cuando le dio una mirada que el chico comprendió como una demanda: suelta.

La dirigió a donde la otra mano del menor se encontraba, plantándola sobre su bulto que sentía palpitar. Tensó su mandíbula al tener algo de peso sobre su entrepierna, afianzando sus dedos en la quijada del rubio.

Armin lo miraba con fascinación, esos preciosos ojos azules se clavaban en sus manos, con anhelo.

El castaño acercó el rostro del bajito al suyo, obligándolo a subir sus brillantes pupilas a las suyas.

—No mientes. Estoy consciente de lo mucho que quiero ponértelo tan fuerte y profundo para hacerte gritar mi nombre y olvidar a los idiotas que conociste hoy —farfulló, pasando de un deseoso iris al otro.

Eso era lo que sentía Arlert, sólo y puro deseo de que aquello que su mejor amigo le confesaba se convirtiera en realidad.

Sin poder contestar, la puerta del baño se abrió, dejando escuchar el barullo de las mesas. Se cerró de nuevo, siendo evidentes los pasos hasta los urinarios al fondo al sonar agua cayendo.

Party! || EreminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora