𝙊𝙪𝙧 𝙗𝙚𝙩𝙩𝙚𝙧 𝙙𝙖𝙮𝙨 (𝙀𝙙𝙜𝙖𝙧𝙭𝙀𝙢𝙯)

⏰-𝟕-⏰

Daban las 10 de la noche, y Edgar subía las escaleras hasta su cuarto vuelto un completo zombi, Colette lo miraba raro, normalmente acostumbraba a invadirlo de preguntas cada día para conocer hasta el más mínimo detalle, sobretodo el como estaba, y el cómo le había ido con Emz, sin embargo, desde hacía ya unos días que, por más que tratara de animar las bajas energías de su hermano (como estaba acostumbrada) esto no solo no surtiera efecto en él, sino que de cierta forma, lograba deprimirla, contagiándole su cansancio y apatía.

Edgar se encerró en su cuarto, se lanzó a su cama tan pronto como pudo y se dispuso a dormir, normalmente sería muy temprano para el chico como para descansar, pero desde que había comenzado el castigo de su padre, sus energías estaban por los suelos. Su papá lo ponía como ayudante en todo tipo de trabajos y labores dentro de su empresa, incluyendo experimentos y simples trámites aburridos, sin apenas permiso de descansos o ratos libres, pasando más tiempo realizando sus tareas tal como lo obligaba su padre, quien además le quitaba el acceso al celular. Todo eso, si bien exhaustivo, quizás no sería suficiente para derrumbar los de por sí muy pocos ánimos del chico, si no fuera por lo que le decía su papá.

Byron no dejaba de presionar al chico en todo momento, no dejaba de recalcarle cuán importante era que cumpliera con sus tareas y que todo esto era producto de sus acciones, "espero que aprendas para la próxima", "ya no eres un niño, necesitas ser responsable como un hombre", "algún día me lo agradecerás", eran cosas que solía repetirle una y otra vez a su hijo. Se molestaba cada que Edgar parecía no estarle haciendo caso y buscaba mucho hacerlo sentir culpable.

A esto se suma, que debido a supuestos "errores" o "faltadurias de respeto" de parte de Edgar, Byron no dudaría en extender por más tiempo su castigo, cosa que lo torturó más, pues esto le hizo perder más tiempo del que podía pasar con sus amigas. Edgar las extrañaba, las seguía viendo en la escuela claro, pero llegaba tan cansado que apenas entablaba conversación, venía tan estresado que a veces no se encontraba de mejor humor para las chicas, y cuando llegaba la hora de salir de clases sabía que no podrían verse hasta al día siguiente, pues al llegar a casa luego de tanto trabajo no perdía las ganas hasta de usar el celular por un momento.

Afortunadamente, ese día, sería el último del castigo de Edgar, una vez la noche terminase, Edgar volvería a ser tan libre como antes, y apenas a una semana de que dieran inicios las vacaciones de invierno.

Edgar podía descansar, podía descansar de todos sus problemas, o al menos eso se repetía a sí mismo para sentirse mejor. Pero la verdad es que solo se había quitado uno de encima.

Otra de las razones por las que Edgar había estado tan deprimido, eran dos individuos en particular: el cuervo antropomórfico, y el esqueleto fan de la música.

El primero, se la pasaba recordándole a Edgar la paliza que se le avecinaba, paliza de la que ni sus amigas podrían rescatarlo en esta ocasión, primero por la promesa que él mismo hizo, y segundo por las influencias dentro de la familia del cuervo. Además, también se la pasaba demostrando superioridad ante Edgar, especialmente en materias deportivas o lógicas, tales como las matemáticas y la química, cosa que no importaría a Edgar, si no fuera por lo terriblemente exigente que es su padre con el desempeño en esas materias.

En cuanto a Poco, pasaba algo similar y algo terriblemente distinto. En primera, Poco se la pasaba opacando a Edgar en materias de música, literatura y artes, demostrando un exorbitante talento que él ya habría soñado, en áreas y materias que realmente apasionaban a Edgar y le hacían pensar que tendría oportunidad para destacar, cosa que, igualmente, no le afectaría tanto, si no fuera por el hecho de que eso también atraía bastante la atención de Emz. Era evidente la atracción de la chica hacia el esqueleto, era evidente que se desvivía por él, y verlo sacar su talento la hacía suspirar aún más por él.