Capítulo 6

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El sol a penas salía por el horizonte y los primeros rayos anaranjados cruzaban el bosque en finas fracciones de luz que daban un aspecto mágico al lugar. La puerta chirrió al abrirse y Haziel temió haber despertado a su compañera, por lo que se giró para escrutar la oscuridad, pues el pórtico cerrado y la luz apagada dejaba la pequeña habitación en la penumbra. El sonido tranquilo de la respiración de Uma dio a la chica vía libre para su escapada. Encajó la puerta lentamente, temerosa de un nuevo ruido, y se sentó en los dos escalones de madera de su cabaña. Se calzó las deportivas que le habían proporcionado el día anterior y se colocó los auriculares en sus orejas. Acto seguido, echó a correr hacia el corazón del bosque.

Tuvo que esquivar varias ramas en su camino, y alguna que otra piedra hizo que tropezara, pero no cayó al suelo. El cansancio hizo mella en su organismo cuando empezó a faltarle el aire. Las punzadas en su abdomen se hicieron mas pesadas a cada paso que daba, y el sudor ya corría por su frente. Unos minutos mas tarde llegó a su destino. Un espléndido lago de aguas cristalinas y orillas arenosas se abrían ante sus ojos. El sol se alzaba lentamente en la lejanía y dejaba su rastro reflejado en el agua en calma, que rielaba en un tono anaranjado. No fue hasta que se agachó y puso las manos en sus rodillas cuando se dio cuenta de que sus alas permanecían replegadas e invisibles a ojos de todos, incluso a los suyos propios. Dio una vuelta para mirarse la espalda, girando la cabeza, que guiaba su movimiento, hasta que se dio cuenta de lo que pretendía y se rió de si misma. Se sentó en la arena y se quitó los zapatos, metiendo los calcetines dentro. Seguidamente, observó el lago, pensativa. Tenía tantas cosas sobre las que meditar que ni tan solo sabía por donde empezar. Cerró los ojos y se tumbó sobre la arena, dejando que su cuerpo se relajase por completo. Pronto las lágrimas escocieron en sus ojos, obligándola a apretar los párpados y los puños. Se incorporó de golpe para evitar caer en el llanto y encontró una figura observándola, parada entre ella y el sol naciente. Con cara de confusión, Eyael se acercó a Haziel, que se giró rápidamente para que no viera sus ojos enrojecidos. El joven bufó y tendió la mano a la chica, carraspeando para que la aceptase. Tras un segundo de meditación, Haziel se calzó y aceptó su propuesta.

Pasaron largos minutos en silencio, corriendo por entre los árboles, uno acompasado con el otro. Ella agradecía el silencio, y el no parecía querer romperlo nunca. Entre los jadeos por el cansancio solo se oían las pesadas pisadas de los dos corriendo, mecidos por suaves tintineos de las aves al desperezarse. Transcurrido un rato largo, los dos llegaron jadeantes, sudorosos y cansados al campamento, listos para ducharse y acudir al entrenamiento diario. Dado que el campamento de los Caídos era anteriormente un campamento de aventura para niños, gozaba de unas instalaciones medianamente dignas para practicar tiro con arco, lucha en tatami y unas espléndidas vistas desde lo alto de una torre con una gran tirolina oxidada, hasta tenían un par o tres de barcas para relajarse en el lago y pasar la tarde.

La ducha fría calmó a Haziel, quien aun tenía los nervios a flor de piel y las emociones le rezumaban por los ojos en su forma mas salada. Sin secarse siquiera el pelo, se lo ató en una coleta alta y buscó a Uma con la mirada. Distinguió su pelo rubio entre los jóvenes que pululaban a la espera de empezar y decidió que no quería interrumpir, puesto que se encontraba abrazando a Eyael mientras hablaban con otro par de jóvenes. Haziel se detuvo por un momento y miró a su alrededor. Pudo observar la majestuosidad de los mismísimos ángeles en estado puro. Todos los Caídos gozaban de, aparentemente al menos, buena salud, y como no, unos rasgos divinos que les otorgaban una belleza simple pero digna de admirar. Aunque todos eran bellos, cada uno aportaba sus peculiaridades; un joven pelirrojo y pecoso resaltaba por sus rasgos aniñados, mientras que conversaba con un chico mas alto, moreno y con el pelo casi tan largo como el de Haziel. Los ojos castaños del chico adivinaban una ascendencia india. En una multitud dispersa en sus conversaciones, regresó a ella la familiar sensación de no encajar. Se dispuso a mantenerse al margen, en un extremo de la gente, cuando un sonido agudo acaparó todas las miradas y acalló todas las voces. Todos se giraron hacia el lado opuesto al que se encontraba ella, donde Aniel sacaba el silbato de entre sus labios.

-Chicos, en honor a nuestra nueva compañera inauguraremos hoy el entrenamiento con Banderas. Solo tierra y hasta la segunda marca. ¡Capitanes! ¡Equipos! - Mabi alzó la voz. Uma y Eyael se acercaron a ella y cogieron las cintas de color azul y rojo que sostenía en alto. Al darse la vuelta, la multitud se había disgregado en dos grupos de unas 20 personas cada uno, esperando su capitán.

-¡Haziel conmigo! - gritó Uma. - Os vamos a machacar. - guiñó el ojo a Eyael, que sonrió, retándola a cumplir su amenaza.

Uma empezó a repartir una tira de tela de color azul a cada integrante del grupo, dejando a Haziel la ultima y aprovechando ese tiempo para explicarle las bases del juego. Se puso la cinta en forma de cola, metiendo un trozo dentro del pantalón y a ella llegó un botecito achatado. Lo abrió y pintó una ralla azul que surcaba su mejilla. Ayudó a su amiga a hacer lo mismo y le ofreció la pintura. Haziel trazó una linea gruesa sobre su mejilla y Uma prosiguió con su explicación.

-Solo podemos ir por tierra, así que no vale sacar las alas. No podemos salir de los arboles con marcas verdes, esa es la segunda marca. Vamos por equipos, somos el azul, como habrás podido inutir. - soltó una carcajada. - El objetivo del juego es, básicamente, encontrar la bandera roja que ellos esconderán. Nosotros debemos esconder la nuestra y decidir una estrategia. Ah, por cierto, si te quitan la cinta, estas eliminada. ¿Lista? Al primer pitido escondemos, al segundo buscamos. - un pitido ensordecedor dio el pistoletazo de salida a ambos equipos, que corrieron a refugiarse entre la arboleda en direcciones opuestas.

Haziel pisaba los talones de Uma, quien portaba la bandera. Cuando esta se aseguró de estar lo suficientemente lejos, explicó la estrategia a seguir.

-Eyael llevará la bandera encima, es demasiado fanfarrón. - estallaron las risas en el equipo. - Dejaremos a la mitad del grupo protegiendo la bandera y los demás iremos a por la suya. Dana, te encargarás de la vigilancia. - una chica de cabello castaño muy rizado asintió y varias personas hicieron corrillo a su alrededor. - Haziel, ¿te vienes con nosotros? - la chica asintió decidida.

El segundo pitido dio comienzo a la batalla.

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