Haziel miró fascinada la belleza de las alas que poseía la niña. Esta, impaciente, miró por detrás de la mayor, esperando para emprender el vuelo. La mujer tardó unos segundos en comprenderlo. Sacó las alas y se impulsó de un salto, seguida por la niña.
A la hora de cenar, Hara se sentó al lado de Haziel, entre esta y Uma. Apenas comió ya que no tenía hambre, pero estar cerca de ella le hacia sentir segura. Los demás Caídos se dieron cuenta de su presencia hasta que uno de ellos no cabía en la mesa en la que estaban sentados. A regañadientes, el chico sobrante fue a sentarse en la otra punta de la sala. Un sonido estridente hizo que la sala quedara en completo silencio y todos miraran hacia la mesa de los adultos, donde se encontraban Mabi, Ani y cuatro de los caídos mas mayores.
-Mañana empezará el entrenamiento otra vez tal y como lo conocéis, debéis estar a las 6 listos para la inspección. Buen provecho, muchachos. - la voz de Ani sonó severa y, en cuanto se sentó, el barullo brotó de nuevo.
Hara no habló por más que Haziel le preguntara. Uma miró con cara de "ya te lo dije" a su amiga, y esta quedó decepcionada. Al terminar, tocó a la mesa de la morena recoger y fregar los platos, y lo hicieron sin rechistar. Hara secaba los platos que Haziel lavaba y aclaraba, mientras tarareaba una canción pegadiza de algún anuncio que algún día oyó. La pequeña rió sonoramente cuando la mayor empezó a cantar en voz alta. Empezó a bailar a la vez que frotaba los platos, y su nueva y pequeña amiga la acompañó meneando el trasero a la vez que reía sin parar y los secaba. Finalmente, la mitad de la cocina se había unido a las dos chicas, utilizando las escobas como micrófonos y las mesas como escenarios, repiqueteando en las ollas con cucharones de sopa y ordenando la cocina al ritmo de una canción totalmente inventada. Aniel abrió la puerta tan fuerte que chocó contra la pared. Todos los niños quedaron inmóviles mirando al hombre, que los excrutaba con la mirada de un perro rabioso.
-¡Yo también se cantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaar! - cantó elevando la última sílaba a un tono gran agudo que a duras penas llegaba a sostener. Las risas volvieron a estallar mas fuertes que antes y todos siguieron el ritmo que marcaba Ani con dos cazuelas en las manos.
Cuando salieron del comedor, dejando todo recogido, ya había oscurecido. Uma se acercó a Haziel, quien ya partía hacia la cabaña que compartían, seguida de cerca por Hara.
-¡Haziel! ¿Quieres venirte al lago con nosotros? Las noches de luna llena siempre vamos allí y algunos llevan sus guitarras. - Haziel se giró para mirar a su pequeña amiga, quien la observaba con sus grandes ojos pardos.
-¿Puede venir Hara?
-¡Claro que si! - respondió con una gran sonrisa. Las tres alzaron el vuelo y en unos minutos ya se encontraban en la arena, sin zapatos y tumbadas bajo las estrellas mientras alguien tocaba armoniosas notas con su guitarra.
Al volver, Hara pidió a su nueva hermana mayor quedarse a dormir con ella, y esta preguntó a Uma si le parecía bien. Uma respondió con su natural sonrisa de siempre y las tres se dirigieron a la casita de madera. La pequeña se aferró en un abrazo al cuerpo de Haziel y se durmió en cuestión de segundos. Cuando su respiración se volvió regular, la morena acarició su pelo y se sumió en la inconsciencia.
Una sacudida violenta hizo que Haziel se despertara sobresaltada. Dio un cabezazo a Hara al levantarse de golpe y las dos se llevaron la mano a la frente. La pequeña saltó de la cama y empezó a sacudir a Uma. Haziel la cogió por los hombros y la giró hacia ella. Estaba mas pálida que de costumbre y temblaba.
-¿Que pasa, Hara? ¿Has tenido una pesadilla? - la niña movió rápidamente la cabeza de un lado a otro y señaló la ventana.
Haziel miró a través de ella sin moverse del sitio. Vio una sombra moverse y frunció el ceño. Se acercó a la ventana lentamente y vio decenas de sombras moviéndose en la oscuridad. Corrían a cuatro patas y sus ojos brillaban en un tono verde oscuro. Una de las sombras se paró entre las demás y giró la cabeza hacia donde se encontraba Haziel. Se agachó rápidamente y se tapó la boca con las manos, respirando deprisa y con los ojos muy abiertos. Hizo una señal a Hara con la mano y esta corrió y se acurrucó contra ella. Haziel cogió un espejo que había debajo de la cama y lo inclinó hasta poder ver la ventana sobre su cabeza. El ser se había acercado a ella. Dos agujeros en su cara exhalaban aire caliente que se pegaba al cristal y lo emblanquecia. Sus ojos parecían tener tanta profundidad y eran tan oscuros, sin pupilas, que era difícil saber si podía ver o no, pero los movimientos de su cabeza indicaban que sí. Alzó su mano y unas largas garras rasgaron el cristal provocando un chirrido que hozo que Hara se tapara los oídos. La piel grisácea del monstruo y la forma alargada de su cráneo le daban un aspecto aun mas tétrico. El ser horrendo se marchó y Haziel contó hasta cinco para levantarse y despertar a Uma. Hara gimió lastimeramente cuando Haziel se separó de su lado, pero no se movió. Antes de que llegara hasta donde se encontraba Uma, empezaron los gritos.
La chica rubia saltó de la cama con una daga en la mano y se la puso al cuello a Haziel, quien la miró aterrada.
-Ha-hay unas cosas... Allí fuera, son monstruos. - la cara de Uma empalideció con las palabras de su amiga. Corrió a la puerta y la entre abrió para ver fuera. La cerró y se apoyó en ella.
-Krulls... Tenemos que irnos, deprisa. - Uma volcó su cama de manera que quedó del revés en el centro de la habitación. De entre las maderas que aguantaban el colchón sacó tres dagas azuladas y dio una a cada chica. Las tres se calzaron y Uma empezó a meter cosas en una mochila verde oscuro. Fuera ya empezaban a oírse gritos, pero la mayoría eran ordenes, probablemente de Mabi o Ani. Ese hecho insufló esperanza en el corazón de las tres chicas, que abrieron la puerta de par en par y se lanzaron al exterior.
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Vuela libre
FantasyDijo que era la última vez pero ambas sabían que no lo era, la madre de Jess seguiría mudándose cada dos meses a pesar de lo que rogara Jess. Condenada a errar por ciudades repletas de gente que jamás conocerá, Jess descubre que su madre guarda un g...