Capítulo 7

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El sonido estridente hizo que la mayoría de caras del equipo azul empalidecieran. No les había dado tiempo a esconder la bandera, y el grito de guerra del equipo contrario hacía eco. El grupo asignado a la protección rodeó por todos lados un árbol, y pegado a el se metió el chico de pelo largo, metiéndose el retal azul en la manga e indicando a la chica que se acercara con la mano. Haziel se acercó, dejando avanzar unos metros a la parte atacante y observando detenidamente a los componentes de la defensa. Atravesó la barrera humana y llegó hasta el chico. Este, guiñándole el ojo, le dio la bandera y puso su dedo índice en sus labios, en señal de silencio. Haziel se apresuró a meterse la bandera dentro de la camisea y se la enganchó de mala manera con el sujetador. Luego arreglaría eso. Salió de la formación y se unió al grupo de los atacantes, quienes se habían dividido y dejaban lejos su formación de defensa. La mayor parte atacaban directamente, mientras Uma y un chico moreno aguardaban encima de los arboles, expectantes. Haziel se vio en medio de una guerrilla en la que el equipo contrario superaba tanto en numero como en fuerza y se escudó tras un árbol. Intentó trepar, pero era demasiado lenta y la verían, así que se pegó al tronco y rezó para no ser descubierta. La pelea se desplazó a favor de los rojos, puesto que se acercaron considerablemente a la defensa, quien adoptó una posición de combate, alzando las manos en forma de gancho e inclinándose hacia adelante. Los contrincantes se movían rápidamente hacia la bandera.

O eso creían ellos. El sudor recorría a Uma la frente cuando saltó del árbol. Miró atrás e hizo una señal con la mano a su compañero al otro lado, quien bajó de una rama alta en dos movimientos. Ambos corrieron entre los arboles, lo mas separados posibles sin perder el contacto visual, hasta vislumbrar los dos defensores del enemigo. Uma corrió en línea recta hacia ellos, mientras que el chico moreno rodeaba los arboles y conservaba el factor sorpresa. Haziel, agena a su estrategia pero observando sus movimientos, observó la danza de manos que eran las de dos personas contra Uma, quien aun tenía la cola intacta. Dando una vuelta inesperada, dejó al descubierto la cinta roja del mas joven para que el chico de su equipo la arrancara, y así lo hizo. Luego, entre los dos, les fue fácil eliminar al restante. Haziel permanecía apostada contra el árbol cuando rememoró la estrategia paso por paso según la había narrado Uma.

-¡Eyael! ¡Cobarde! ¡Ven aquí te digo! - los gritos de Uma asustaron una bandada de pájaros sobre su cabeza.

-Mira lo que me he encontrado. - Eyael tapó la boca de Haziel y sonrió en su oído, con la bandera roja como pañuelo, atada a su cuello. La apresó entre el árbol y su cuerpo, y la corteza raspó la mejilla de la chica. - Shhh. ¿Quieres ver cuanto tardais en perder? En unos segundos oirás el pitido final.

Uma y su compañero corrieron, alejándose de ellos, en busca del chico y este sonrió. Esperaron y los segundos se hicieron eternos. Uno, dos, veinticinco segundos y el empezó a impacientarse.

-Iré a ver que pasa, pero te eliminaré antes.

El rubio se separó de la espalda de la chica y alargó el brazo en el preciso momento en que ella se giró y pegó su trasero al árbol. Eyael se rió y Haziel la miró, desafiante. Intentó separarla del tronco sin mucha fuerza para no herirla, pero no lo consiguió. Empezaron a forcegear, y Haziel no dejó que se acercara a su cuerpo pues notaba que el retal azulado rozaba su tripa con la punta. El lo tomó como un reto y aplicó mas fuerza. De entre los árboles empezó a salir gente, todos eliminados, con las marcas en la cara medio borradas y la ropa llena de tierra y hojas secas. Apareció el chico que debía llevar la bandera azul y lanzó una mirada de preocupación a Haziel, quien empezó a ponerse nerviosa. Segundos después, Eyael se dio cuenta de la jugada.

-¿Con que la tenias tu desde el principio? Aun puedes rendirte. - sugirió aplastando a la chica contra el árbol.

-Eso es lo que tu querrías. - susurró trabajosamente.

Se apoyó contra el cuerpo del rubio y puso los pies en el arbol, haciendo fuerza contra este. Los dos salieron disparados, cayendo al suelo. Haziel levantó la mirada, y vio la bandera roja en el suelo, a unos metros entre ella y Eyael. El también la vio. Sin levantarse siquiera, ambos se abalanzaron sobre el trozo de tela, pero una sombra se les adelantó. Todos contuvieron el aliento mientras una niña de enormes ojos pardos sostenía la tela roja entre sus manos. Apartó el pelo de su cara, dejando ver las marcas que dieron paso a vítores, gritos eufóricos y palmadas. No fue hasta unos segundos mas tarde que Haziel se giró y miró a la niña de pelo corto, aun sorprendida por su valentía. De su pantalón colgaba una cola azul. Tras el pitido final, la pequeña soltó el retal, que cayó al suelo dando vueltas, y salió corriendo hacia la espesura. Todos la miraron extrañados, pero nadie la siguió. Eyael tendió la mano a Haziel, que aun permanecía en el suelo mirando en la dirección en la que había desaparecido la niña. Aceptó su mano y una vez de pie se golpeó los pantalones para deshacerse de la tierra que tenía pegada.

-Buena jugada, canija. - Eyael se dio la vuelta y desapareció entre la multitud, no sin antes girarse y sonreír a la mestiza.

Se sacó la bandera azul brillante de la camiseta y se acercó a Uma, quien celebraba la victoria junto a sus compañeros. Se lanzó a los brazos de la morena, aun eufórica.

-¡Sabía que ganaríamos! ¡Eyael se lo tiene bien merecido! Ya es hora de comer, ¿vienes con nosotros?

-¡Pues claro!

En una de las grandes cabañas centrales, mesas enormes contenían todo tipo de comida. Todo el mundo se sentó en los bancos de madera a los lados de las grandes mesas y empezaron a comer, animados. Haziel no vio por ningún lado a la niña que les había dado la victoria, y preguntó a su amiga por ella.

-Se llama Harahel. Nunca habla con nadie, de hecho creo que nunca la he oído hablar. Es una niña muy discreta... Me da mucha lástima, pero no le gusta la gente. Ni tan solo recordaba que fuera en nuestro equipo. - Haziel aceptó la explicación de su amiga y siguieron disfrutando de la comida.

Mabi y Aniel dejaron el resto del día libre a los chicos, pues había pasado toda la mañana con el juego de banderas y prefirieron dejar el entrenamiento para el siguiente día. En cuanto la gente se levantó de la mesa, quedaron unos pocos en la que estaba Haziel. Cogió un plato y lo llenó de todo lo que pudo encontrar, se levantó de su asiento y salió del comedor. Miró a ambos lados por mera costumbre y se adentró en el bosque. Después de andar unos metros, empezó a llamar a la niña, pero solo su voz contestaba a sus palabras.

-Hara, te traigo comida, no has ido al comedor hoy. - buscó con la mirada a la niña, y la encontró en una rama gruesa, en lo alto de un árbol, abrazada a sus piernas.

Desplegó sus alas en un abrir y cerrar de ojos, y se posó sobre la rama en la que se encontraba la pequeña. Esta la observó con sus enormes ojos pardos, hinchados con restos de lágrimas. La tristeza invadió el alma de Haziel, y alargó el brazo para acariciar su pierna. Esta se apartó bruscamente de ella y continuó mirándola.

-No te quiero hacer daño. - se hizo el silencio. - Te he traído comida. - alargó el brazo y la niña se abalanzó sobre la comida. Después de un rato, Haziel intentó conversar con la niña. - ¿Nunca hablas? - la pequeña levantó la cabeza y negó con la cabeza. - ¿Que son esas marcas de tus brazos? Mmm... ¿Te molesta que te llame Hara?

-Me gusta Hara. - la voz de la niña emanaba dulzura, inocencia y pureza, y trazos de dolor. Tras meditarlo mucho rato, continuó. - Tu te llamas Haziel. - dijo sin ninguna entonación.

-Si... ¿Cuantos años tienes?

-Diez. ¿Y tu?

-Yo tengo 19. - Haziel sonrió. - ¿Te gustaría dar un paseo? - la niña se levantó de un salto y desplegó sus alas. Eran casi tan grandes como las de Haziel. Entre las plumas negras, habían destellos de plumas doradas que brillaban bajo el sol.

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