Capítulo 6 -Distrito 8

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Nunca me había detenido a pensar en cómo eran los demás distritos y una parte de mi quería que todos fueran iguales, pero estaba muy equivocado.

Al llegar no había mucho, era una línea recta que subía una especie de colina no tan alta, teniendo a cada lado de la calle casas, más de las que nunca había visto, todas estaban unas encima de las otras y así iban subiendo; eran de materiales distintos: latas, ladrillos, maderas, todo material existente que podía aguantar, era una combinación extraña pero eficiente porque la mayoría se veían bastante viejas.

Al terminar de subir llegamos a una especie de valle donde estaban acumulados todos los locales y servicios esenciales, no tengo mucho que decir, todos eran muy pequeños, pero eran de la misma clase de los de mi distrito, supongo que eso se conserva para todos e Ileana se estacionó en almacén relativamente grande.

—Es aquí, empieza a bajar todas las cajas mientras voy por un carrito. —dijo mientras apagaba el carro y salía. —No pierdas de vista ninguna.

—Está bien. —al decir lo mismo me vio como si me viera los suficientemente estúpido como para perder una caja que pesa como medio kilo, lo cual obvio no soy.

Ileana entro al local mientras yo empecé mi tarea, solo los bajaba y apilaba en líneas de tres, la verdad no eran tantas, podrían ser aproximadamente 20, lo que terminó con 7 líneas. Al terminar y notar que ella aun no volví me empecé a preocupa, no sabía nada de aquí y menos que debía pensar, lo único que me dijo fue que no dejara las cajas, aunque no creo que les pase nada.

—Hola—al volverme estaba en medio de las pilas la niña que me saludo, no la había escuchado llegar y eso era lo que más me perturbaba aún más porque no dejaba de pensar en Ileana.

—¿Hola? — dije y no sé por qué al verla solo me podía recordar a Angie.

—Hoy no es un día de entrega usual y como te veo no eres de ningún lugar cercano o ¿me equivoco? —al terminar de decirlo su expresión se convirtió en una sonrisa sombría, no podía creer fuera tan miedoso para que una persona que anda por sus 14 años me esté intimidando.

—Sabes es mejor que te vayas, no sé qué crees que haces, pero no me interesa y ya estoy por irme — aclare con la mayor autoridad que tenía, osea la autoridad que da un chihuahua que ladra ante cualquier otro perro, nula, mejor dicho.

—Vi que fue Ileana la que entro, ella me agrada, es amable pero nunca la había visto venir con tan poca cosa. —en este punto estaba empezando a considerar lo mal que se ve un adulto al insultar una niña, pero ya me estaba cansado.

—Mira mocosa será mejor que t..—en ese momento sentí un rose en mi brazo para lo que voltee.

—Tienes razón, ninguno se atrevería a tocar a Ileana, pero tú —dijo el hombre más corpulento y alto que había visto mientras se inclinaba sobre mí para demostrar lo inferior que era contra él. —no eres intimidante ni el adecuado para cargar tantas drogas, así que mira, nos vamos a llevar una caja y cada uno por su lado ¿me entiendes?

Mientras decía lo último me veía a los ojos, me decía que si no aceptaba igual iba a sucedes solo que no iba a ser tan favorable para mí. Nunca había salido de mi zona de confort, quería pensar que a mi edad todos los temores habían sido opacados, pero me di cuenta de que no había vivido nada, no sabía nada y menos lo entendía.

Pero aun así sabía algo, no podía dejar que se lo llevaran, no me podía arriesgar; así que respire y intente agarrar toda la poca hombría que tenía adentro después de criarme en un lugar donde lo peor que puede pasar es que te hagan una zancadilla y dije —No—mientras escuchaba en coro las risas de los dos y la niña empezaba a agarrar una de las cajas.

Dosis antes de olvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora