Eramos Formidables (Nous Étions Formidables)

Chirimiri

26 Junio de 2007

-Gregory Lestrade, Detective Inspector Gregory Lestrade, encantado- contestó el hombre de pelo cano apretando la mano del trajeado-usted debe ser Mycroft Holmes

-Buenas tardes-Respondió educadamente

No dijo nada más. Estaba demasiado ocupado disfrutando del tacto de esas manos ''Apretón fuerte, hombre decidido'' pensó. Un escalofrió recorrió la columna de Mycroft.

-Como ya sabrá he metido a su hermano en el calabozo- separó de un tirón su mano y su rostro oscureció '' ¿acaso él también lo sintió?''

-Bueno-se dirigió a su mesa-la cuestión es que estaba en mitad de la escena de un crimen

-Entiendo inspector-metió la mano en el bolsillo buscando la billetera ignorando el cosquilleo.

-Solo tiene que firmar aquí y pagar una pequeña fianza.

Le entregó un papel seguido de una pluma. Holmes, aun tentado por poder rozar su piel una vez más no aceptó ninguna de las dos cosas. En cambio, sacó su billetera y la abrió.

-No vengo por eso señor Lestrade.

Levantó la cabeza y encontró unos ojos confundidos observando. Dejó de respirar y su mente se quedó en blanco. Mycroft Holmes no había visto unos ojos más dulces que aquellos.

-Greg.- dijo- comentó el cano

-¿Perdone?- consiguió preguntar

Estaba completamente perdido entre ese color. Olvidó a su hermano y el estrés de volver a estar ahí, ayudándolo sabiendo que solo recibiría quejas de su parte. En su mente había decidido borrarlo todo, solo existía el reflejo de esos ojos parecidos a la noche. '' ¿Marrones o negros? ''Se preguntaba sin pestañear. No había conflictos con oriente ni crisis mundial. Solo la semejanza con el oscuro café de por las mañanas.

-Llámame Greg, el inspector Lestrade es mi padre.-se rascó la nuca incomodo- Si no viene sacar a su hermano de aquí ¿por qué me deleita con su presencia?-preguntó de forma pomposa intentando olvidar la presencia de su padre en esa conversación.

Hablar de su padre le incomodaba. La imagen de un hombre demasiado serio y estricto conquistaba su la mente. Siempre con mirada ruda y pocas sonrisas en su historial. Ese era el inspector Lestrade. Un hombre distanciado de su familia y fiel a su trabajo.

-Claro-Carraspeó

Cambió de mano su amado paraguas intentando ignorar sus incomodas y sudadas manos. Acarició su elegante chaleco, cogiendo aire viéndose incapaz de tranquilizarse. Estaba completamente perdido ante ese hombre.

-La cuestión es que mi hermano me prometió que no se metería en problemas y aquí estoy otra vez.- mostró una de sus sonrisas diplomáticas- Señor...Gregory.-corrigió

''Gregory'' murmuro en sus adentros. Disfrutó de cada silaba de su nombre. ''Gregory'' repitió. Sus manos temblaban nerviosas incapaces de mantener el control.

-¿Cuánto le tengo que pagar para que lo deje toda la noche aquí?-preguntó directo

-¿Perdón?- Su ostro cada vez se encontraba más perdido.

-Merece un castigo-sentenció el trajeado

-¿Y piensa dejarlo aquí? - una sonrisa burlona asomaba de sus labios.

-Si a usted no le importa- deja asomar dos billetes-¿con esto valdrá?

-No, no- exclamo apartando el dinero de su vista- créeme, lo hare con gusto- y de sus labios surgió una sonrisa radiante.

Y fue ahí, provocado por el sonido de la risa de ese hombre. Por la escena que hacían sus blancos y rectos dientes junto sus labios que el corazón mal acostumbrado de Mycroft empezó a bombear. La temperatura de esa maltrecha habitación aumentó simulando un pequeño desierto en mitad de Londres. Y el mayor de los Holmes estaba perdido. ¿Acaso unos ojos y una sonrisa era lo único que hacía falta para hacer temblar al futuro gobierno británico?

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Sé que es bastante corto, lo siento! pero en unos días subiré el capitulo 3 (mil perdones!)

Chirimiri: Llovizna, calabobos