¿La mataste?

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Gabriela

Me desperté con un dolor de cabeza terrible y un Jacob dormido a mi lado. No recordaba nada de lo que había pasado para tener una venda en la cabeza.

- Por fin despiertas...- Jacob me miró bostezando.

- ¿Que pasó? - pregunté con los ojos cerrados debido al horrible dolor de cabeza.

- Beatriz tuvo la pésima idea de lastimarte - me acarició la mejilla - pero ya está pagando por ello - lo miré sin saber que había ocurrido.

- ¿La mataste? - desvió su mirada hacia otro lado.

Tenía una tremenda lucha interna, en donde la razón y el corazón no se ponían de acuerdo. Por un lado la razón me decía que desear la muerte de alguien no le hacía bien a mi mente pero mi corazón deseaba no volverla a ver nunca más.

- No - respondió seco y se fue de la habitación tan rápido como pestañeé.

Algo en mi, esperaba que si lo hubiera hecho. Pero como iba a pensar yo que Jacob iba a matar a la que un día le regaló tantos momentos de placer...

Me intenté levantar pero un fuerte mareo me sacudió haciendo que cayera a la cama. Lo intenté durante tres veces más y esta vez la cuarta fue la vencida. Me encaminé al baño agarrándome de todo lo que pudiera servirme de apoyo. Me miré y el reflejo me asustó. Estaba demacrada, despeinada y fea. ¿Cómo iba a gustarle así?.

- Luna, el señor me mandó a ver si estaba todo bien - escuché en la habitación a un mastodonte de Jacob.

- Ayúdame a salir de aquí, necesito aire - me agarré de su brazo y este dio un respingó de la sorpresa. Tan grande y mira como me sale...

Salimos de la habitación, despacio debido al terrible dolor de cabeza que no me dejaba casi respirar. Pasamos por el frente del despacho de Jacob, del que salieron Erick y él.

- ¿Que cojones haces del brazo de mi Luna? - se encaró con el mastodonte. Gritando. Mi cabeza iba a quebrarse.

- Jacob solo me estaba ayudando a salir - me tambaleé antes de agarrarme, esta vez, del brazo de Jacob.

Miró por última vez al mastodonte, advirtiéndole que se fuera del lugar. Y así lo hizo.

- ¿Y no me lo pudiste haber pedido a mi? - me levantó con sus brazos al estilo princesa.

- No estabas ahí para cuidarme - le dije cerca de su cuello al apoyar mi cabeza. Jacob sólo gruñó.

- Nos vemos después chicos - se pronunció Erick para luego desaparecer por el pasillo.

- Llévame al jardín, quiero respirar aire fresco.

Y así hizo, me llevó al jardín y me dejo en el césped. Luego el se puso de pie y se alejó un poco de mí pero sin dejar de vigilarme. Supongo porque sintió que quería estar sola para disfrutar de ese momento en el que sientes que vuelvas a llenarte de oxígeno, y así sientes que la vida te vuelve al cuerpo.

Después de unos minutos me ayudó a levantarme para llevarme al comedor y comer algo. Sin separarse de mí.

- ¿Cómo te fue en el viaje ese que hiciste? - pregunté por intentar hablar de algo.

- Bien - respondió seco mirándome - de igual manera es algo en lo que no te debes entrometer - su mirada fría empujaba a mi corazón a partirse en dos.

No quise molestarlo más, ya que eso parece, que mi presencia le molesta.

Luego de comer me llevó de nuevo a la habitación, en donde me dio unas pastillas.

- Jacob - él estaba de espaldas a mí, agarrando algo de la cómoda.

- ¿Qué? - respondió suave.

- ¿Por qué me tratas tan bien a veces y tan mal otras veces?.

- Depende de mi estado de humor Gabriela, y hoy no lo estoy - luego de decir eso se quedó parado frente a la puerta.

Hice una mueca de tristeza, sinceramente no quería pelear o fingir que su humor no me entristecía.

Se volteó y me miró durante unos largos segundos para luego acercase a la cama donde yo me encontraba.

Me agarró del mentón ligeramente y me dio un beso corto en los labios. Luego me miró por última vez y se marchó cerrando de nuevo la puerta.

Estúpida HumanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora