Volver a caer en la tentación.

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Gabriela

Aparté la mano en el momento en que me di cuenta, pero él no parecía estar de acuerdo conmigo. Me abrazó, me olió y después me empezó a dar besos cortos por los hombros, acercándose al cuello.

- Te necesito Gabriela - lo miré.

- ¿Por qué le tienes tanto odio a los humanos? - pregunté con ilusión de que me respondiera.

- Mataron a mi familia - respondió seco.

No sabía si tomarlo como excusa para el mal trato que me daba, no todos los humanos son iguales.

- Lo siento...- se levantó del sillón.

- Acuérdate hoy dormir temprano, mañana empiezas con tu trabajo - me miró por última vez en el día y se fue.

El resto del día lo pasé con Coral viendo pelis y hablando. No volví a ver a Jacob, ni a Erick, ni a Betty, ni Anastasia, en conclusión la casa estaba casi vacía a excepción de los empleados, que no nos hablaban por miedo a nuestros mates.

Fui a la destruida cocina para hacer algo de cenar, ya que no estaba acostumbrada a que me sirvieran, le dije a las cocinas que se fueran a descansar antes del horario establecido.

Coral apareció por la puerta.

- Ya llegaron - se apoyó en el marco con los brazos cruzados y la mirada perdida.

- ¿Qué te pasa? - pregunté mientras intentaba enchufar la sandwichera.

- Nada...- me miró - bueno en verdad, no se por qué hoy Erick ha estado distanciado conmigo - oímos el cerrojo de la puerta y Coral se colocó a mi lado - es que no lo entiendo, si no le he hecho nada para enfadarlo-.

- Bueno tal vez este cansado - respondí sincera.

- ¡¿Cansado de mí!? - reí por su reacción.

- Claro que no Coral - dije aun riendo - seguro hoy se siente cansado del día, no ha parado, entre las visitas y las salidas, entiéndelo - me dispuse a ir al comedor con mi sandwich.

- Pues yo tendría que ser esa persona a la que él acuda para que se olvide de todas las responsabilidades - se sentó a mi lado.

Betty y Anastasia aparecieron en nuestro campo de vista, se pararon y miré a Betty quien parecía haber llorado. Después de habernos matado con la mirada 50 veces se fueron.

- ¿Qué extraño que Betty haya llorado no? ¿ Las brujas no tienen sentimientos o sí? - pregunté a Coral.

Ella se río y respondió con un levantamiento de hombros.

Unos minutos después aparecieron Erick y Jacob, pero a diferencias de las chicas ellos no se pararon a ni siquiera mirarnos. Miré a Coral quien siguió a su mate con la mirada.

- Coral...tranquila, no tiene que ser nada malo, no te preocupes si no tiene motivos contigo para estar mal - apoyé mi mano en su hombre y me limpié en su camisa mientras imitaba que le estaba acariciando. Cuando se dio cuenta reímos las dos.

Eran las 10 de la noche y me fui a descansar, mañana sería un día duro y alegre a decir verdad, ya no estaría encerrada.

Al subir las escaleras para dirigirme a mi habitación, note que la puerta de Jacob estaba entre abierta.

Me estaba debatiendo si entrar o no, tenía miedo lo que podría encontrar. Al final, después de tanto pensar, decidí entrar.

Estaba todo oscuro, solo entraba un hilo de luz de luna por la ventana, que también estaba abierta. Miré a la cama donde se encontraba un tranquilo Jacob durmiendo.

Este maldito lazo hace que quiera estar con él siempre, y más cuando parece tan manso. Me acerqué a él intentando no hacer ningún ruido. Me imaginé que el me quería tanto como yo lo quiero a él, justo cuando iba a acostarme en su pecho Jacob abrió los ojos, tragó saliva y me miró confundido.

- ¿Que pasa Gabriela? - me dijo adormilado.

Lo miré y después no pude sostener la mirada así que miré al piso.

- Nada...solo es que me dio curiosidad ver la puerta entreabierta y después el verte tan tranquilo...- comencé a hablar rápido como cuando me altero.

- La curiosidad mató al gato ¿sabes? - me agarró el mentón para que lo mirara.

- Perdón...- se recostó en el respaldar de la cama.

- No tienes que hacer Gabriela, esta es tu casa, tu habitación y tu cama. Ven aquí anda - lo miré y no vi ninguna pizca de broma en sus palabras.

Estaba tan extraño, tan calmado. ¿Por qué un día me echa de su cuarto y al otro día me reclama que me pertenece? .

A pesar de que me debatí entre hacerle caso o no, opté por dejarme llevar por mis sentimientos. Me acerqué despacio a él, recosté mi cabeza en su duro pecho, hasta me permití acariciar sus tatuajes.

Él me beso la cabeza y me apretó más a él.

- ¿Por qué siento estas cosas en mí si a veces hasta te odio Jacob? - le miré, el miraba hacia el frente y se mordía el labio, creo que estaba intentando no sonreír.

- Es el lazo Gabriela, además, somos Alfa y Luna, eso lo hace aún más fuerte que los demás - me miró a mi y me acarició la mejilla - ni tú puedes vivir sin mí, ni yo sin ti-.

Asentí levemente mientras me acurrucaba más en sus brazos. Disfrutaba lo cálido que se sentían sus brazos a mi alrededor, lo suave que era su tacto cuando parecía quererme a morir. En ese momento no quería pensar en sus errores, quería ser ciega, olvidar los malos recuerdos que me hacían daño en el corazón.

- Jacob - sabía que mi pregunta iba a arruinar el momento pero no podía aguantar más la curiosidad - ¿que pasaría si yo muero? -.

Sentí como se tensó, me apartó y me hizo sentarme frente con frente.

- Gabriela no vuelvas a decir eso - dijo rudo - si tú mueres no solo me matas a mí, sino a la manada, ellos también te necesitan. Por eso tengo que protegerte ante todo, eres una figura muy importante en la vida de todos, sobretodo en la mía. Mi mitad, eres mía, mía, mía - empezó a olerme, acarició mi marca y me hizo recostarme suavemente en la cama.

Me acarició despacio todo el cuerpo, disfrutando de mí  y sin previo aviso me besó apasionadamente. Yo no me negué, lo necesitaba de verdad que lo hacía. Besó su marca e hizo que me retorciera de placer. Se levantó de la cama y cerró la puerta con seguro.

La luz de la Luna reflejaba en su trabajado abdomen, con todos esos tatuajes que lo caracterizaban. Se acercó peligrosamente a mí, me empezó a besar la frente, luego los labios hasta que terminó por llegar a mi parte íntima, donde dejó sus besos mojados, y así nos fundimos los dos en uno, de nuevo.

Volví a caer en la tentación de su tacto, me sentía completa, más feliz de lo que alguna vez me sentí. En esos momentos de dicha, lo necesitaba en todo momento, me dejé llevar por la lujuria, sin pensar en nada más que no fueran sus besos por mi piel. Hicimos el amor, nos dejamos llevar por nuestros más íntimos sentimientos, recorrimos cada uno el cuerpo desnudo del otro. Disfruté como nunca de él, y me sentía mas plena y suya de lo que jamás me sentí.

En la madrugada, caímos los dos rendidos, abrazados y húmedos nos dormimos plácidamente bajo la cálida luz de esa Luna que  nos había unido.

Estúpida HumanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora