Chupitos Y Música

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Sentí demasiada furia y aporreé la puerta furiosa

-Déjame salir maldito imbécil- lágrimas caían de mis ojos sin ningún esfuerzo.

Me sentía débil, cansada mentalmente, extrañaba a mis abuelos. Añoré los brazos cálidos de mi abuela cuando me ponía a llorar porque en el cole los niños me ofendían o los consejos de mi abuelo sobre lo difícil que es la vida y lo fuertes que teníamos que ser para afrontarla.

Me cansé de pedir que me sacaran así que caí al suelo, intentando relajarme y mentalizandome de que no sacaba nada mostrando que me importaba.

Me levanté secando mis lágrimas, me mire al espejo de la cómoda de la lujosa habitación y me prometí que no iba a volver a derramar una sola lágrima por él.

Entre al baño y me di un baño relajante, despejando mi mente de cualquier pensamiento que recreara a Jacob, si el podía jugar así conmigo, yo también.

Me puse el vestido más bonito que traje y me maquillé sencilla, nunca me gustó cargarme la cara de maquillaje asi que opte por una sombra clara, máscara y un pintalabios rojo que hacía relucir mis labios. En eso oí la puerta abrirse, por el espejo del baño podía ver a un Jacob cansado y del solo pensar el por qué se me revolvía el estómago.

Volteó la cabeza y al verme me escaneó de arriba a abajo. El vestido que llevaba era negro con destellos brillantes, abierto por una pierna y ajustado, me veía bien a ser sincera, me sentía poderosa con ese vestido.

Sin dirijirle la palabra fui a por los tacones, negros, no muy altos.

- ¿Así piensas ir a la cena? - no obtuvo respuesta - Gabriela respóndeme - me intentó agarrar suavemente la cara, pero se la aparté sin siquiera mirarle.

Me dí los últimos retoques mientras Jacob se reía sarcásticamente. Le miré, le mire a los ojos y pude ver como le desagradaba que lo retara, que no le obedeciera, no soportaba ver que no era su sumisa.

Salí por la puerta en busca de Coral, al diablo la cena quería pasármelo bien y conocer París.

Toque su puerta, Erick abrió, estaba sin camisa y al fondo tirada en la cama estaba una Coral llena de felicidad con la camisa que Erick no llevaba puesta. Me alegré mucho por ella, se merece ser muy feliz pero a la vez sentí envidia de no poder ser yo feliz también. Me adentré en la habitación.

- Coral tengo una invitación a la que no puedes negarte por nada del mundo - le puse mi mejor cara de perrito y se levantó sentándose curiosa - vamos a conocer Paris la noche es joven - hice énfasis en esas palabras y me acerqué a ella tomándola por el brazo y llevándola al baño pero antes un Erick confundido nos paró.

-¿Piensan ir solas? porque ese no era el plan de esta noche- se cruzó de brazos y prosiguió -¿Jacob sabe algo de esto? -

- Que le den a Jacob, a la cena puede ir con su novia - decir eso me ahorcaba el corazón pero era la verdad al fin y al cabo.

Erick quedó sorprendido con la respuesta y aproveche su sorpresa para encerrarnos a mi y a Coral.

- Gabriela no puedes hacer estas cosas sin su permiso - insistió detrás de la puerta.

Miré a Coral ignorando a Erick. Ella estaba parada confundida por la situación.

- Venga Coral, la noche es joven pero también es corta no tenemos todo el tiempo del mundo - aplaudí animadamente.

- ¿ Seguro que es lo correcto? ¿ Que te pasó con Jacob para que quieras saltarte las reglas - me preguntó quitándose la camisa.

- Coral, ¿ cuando no me he saltado yo las reglas? - las dos reímos - lo que me pasó ya te lo contaré por el camino. ¡Andate ya!- me miro insegura pero al final acabó cediendo metiéndose en la bañera.

1 hora después ya estaba lista para irnos, lo que Erick no se encontraba en la habitación. Me costó convencerla de que no pasaría nada si nos vamos sin avisar, que ya somos mayorcitas.

En la entrada del hotel nos encontramos a Betty la estirada y Anastasia la parada hablando animadamente y cuando nos vieron salir sin acompañantes se levantaron como un resorte y se fueron al pasillo de las habitaciones, seguro para ir con el chisme a Erick y a Jacob quienes no estarán nada contentos con la noticia.

Y así, Coral y yo salimos del hotel, camino una discoteca que vi llegando.

Paseando por la acera encontramos un puesto de tacos, ya que estábamos en una calle ambientada en México. Y ya saben, antes de beber hay que comer.

Entramos a la discoteca, solo hizo falta enseñarle el escote al portero para que nos dejara pasar sin problema. La discoteca por dentro era enorme, de dos plantas y luces por todos lados sincronizadas.

Estaba sonando la canción de "que calor" y no pude evitar empezar a bailar al ritmo de la música, poco después Coral también se unió.

Fue pasando la noche y entre chupito y canción, estábamos muertas de tanto reírnos. Coral encendió el móvil y se quedó pálida, tenía 50 llamadas perdidas de Erick y otros mensajes de un número desconocido. Entró al chat y ese número era Jacob, amenazandonos con un supuesto castigo. Ahora era mejor que la tierra nos tragara.

Empezamos a caminar torpemente hacia la salida. Habíamos llegado a la conclusión de que era mejor llegar ya y no alargar más la situación.

Debido a mi estado me tropecé con un chico alto y fornido, que me agarró de la cintura antes de llegar al suelo. Me sonrojé inmediatamente.

Se acercó a mi oreja, ya que la música estaba muy alta.

- ¿Estás bien? - pregunto divertido y sonriendo.

Me acerqué yo a su oído también.

- Si, si gracias, es que con las luces no veo - dije intentando ocultar mi estado.

El chico se rio y se volvió a acercar.

- Es mejor que salgan ya, las acompaño - miré a Coral quien ni siquiera se había percatado de lo sucedido, preocupada por lo que le espera supongo.

La agarre de la mano y el chico nos ayudo a salir del establecimiento.

Cuando Coral se percató del hombre me preguntó susurrando.

- ¿Quién es él? - lo miré y sonrió.

Iba a responder a Coral cuando en un halo de luz, los recuerdos llegaron a mí.

Estúpida HumanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora