¡Ya te odio y ni te conozco!

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Sentí que unas manos agarraban mi cintura y me tiraban hacia atrás, chocando con un cuerpo fuerte, lleno de tatuajes y con una respiración pesada.

No puedo negar que sentí cosas dentro de mi al sentir su tacto.

Antes de que Edward pudiese contestar, apareció esta vez un hombre más formal que el nombrado, con facciones más rudas y también muy guapo.

- Dejémos la fiesta en paz, mejor sentémonos- dijo fuerte y seguro.

Sentí que Jacob se relajaba pero solo un poco.

- Esto no va a quedar así - me susurró.

Cuando ya todos estábamos sentados, nos sirvieron la cena.

Los hombres hablaban de negocios, y al parecer ni Jacob ni Erick estaban muy de acuerdo con ellos.

- Tienes una muy bella mate - dijo Edward a Jacob refiriéndose a mí.

Me volví a sonrojar y dije un alto gracias junto con una sonrisa.

Jacob dió un golpe en la mesa y si no llega a ser por Erick, golpea a Edward.

- Edward deja de provocarlo - dijo Ethan, el último que apareció.

Luego de eso todos volvieron a sentarse en sus puestos, y a seguir comiendo "tranquilamente".

Edward no paraba de mirarme seductoramente y cada vez que lo hacía, Jacob emitía una especie de gruñido, hasta que, cuando casi comía el postre, me sacó de la silla y subió las escaleras conmigo a rastras y gritándole pidiendo una explicación hasta mi habitación.

- ¿ Crees que soy tan estúpido para no darme cuenta de cómo se miran? -

- ¡No tienes justificación para sacarme de la mesa como lo hiciste!-

- ¿Ah no? Todavía no te enteras que eres mía, o te tengo que marcar ya para que no salga tú lado de zorra -

Con la misma que me dijo eso, yo le di un fuerte golpe en la mejilla.

Gravísimo error

Me agarró por la cintura tan fuerte que me dolía el músculo y me tiró bruscamente a la cama, subiendo encima de mí y finalmente marcándome con rabia.

El dolor fue inmenso, parecía que no iba a acabar nunca y cuando acabó sentí sangre correr y todo darme vueltas.

Cerré mis ojos, concentrándome en anular el dolor, pero esta vez era demasiado fuerte. Lloré, solté todo lo que tenía guardado. Lloré por mis padres, por mis tíos, por mis amigos y por la vida que un día no valoré.

Sentí como me quitaba el vestido, seguía llorando, me importaba mierda que hacía.

Me acomodó mejor en la cama, y me arropó, sin decir una palabra más que mirarme y acariciarme la mejilla, se marchó. Seguí llorando hasta quedarme dormida.

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Me desperté gracias al sol, hoy hacía una mañana calurosa. Me levanté, me duché y me aseé.

En la ducha me acordé de todo, y al mirarme en el espejo solo tenía una marca con forma de J, ya no dolía.

Miré la hora en el reloj de mesilla, las 9 de la mañana.

Bajé al comedor donde habían ya muchas personas sentadas, supongo esperando para el desayuno.

Coral, Erick, Anastasia, y otra chica rubia al lado de Jacob, muy acamarelados por cierto.

De nuevo esa sensación de celos.

- Buenos días - dije seca.

Coral y Erick me respondieron pero los demás no. Ni me importa.

Durante todo el desayuno, Jacob me daba una que otra mirada mientras yo conversaba animadamente con Coral.

Cuando terminé me levanté y fui al jardín, nunca había estado ahí y desde el comedor se veía hermoso.

Sentí como Jacob me seguía con los ojos.

Me senté en el césped, se sentía muy bien. Miraba el espectacular paisaje que tenía en frente, al otro lado de las vallas. Un frondoso bosque y a lo lejos en el fondo, unas montañas tan altas que casi tocaban el cielo.

- Hola putiluna - dijo una voz muy chillona y horrible.

Me giré y no pude evitar reír. ¿Putiluna? esa rubia de bote se va enterar. ¿cómo era que se llamaba? Batty o Betty no recuerdo.

- ¿Putiluna? ¿No te dan las neuronas para pensar algo mejor no?- la miré desafiante, levantándome del suave césped.

- ¿Perdona? ¿Quien te has creído que eres humana asquerosa? Tú olor apesta ¿sabías? - ¡Oh que insulto más doloroso! (que se note la ironía)

- Bueno, al menos no huelo a puta barata como tú - me miró incrédula y cuando estaba dispuesta a marcharme triunfante se tiró encima de mí.

Sus colmillos estaban a solo unos centímetros de mí y sus ojos eran de un color ámbar inevitablemente hermosos. Cuando reaccioné me asusté y cerré los ojos instintivamente. ¿Nadie hayá dentro se dio cuenta o qué?.

Cuando volvió a su forma humana me dijo:

- Estúpida humana- no paraba de reírse como una zorra- ¡que débil eres!¿así pretendes gustarle a Jacob? ¿ No te das cuenta que no le puedes dar lo que busca y que fuiste un completo error? - esas palabras por alguna razón me dolieron y mucho - mejor intenta largarte y dejame a mí con el puesto, que a ti te queda muy grande -

No aguanté más y me fui, dándole una mirada de completo asco. Cuando pasé por el comedor ya no estaba nadie. ¡Que bien ! nadie ha sido capaz de acordarse siquiera si estoy bien.

Lo sé, me encanta que me den atención.

Decidí dar un recorrido por la casa y para mi sorpresa me encontré con Edward en la sala de entrada.

- Vaya, vaya la princesa está aquí - se ve que me olió porque estaba de espaldas a mi cuando entré.

- Hola Edward- dije tímida.

Se acercó a mí y me tomó la mano, repitiendo el mismo acto que la noche anterior. Mi respuesta fue una sonrisa.

- Veo que aquí te tienen abandonada- me miró de arriba a abajo con una total mirada seductora - ¿sabes? si te vas conmigo, puedes tenerlo todo, amor, lujos, viajes... todo lo que queras se te concederá- vaya que tentadora oferta, peor obvio ni podía confiar en él, y tampoco podía marcharme.

Se supone que cuando un lobo pierde a su mate, va muriendo en lento sufrimiento. Aunque mi mate no me quiera, yo no soy una asesina.

- Yo no puedo hacer eso...- lo miré a sus preciosos y profundos ojos azules.

- Claro que puedes. Princesa, aquí nadie te quiere - iba a hablar cuando...

- Claro que aquí si la quieren, y aunque no sea así ella es mía y se queda conmigo -

Me volteé a ver un Jacob perfectamente presentable. Me dio una mirada de advertencia para que me alejara, pero no lo hice.

En cambio Edward, con un repentino movimiento me agarró el brazo, tirándome hacia él. Su respiración tocaba mi cuello y en ese momento empecé a temblar, ya van dos sustos en un día.

- Suéltala si no quieres una guerra Edward- Jacob miraba amenazante a sus movimientos y tenía sus facciones duras.

- Vengo a vengarme Jacob -

Y con esas palabras me mordió, pero no fue como la mordida de Jacob. Esta fue en el otro lado del cuello y dolió mucho más, tanto, que perdí la consciencia.

Estúpida HumanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora