Grabación.

2.3K 134 33
                                    

Jacob

Gabriela dormía plácidamente en nuestra cama, miré el reloj de la mesilla, las 6:15 de la mañana. Mientras me vestía, me introduje en su rebelde mente, estaba soñando cosas sin sentidos, en donde aparecían sin ton ni son elementos de la mansión.

Antes de desayunar baje a los calabozos, en donde solo había un solo prisionero, Ivor.

Me posicioné delante suya, tenia el rostro casi perfecto salvo por una cicatriz imborrable que le había hecho días atrás cuando me confesó que solo quería follarse a mi mujer.

Le dejé una cicatriz y fui mas inteligente, lo grabé sin que se diera cuenta, le grabé todas las confesiones asquerosas y todas las promesas en vano que le hizo a la estúpida de Gabriela. Sin embargo no lo mataría, me iba a divertir más a costa de él.

- ¿cuando me piensas matar? - me miró directo a los ojos, fue una mirada vacía.

- No lo haré hasta que mi mujer así lo desee - cogí un arpón que tenía por el calabozo, testigo de otras muchas más torturas, lo atravesé entre las rejas y debido al pequeño tamaño de la celda, Ivor no pudo evitar un pinchazo muy cerca del corazón.

- Maldito hijo de puta, ojalá hubiera logrado mi cometido aquella tarde de cumpleaños - se rió amargamente, yo sentí que la rabia se instalaba en mí rápidamente - siempre miraba sus tetas, con esos escotes que llevaba cuando la veía y siempre me hacía venir con su voz por teléfono cuando me la imaginaba gimiendo mi nombre mientras le embestía con mi polla - siguió riéndose.

Lo miré fríamente mientras sus palabras se amontonaban en mi cabeza, quería matarlo de la manera más lenta posible, pero este placer me lo iba a dar mi mujer, ella sería quien lo mataría. Le propiné otra estocada y me regocijé de su dolor al oírlo gemir por el mismo.

Salí de allí antes de que me arrepintiera de no matarlo. Pasé a través del pasillo del salón cuando sentí su olor por las escaleras.

Cuando entré en el comedor ella estaba sentada en su lugar. Erick y Coral ya se encontraban sentados e incluso probando bocado del desayuno.

- Buenos días - espeté cortante bajo la atenta mirada de las personas en el comedor.

- Buenos días Alfa - todos respondieron a excepción de Gabriela quien casi no me dirigía la palabra, salvo cuando la obligaba.

Aquella tarde de hace una semana cuando pronunció las palabras tan horrorosas que nos hicieron daño tanto a ella como a mí, Gabriela no contaba con que no solo bastaba con decir las palabras. Para romper rotundamente la relación de mates, se deben de dar unas condiciones que solo puede proporcionar la diosa Luna, no es tan fácil y menos siendo Alfa, en donde la estabilidad de toda una manada está en juego.

Luego de eso la encerré en la habitación y les prohibí a todos mis empleados y gente cercana hablarles del acto de rechazo a Gabriela además de que ordené que todos los libros de la biblioteca que contuvieran ese tipo de contenidos, desterrarlos o quemarlos.

Nada me separará de ella.

Gabriela

La incertidumbre de no saber que ha pasado con Ivor me mata, los recuerdos de aquella tarde se repiten en mi cabeza una y otra vez, desde la forma en que de primeras desconfío de mí hasta las palabras que pronuncié, las cuales no sirvieron de nada sino para hacerme daño a mi misma. Maldito lazo, maldita conexión y maldito chucho.

Luego de dejarme unos días encerrada me volvió a dejar en libertad dentro de la mansión. Le he preguntado varias veces que ha hecho con Ivor, pero o me responde con evasivas agresivas o directamente no me responde. Así que he actuado de la misma forma, solo le respondo cuando me amenaza y por consecuencia me obliga a responderle.

Estúpida HumanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora