13. «Tu chica»

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Justo en el momento en el que estoy a punto de perder los papeles, me detengo

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Justo en el momento en el que estoy a punto de perder los papeles, me detengo. No, joder, no puedo caer en viejos hábitos, no puedo dejarme llevar por él de nuevo. Tengo que centrarme, debo hacerlo por mí y por todo el mundo que me ha dado una segunda oportunidad. Ya no soy aquella persona y no pienso dejar que él me lleve de nuevo hacia la oscuridad. Ni a mí ni a nadie.

—¿Qué vas a hacer? —me pregunta Biel agarrándome con fuerza del brazo.

—Confía en mí —replico mirándole a los ojos.

Él mantiene su mano firme alrededor de mi brazo hasta que percibo cómo me suelta muy lentamente y asiente con su cabeza. Tomo una bocanada de aire y me decido. Atravieso la discoteca ocultándome de la mirada de Ginés y, a un par de personas de él, empujo a una chica que cae sobre uno de sus amigos y cuya bebida termina calándolo. No puedo evitar reírme, porque me he hecho un Jimena.

Ginés se revuelve, contiene el enfado; no obstante, en sus ojos veo la ira corretear libre. Se disculpa con Jimena y se aleja farfullando. Pasa muy cerca de mí, aunque no me presta atención.

Quizá no debería, pero termino acercándome a Jimena. Frunce el ceño nada más verme y sonrío. Hay algo de encanto en la forma en la que su rostro se contrae cuando se enfada conmigo que me crea adicción.

—¿No me libro de ti ni esta noche? —inquiere tosca.

—Yo también me alegro de verte, madrileña.

Pone los ojos en blanco y reprimo una carcajada.

—¿Qué quieres?

—Solo me he acercado a la barra a pedir —digo señalando con la cabeza a la camarera—. ¿Crees que me había venido a verte a ti?

Consigo lo que me propongo. Se ha indignado, mucho. Lo cual percibo como una buena señal.

—Encajaría con tu papel de acosador —responde demoledora.

—¿Acosador? —Me apoyo en la barra y consigo establecer un espacio más íntimo entre nosotros.

—¿Cómo llamarías a alguien que le hace una foto a otra persona y la cuelga en redes sociales sin su permiso?

—Así que has vuelto a entrar en mi perfil —la pincho.

—Yo... No lo hecho a propósito, es que dejé la pestaña abierta del navegador y el otro día lo vi. Ni se te ocurra poner esa estúpida mueca en la cara —me advierte.

—¿Qué mueca?

—¡Esa! —contesta acalorada—. La de funde bragas.

—¿Funde bragas? ¿Me estás llamando guapo otra vez?

Suelta un gemido de fastidio.

—Ni se te ocurra desviarte del tema. Quiero que borres esa foto.

Arruga la frente y me doy cuenta de que esto es serio. Dejo de jugar y saco el teléfono. En la pantalla una foto que tomé del mar embravecido me da la bienvenida y busco con rapidez la aplicación.

Distancia focal (título provisional)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora